El derrumbe de la Concertación

Detrás de la derrota del candidato del oficialismo en Chile está el balance de un régimen que, en 19 años de auto-exaltado desarrollo capitalista, acentuó la desigualdad al punto que el 47% de la riqueza de Chile va a manos del 10%. La desocupación oficial es del 10% y la real del 15% (el índice no considera agrícolas ni contratados). La reducción de la pobreza es un fraude social. Más de la mitad de los chilenos gana menos del salario mínimo (165.000 pesos) contra una canasta familiar que supera los 300.000. El gobierno más progresista de todo el ciclo de la Concertación otorgó una jubilación exigua para los pobres y amas de casa apelando a fondos estatales, sin tocar una coma del régimen de administración privada de las jubilaciones, que ha provocado pérdidas a sus “beneficiarios” del orden del 20% en el período 2008/09.
Este abismo social se corresponde con el agotamiento del “modelo” –que hoy tiene tasas de crecimiento que son un tercio del 7,7% promedio del ciclo 90/97.

¿Frei?

Los mayores damnificados están en los dos extremos: los jóvenes, rehenes del trabajo basura o del desempleo, y los “viejos”. No por casualidad sólo el 19,4% de los jóvenes hasta los 34 años se anotó para votar en esta elección (en Chile rige el empadronamiento previo), una cifra que creció incluso respecto del nivel de la última década supuestamente por la atracción ejercida por la candidatura de Miguel Enríquez Ominami. De conjunto, sobre 12 millones habilitados para votar, sólo lo hicieron 6,5. El padrón de votantes casi no se mueve desde la “transición” armada con la dictadura militar, que preservó la continuidad de la casta militar, civil y judicial, veinte años atrás.

Frei, en su anterior presidencia, privatizó el agua, liberó el mercado de capitales, se opuso a cualquier gravamen sobre el cobre, cerró las minas de carbón, rechazó recibir a los familiares de las víctimas de la dictadura y estuvo en primera fila para sacar a Pinochet de la prisión de Londres “para juzgarlo en Chile”.

Enríquez, el gran fraude

¿La votación por Marco Enríquez Ominami (MEO) representa una reacción contra la tentativa del capital de descargar la crisis sobre los trabajadores, o forma parte del mismo escenario?
MEO hizo una construcción improvisada: “el desempeño de sus candidatos parlamentarios fue catastrófico: no logró ni una sola banca” (Crítica, 15/12). Ominani es una versión “progresista” del programa librempresista de Piñera.

MEO se pronunció por la privatización del 5% de Codelco y el 10% de otras empresas que aún posee el Estado, propuso la rebaja del impuesto a la renta del 40 al 30% – lo que anula el aumento del impuesto a las empresas, planteado por el mismo- y legitimó la existencia del Tribunal Constitucional y del “orden” heredado de la dictadura. Sobre el papel de Pinochet en el crecimiento económico, dijo: “Es un debate en el que no me gusta entrar (pero) ninguna política pública justifica 17 años de oscuridad”. Sobre el chavismo: “El Chávez que expulsa a funcionarios de Human Rights Watch o amenaza a los bancos no me gusta” (MEO en Clarín, 30/9).

El PC

Hace dos años, un paro por 37 días de casi 18.000 contratistas de Codelco dio por tierra con una de las piedras angulares del régimen laboral impuesto por la dictadura militar: la eliminación de la negociación colectiva por sector. “Todo culminó con una escena que hizo estallar a los gremios empresariales: la empresa matriz, Codelco, aceptando buena parte de las reivindicaciones de los trabajadores subcontratados” (Clarín, 5/8/07). El salto obrero iniciado allí fue contenido sobre la base de la política del PC de pacto electoral con la Concertación.

Ahora queda por ver cuántos simpatizantes de Piñera votaron por MEO. Eso decidirá la segunda vuelta.