El dinero de la “reactivación”

La plata españoka de la droga

“Los principales carteles de la cocaína de Colombia utilizan España como plataforma para lavar el dinero ilícito obtenido de su negocio en el viejo continente” (El País, Madrid, 19/8).


Según el Departamento del Tesoro norteamericano, los grandes grupos colombianos del narcotráfico utilizan para sus operaciones de lavado de dinero unos pocos países: la propia Colombia, Panamá, Costa Rica, Perú, la isla de Aruba (Países Bajos) y, claro está, España.


Además, España es la gran puerta de ingreso de la droga destinada a todos los países de la Unión Europea. Y no es hablar de poco dinero: el negocio global de la droga mueve, según el Informe Anual de Drogas de la Oficina de Drogas y Crimen de las Naciones Unidas, unos 322 mil millones de dólares anuales, de los cuales un tercio corresponde a la cocaína.


Resulta obvio que semejante masa de dinero no podría circular internacionalmente por afuera del sistema bancario. Los bancos tienen su principal fuente de ingresos en ese tipo de operaciones, que involucran no sólo el lavado del dinero de la droga; además, el procedente del comercio ilegal de armas y hasta de la evasión impositiva.


En cuanto a la cocaína, su precio promedio en el mercado mayorista toca los 42 mil dólares por kilo de sustancia pura, de modo que cuando se introduce un cargamento de dos toneladas –carga media de los barcos dedicados a ese negocio– el monto a pagar se aproxima a los 84 millones de dólares. Por supuesto, en ese rubro no hay facturas ni intermediación financiera: se paga al contado rabioso, en valijas llenas de dinero: en ese momento comienza el circuito del lavado.


Pues bien: España es el punto más importante de blanqueo de ganancias producidas en Europa por el tráfico de estupefacientes. Esos capitales se invierten, bancos mediante, en sociedades de inversión dedicadas a negociar con inmuebles y valores, imprentas, empresas de servicio e, incluso, de material informático. Se trata de un complejo entramado de ingeniería financiera que no podría funcionar sin las entidades bancarias, la complicidad policial y, obviamente, la protección de gobiernos y de grandes grupos capitalistas.


A tal punto llegan las cosas que, según informa El País en su edición del 19 de agosto, Orlando Sabogal Zuloaga, jefe del cártel Norte del Valle, distribuidor del 40 por ciento de la cocaína consumida en el mundo, se ha instalado en Madrid para mejor controlar el negocio.


He ahí el estímulo a la “reactivación” española y a la “liquidez” que disfrutaron sus mercados hasta que –cosas del mundo “global”– el derrumbe de las hipotecas norteamericanas lo ha hecho tambalear con cocaína o sin ella.