El curaca Toledo

La victoria de Alejandro Toledo fue recibida, con razón, con una fuerte suba de la Bolsa limeña y de los títulos de la deuda peruana en Wall Street. La alegría es lógica: Toledo era el candidato del imperialismo y ya anunció que su ministro de Economía será un hombre de la banca norteamericana, Pablo Kuczynski.


Como el mexicano Fox, Toledo era hasta hace poco un desconocido. Como el mexicano, que fue presidente de la Coca-Cola de su país, el peruano hizo su ‘carrera’ en el Banco Mundial. Y también como el mexicano fue generosamente financiado por el gran capital: el megaespeculador George Soros ‘invirtió’ en él un millón de dólares.


Otro paralelo con las elecciones mexicanas: Alan García, el derrotado candidato centroizquierdista, anunció rápidamente, como Cárdenas en México, su disposición a apoyar al nuevo gobierno de derecha.


Los especuladores y Wall Street han colocado a su propio hombre en las filas de Toledo, el banquero Pedro Kuczynski, ex presidente de operaciones internacionales del Credit Suisse First Boston, y que tiene intereses en la industria minera (en manos del capital imperialista). Las primeras medidas anunciadas por Toledo están en línea con el ‘plan’ diseñado por el banquero: rebaja de algunos impuestos, reducción de las reservas bancarias y, por sobre todo, ir a fondo con el programa de privatizaciones (de la energía, de la minería y de los puertos) congelado en la última época del gobierno de Fujimori.


Toledo, sin embargo, deberá enfrentar las condiciones económicas que llevaron a la caída de Fujimori: el peso de la deuda externa, la recesión, la fuga de capitales y el derrumbe de las finanzas públicas. Deberá hacerlo en un cuadro “empeorado” por “las recesiones en Estados Unidos y Japón y por la crisis de la deuda externa argentina” (Financial Times, 15/5), es decir por la crisis mundial. Inevitablemente, Toledo deberá dejar de lado rápidamente la demagogia y pasar a los ‘ajustes’. Pero carece de una mayoría parlamentaria propia y, peor todavía, la crisis que abrió el derrumbe del fujimorismo en las instituciones armadas y en los organismos de seguridad está muy lejos de haberse cerrado.