El crimen contra un migrante congoleño sacude a Brasil

Moïse Kabagambe, migrante de origen congoleño, se presentó el 24 de enero en el kiosco Tropicália, ubicado en una playa de Barra da Tijuca, Rio de Janeiro, para reclamar que le abonaran dos días de trabajo no pagados. El dueño del local y otros hombres lo apalearon durante quince minutos. Según el tío de Moïse, que tuvo acceso a las grabaciones de la cámara de seguridad, siguieron golpeándolo aún después de muerto.

Kabagambe había llegado al país vecino en 2011, con tan solo once años, huyendo junto a su familia de los conflictos armados y el hambre en su país. El Congo es un territorio codiciado por las multinacionales debido a sus inmensas riquezas minerales.

El sábado 5, hubo movilizaciones en varias ciudades brasileñas, promovidas por la comunidad congoleña y acompañadas por organizaciones sindicales y sociales. También repudiaron el asesinato el músico Caetano Veloso y el futbolista Gabigol, una de las figuras del Flamengo, lo que es un indicio de la resonancia que ha adquirido el caso. En la última década se asentaron alrededor de mil refugiados congoleños en Brasil, pero se estima que la mitad de las solicitudes de asilo son rechazadas, por lo que el número real de residentes en el país sería mayor, estando buena parte de ellos indocumentados. La inmensa mayoría vive en favelas o barrios periféricos (BBC, 9/2).

El crimen de Moïse reabre el debate sobre el racismo en Brasil. Según el Atlas de Violencia, los negros tienen 2,6 veces más chances de ser asesinados y suponen el 80% de las muertes violentas (datos citados por el sitio de la central sindical Conlutas, 7/2).

El racismo es promovido desde el poder político. En 2017, el ahora presidente Jair Bolsonaro sostuvo que los habitantes de las quilombolas (marginadas comunidades de afrodescendientes de esclavos) “no sirven ni para procrear” (BBC, 23/7/18). Un mensaje que iba en la misma línea de sus ataques a las comunidades indígenas y a las mujeres.

Días después de la muerte de Moïse, un joven negro de 17 años, Gustavo Henrique Soares Gomes, fue asesinado por un efectivo de la Policía Militar en Brasilia, cuando circulaba en una moto. Y Durval Teófilo Filho, también negro, fue ejecutado en las afueras de Rio por un militar de la Marina que era su vecino, y alegó haberlo confundido con un delincuente.

El racismo es una herramienta del régimen social para dividir a los explotados y afianzar la opresión de clases.

La movilización por justicia para Moïse pone a ese régimen en el banquillo de los acusados.