El colapso del Banco Espirito Santo actualiza la crisis mundial

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Banco Espirito Santo shares suspended

 

El repentino hundimiento del Banco Espirito Santo (BES), segundo de Portugal, pone al descubierto la falsa supervisión del Banco (Central) de Portugal y del Banco Central Europeo (BCE). Los préstamos de dudoso cobro (NPL) sumaban 932 mil millones de euros durante 2013 (Euromoney, 14/3) y las previsiones de que se reducirían este año fueron una fantasía. El grupo empresario propietario del banco, con 400 empresas y 25 mil empleados, tenía pérdidas desde hace años y era financiado con préstamos del banco y garantías insolventes.

Pedro Queiroz Pereira, del grupo Semapa, propietario del 7% del grupo Espírito Santo, fue quien reveló las pérdidas del grupo: “las sociedades del grupo familiar se financian a través del banco (…) el grupo llevaba años con pérdidas, con operaciones que no generaban liquidez, inversiones fallidas y financiación a base de deuda sobre deuda en las propias empresas participadas” (El País, 25/7).

Cuando el BES anuncia pérdidas de 3.700 millones de euros, que “pueden ser una subestimación”, dice Financial Times (5/8), la cotización se hunde y arrastra a la bolsa de Portugal a pérdidas del 25%. La corrida es frenada con los anuncios de un préstamo de rescate del “Mecanismo de Estabilidad Europea” por 4.400 millones de euros, que pone fin al BES como banco privado. El BES se divide en el Banco Novo (‘banco bueno’), cuyo activo lo forman los créditos regulares y el préstamo de rescate, y su pasivo los acreedores privilegiados. Los activos tóxicos (incobrables o irrealizables) son alojados en el ‘banco malo’. Los accionistas pierden sus aportes y los acreedores subordinados quedan sujetos a lo que recaude el ‘banco malo’. Es banco pasa a ser subastado a los ‘fondos buitre’, que ganarán entre lo que aporten y lo que recauden.

Con la venta de los activos a los ‘buitres’ se busca cubrir el préstamo del rescate, algo cuestionado. El resto lo pagarán los portugueses mediante impuestos.

La cornisa

El método del rescate muestra el retorno al utilizado durante la crisis de 2008-2009, cuando el sistema bancario de Estados Unidos y Europa fue rescatado con masivos créditos de los bancos centrales. Los acreedores siguen sin pagar la factura de la quiebra, que sí cargan los contribuyentes y asalariados. A la primera nueva manifestación de la crisis, los gobiernos han abandonado la intención de que el rescate deje afuera al Estado.

El peligro de una corrida bancaria y del sistema bancario convenció a las autoridades de Portugal y del BCE de rescatar a los ahorristas y acreedores privilegiados.

Por ocasión de la crisis en Chipre, The Economist comentaba que “La experiencia de esta pequeña isla tiene grandes implicancias; el “bailing in” (que los acreedores absorban las pérdidas del banco) es cómo serán tratadas las futuras crisis en Europa (8/3). Este pronóstico fue desmentido con el rescate del Banco Espirito Santo.

La autoridades del Banco Central Europeo, “traumatizadas por el colapso de Lehman Brothers que casi hizo caer el sistema financiero, concluyeron que cada banco es sistémicamente importante y no se puede permitir que quiebre”, dice el Financial Times (3/7).

Cruzando el Atlántico, las cosas, sin embargo, no van mejor. Un comentario de la ex presidente de la Agencia de Seguros de Depósitos, Sheila Bair, denunciaba la incapacidad en reducir los riesgos del sistema bancario, luego del hundimiento de Lemhan Brothers. Los once principales bancos tardaron dos años en presentar planes de emergencia. “Confesando que estos gigantes no pueden organizar una quiebra ordenada”, en caso de un fracaso en las inversiones que realizan pueden arrastrar al sistema financiero y actualizan las necesidades de rescates masivos.

“Un acuerdo internacional alcanzado en 2010, para imponer requisitos de más capital acordes con los riesgos en las instituciones de importancia sistémica sigue sin implementar”.

Las bajas tasas de interés y la liquidez impulsadas por los principales bancos centrales (Reserva Federal, Banco Central Europeo, Banco de Japón) han facilitado una bicicleta financiera, donde los préstamos son pagados con otros préstamos. Una burbuja de crédito que encubre la incapacidad de los deudores de hacer frente a sus compromisos.

El sistema bancario global sigue caminando por la cornisa.

Nicolás Roveri