El derrumbe de la dictadura de Mobutu

En el Zaire, la sanguinaria dictadura de Mobutu Sese Seko se está desintegrando frente al avance irresistible de los rebeldes de la AFDLC-Z (Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación de Congo-Zaire). Esta dictadura –una de las más represivas y corruptas de todo el Africa– fue, durante la ‘guerra fría’, uno de los bastiones del imperialismo mundial en el continente.


La AFDLC-Z está compuesta por miembros de las distintas etnias del este de Zaire, y cuenta con el apoyo de las vecinas Ruanda, Burundi y Uganda. Su principal dirigente es Laurent Kabila, un ex partidario del nacionalista Patrice Lumumba y un ex combatiente en las guerrillas africanas del ‘Che’ Guevara. Sin embargo, en la opinión de André Kapanga, líder de la Conferencia Norteamericana sobre el Zaire, que agrupa a intelectuales zaireños en el exilio, en la actualidad Kabila se ha convertido en “un hombre extremadamente moderado” (The Washington Post, 16/3).


La guerra que ha puesto a la dictadura de Mobutu “al borde del colapso” (The New York Times, 20/3) es el desenlace de las masacres de las etnias tutsis y hutus que vienen ensangrentando a Africa Central en los últimos años. En 1995, después del derrocamiento del régimen hutu de Ruanda –que masacró a medio millón de tutsis–, sus milicias, armadas y entrenadas por Francia, se retiraron intactas de Ruanda bajo la protección de una ‘intervención humanitaria’ francesa. Instaladas en el este de Zaire, Mobutu –y detrás de él, el imperialismo francés– pretendió valerse de la milicia hutu para expulsar a los tutsis ubicados en el este de Zaire desde hacía más de dos siglos, y para hostilizar al régimen ruandés, apoyado por el imperialismo norteamericano. Con el apoyo de Ruanda, Burundi y Uganda, los tutsis de Zaire –que forman el núcleo de la AFDLC-Z– rechazaron el ataque y lanzaron una ofensiva que los llevó, después de seis meses de campaña, a conquistar el 30% del territorio del Zaire.


Un régimen que se derrumba


A mediados de marzo, los rebeldes conquistaron, casi sin lucha, la ciudad de Kisangani, la tercera en importancia del país. Desde entonces, han continuado un “avance incontenible” (La Nación, 23/3) hacia las provincias de Kasai y Shaba, riquísimas en minerales y diamantes.


La pérdida de Kisangani fue un golpe demoledor para la dictadura: allí el régimen había concentrado sus mejores tropas y equipos para lanzar una contraofensiva contra los rebeldes. Sin embargo, los asesores franceses, los mercenarios serbios y las armas y los aviones y helicópteros rusos, no pudieron impedir que la ciudad cayera fácilmente en manos del AFDLZ-C.


El derrumbe de la dictadura es estrepitoso. Sus tropas no luchan sino que se dedican a aterrorizar y a saquear a las poblaciones que deberían defender, y a huir en desbandada cuando los rebeldes se acercan. Un diplomático occidental definió así el panorama militar: “no hay hostilidades: los rebeldes no combaten sino que no hacen más que avanzar” (Le Monde, 19/3). Mientras el régimen se hunde, Mobutu despidió al primer ministro (un hombre que gozaba de la ‘confianza’ del FMI y del Banco Mundial) y el alto mando prepara un golpe de Estado … que podría provocar el derrumbe final. Esto porque las fuerzas armadas están profundamente divididas: “Una fuente zaireña próxima al mando militar dijo que muchos militares están dispuestos a deshacerse de Mobutu y negociar (con Kabila), pero ‘tres o cuatro generales están dispuestos a quemar Kinshasa (la capital del Zaire) si otros intentan desplazar a Mobutu’. En una confrontación entre las dos fracciones, (los primeros) eventualmente podrían ganar, ‘pero sería una carnicería en Kinshasa’, señaló la fuente” (The Washington Post, 17/3).


Mientras la dictadura se cae, el avance del AFDLC-Z está provocando un levantamiento popular.  Grandes manifestaciones de masas reciben a Kabila y a sus tropas como “libertadores”, y “algunas facciones –como los estudiantes en Kinshasa– han abrazado su movimiento después de haber desconfiado inicialmente. Decenas de miles de adolescentes y adultos jóvenes se han enrolado como soldados y las multitudes lo han recibido con entusiasmo” (The Washington Post, 16/3). La rebelión popular desmoraliza todavía más a un ejército en desbandada: una parte de los soldados se pasa a las filas de los rebeldes porque, como reconoce un coronel del ejército, “para el pueblo de este país, nosotros somos traidores por defender a este gobierno” (The New York Times, 20/3). En la capital Kinshasa, que un corresponsal norteamericano describe “con el mismo aire desesperado de Saigón justo antes de su caída” (ídem), algunos temen que las violencias de la soldadesca contra la población, provoquen una “explosión popular” (The Washington Post, 19/3).


“Guerra fría Francia-Estados Unidos”


Zaire es el tercer mayor país del Africa, está ubicado en el centro del continente y tiene fronteras con otros nueve estados africanos. Quien lo domine, no sólo dominará sus riquísimas reservas de cobre, uranio, cobalto, diamantes y petróleo; por su posición, quien domine el Zaire dominará toda el Africa negra. La importancia estratégica del Zaire explica que, detrás de la lucha contra la dictadura de Mobutu, lo que se está zanjando es la disputa entre los imperialismos francés y norteamericano  por la dominación del continente africano: la lucha en el Zaire es, desde este punto de vista, “una guerra fría entre Francia y Estados Unidos por la influencia regional” (Página/12, 12/1).


El régimen de Mobutu responde a los intereses del imperialismo francés, que arma y entrena a su ejército: “Francia –reconoce Le Monde (19/3)– da la impresión de ser el último aliado del presidente de Zaire”. Los regímenes de Ruanda, Burundi y Uganda (que apoyan a los rebeldes zaireños), reconoce también Le Monde (ídem), están bajo la “influencia anglosajona” (en el caso de los dos primeros, después de haber desplazado a sendos regímenes pro-franceses). “Las victorias de Laurent Kabila, que son también victorias del gobierno de Ruanda, prefiguran probablemente la creación de un conjunto regional fuertemente opuesto a Francia. Este desafío (es la causa) del cerrado apoyo francés a Mobutu” (ídem).


Francia acusa a los Estados Unidos –cuyos representantes se han entrevistado en varias oportunidades con Kabila (The Guardian, Sudáfrica, 14/3)– de “promover discretamente la guerra para asegurarse la caída de Mobutu y reforzar la influencia norteamericana en la región” (The Washington Post, 15/3). Estados Unidos, por su parte, bloqueó el planteo francés de enviar una ‘fuerza humanitaria internacional’ al Zaire, cuyo único objetivo era “defender a un gobierno que Washington y otros países de Europa ven como pro-francés” (The Guardian, Sudáfrica, 14/3).


Desde hace tiempo, en la prensa norteamericana vienen apareciendo denuncias de “los privilegios comerciales” que goza Francia como consecuencia de sus “relaciones extremadamente estrechas con los países africanos” (Chester Crocher, ex secretario de Asuntos Africanos de Reagan, reproducido por Le Monde, 17/12). El ex funcionario reaganiano ha dejado bien en claro que “Estados Unidos tiene un fuerte interés en que Africa se integre de manera creciente en el sistema político y económico global” (ídem) o, para decirlo en palabras simples, de desplazar a Francia como principal beneficiaria de la opresión imperialista en el continente.


La pérdida del Zaire será, para el imperialismo francés, una derrota estratégica, que ilustra los métodos bárbaros y salvajes con que el gran capital pretende resolver la crisis mundial.