El enriquecimiento de la burocracia y la miseria de las masas

Dos conferencias realizadas recientemente en Cuba, la primera de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC)  y la segunda de estudiantes y profesores de la universidad de Matanzas, han servido para poner de manifiesto el enorme factor de dislocación social que significa la política castrista de “apertura al capital extranjero”.


Mercado negro


La falta de alimentos y de artículos de primera necesidad “es la mayor preocupación en la vida diaria del pueblo cubano” y, particularmente, “la inestabilidad de las provisiones es lo más duro para enfrentar”, informa uno de los choferes que sirvió a las delegaciones extranjeras presentes en la conferencia femenina. En La Habana no se consigue carne roja; la leche y sus derivados sólo están disponibles para los niños menores de ocho años y la ración de huevos es de cuatro cada nueve días. Lo mismo sucede con el jabón, el aceite y otros artículos de primera necesidad. Una dieta cualitativamente pobre explica que hayan comenzado a aparecer, según varias participantes en la conferencia femenina, “problemas de salud ocasionados por la falta de vitaminas”. Si “nadie se muere de hambre”, esto sólo vale para el corto plazo.


Pero “todo puede conseguirse en el mercado negro, nos dijeron varias delegadas”. “La falta de alimentos —explica “The Militant”— ha generado un creciente mercado negro de productos robados … de embarques destinados a raciones individuales, escuelas, hospitales y fábricas y vendidos por un precio varias veces superior al oficial. Un simple huevo se vende en el mercado negro a 3 pesos, un pollo a 120 y una barra de jabón a 30 (mientras) la mayoría de los obreros fabriles lleva a sus casas menos de 200 pesos por mes”. Estos datos delatan la característica social del racionamiento y de la política en curso.


El mercado negro ha pasado a ocupar, en los últimos años, el lugar de regulador principal de la distribución del ingreso en Cuba, un extremo que seria imposible alcanzar sin la “apertura” al capital extranjero, las “tiendas especiales” y el dominio de una burocracia estatal. Las “tiendas especiales” están surtidas de todo tipo de provisiones, incluso importadas. A ellas tienen acceso quienes disponen de dólares, los turistas, los ejecutivos de las empresas capitalistas radicados en Cuba y los burócratas, que tienen cupos de dólares para sus viajes al exterior.


El mercado negro es, naturalmente, el resultado de la escasez, agravada por el derrumbe del comercio cubano con el Este y por la hipoteca que representa para su economía la deuda de 6.000 millones de dólares que contrajo en la década del ´80 con la banca internacional. Pero la solución al problema de la escasez no es el mismo para las diferentes capas de la población: las cifras muestran que la burocracia y los privilegiados por la “apertura al exterior” han encontrado la vía para satisfacer sus necesidades en el sentido más amplio; no ocurre lo mismo con las masas. Queda refutada así la tesis castrista según la cual la democracia en Cuba se percibe a la hora de comer; no, en Cuba, unos pocos comen muchísimo mejor que la inmensa mayoría. Esta creciente desigualdad explica la falta de democracia política.


“El economista (cubano) Julio Carranza señaló (ver “Punto Final”, Chile, marzo de 1993) que en 1990 circularon 2.000 millones de pesos por el mercado negro. Esta cifra se elevó espectacularmente en dos años, situándose en unos 14.000 millones. Esto duplica la circulación minorista oficial que es de sólo 7.000 millones”. Esto significa que el mercado de consumo para los privilegiados supera en valor al mercado “oficial” que abastece al conjunto de los cubanos. Tenemos en estos datos una implacable radiografía social de la evolución que ha tenido el régimen cubano en los últimos años.


El mercado negro regula la distribución de los bienes de consumo entre la burocracia y el pueblo. La cuantificación del mercado negro formulada por el economista cubano permite afirmar que entre el 30 y el 50% de los bienes no llegan a las masas, una proporción que puede trepar al 100% en determinados casos (“En La Habana no se consigue carne roja”). A pesar del bloqueo y de la crisis, la burocracia ha logrado resolver —mercado negro mediante— su “problema social” en medio de penurias crecientes de las masas.


Pero no se trata sólo del volumen de los bienes envueltos sino también de los valores que éste mueve. Los precios del mercado negro reflejan la impresionante desvalorización que sufre el peso cubano, lo cual beneficia a los tenedores de dólares, es decir, a la burocracia que cuenta con cupos de divisas para sus viajes, así como a todas las formas de intermediación que existen con el capital extranjero. Este “poder adquisitivo” de la minoría privilegiada explica que el mercado negro se haya septuplicado en dos años en coincidencia con el fracaso del “‘plan alimentario’, cuyos resultados no corresponden ni a las necesidades ni a las expectativas” (declaraciones de Carlos Lage, miembro del buró político del PC reproducidas por Le Monde Diplomatique, febrero de 1993) y del consiguiente agravamiento de las penurias de las masas. La penetración del capital extranjero, y su entrelazamiento con la burocracia, no puede sino agudizar y alimentar los mecanismos del mercado negro.


Surgido en base a la diferenciación social existente, el mercado negro es un factor de enorme agudización de esa diferenciación social (acumulación privada) y de desmoralización de las masas. Una y otra consecuencia fueron reiteradamente señaladas por las delegadas de la conferencia femenina.


El crecimiento en flecha del mercado negro es más notorio aún si se considera que la dirección cubana liquidó hace ya varios años los “mercados campesinos” con el argumento de que agudizaban la diferenciación social, la escasez de alimentos y la elevación de sus precios. Pocos años después, el problema se reproduce, y en una escala superior.  Lo común de ambos períodos, sin embargo, es que la burocracia siempre logró, en uno y otro caso, resolver su “cuestión social”, ya sea aprovechando esos “mercados libres”  como ayer, ya sea con el capital extranjero como hoy. Esto retrata a una capa social perfectamente conciente de sus intereses, que se han mantenido inalterables a través de todas las idas y vueltas de la política económica cubana.


Cuba tiene un enorme potencial para la producción de alimentos. El punto de partida es reducir a su mínima expresión, si no es posible liquidarlo completamente, el parasitismo y el despilfarro de la burocracia estatal. Esto, naturalmente, es inseparable de la instauración del control obrero de la producción y de la distribución en todos los niveles de la economía nacional. La cuestión de los derechos democráticos de deliberación y de organización de las masas es, en consecuencia, el problema capital para que éstas puedan defenderse de los atropellos de la burocracia.


La situación de la mujer


Hubo dos temas que generaron controversias en la conferencia femenina: la nueva ley de maternidad y el crecimiento de la prostitución en los alrededores de los hoteles para turistas extranjeros.


¿Cómo es posible que en medio de la crisis que vive el país, la Asamblea Nacional haya votado una ley de maternidad que establece que, en los tres meses posteriores al parto, la mujer trabajadora recibirá el 100% de su salario, licencia que podrá extender   por otros nueve meses, tres con salario reducido y seis sin paga. Aunque la dirección de la FMC caracterizó la nueva ley como “un progreso de la mujer” varias delegadas expresaron que “los cambios en la ley de maternidad y la promoción del amamantamiento fue una respuesta para eludir la falta de recursos para expandir las guarderías infantiles y una decisión para desalentar el rápido regreso de las mujeres a los empleos porque la mayoría de los centros de trabajo están demasiado llenos … este problema ha sido exacerbado por la falta de insumos y el cierre de varias empresas”.


Respecto del incremento de la prostitución, la dirección de la FMC lo caracterizó como “un problema primariamente moral: ansia de lujo de los grandes hoteles, la novedad de asociarse con turistas extranjeros y el deseo de consumir bienes disponibles en los países imperialistas”. La prostitución, sin embargo, no es más que la extensión del mercado negro al terreno del sexo … con la “particularidad” de que la burocracia y los privilegiados no actúan, en este caso,  del lado de la “oferta”.  No debe extrañar que el mercado negro y la prostitución se hayan desarrollado paralelamente. Quienes tienen el dinero suficiente (los turistas, los capitalistas extranjeros y los burócratas) pueden proveer a sus “necesidades” mientras que una franja de familias del pueblo se ven obligadas a enviar a las mujeres a prostituirse como consecuencia de la “escasez de bienes materiales que (sólo) pueden encontrarse en las tiendas para turistas y en el mercado negro”, como explicó una de las delegadas.


Turismo


Un tema enormemente debatido en las dos conferencias fue la reciente resolución oficial de permitir a los trabajadores de Varadero —un gran centro turístico que emplea más de 17.000 trabajadores— mantener el 70% de los dólares que obtienen en propinas y gastarlos en las “tiendas especiales”. Se espera que esta “experiencia” se extienda, posteriormente, a los trabajadores del turismo de todo el país.


Las voces que se alzaron en ambas conferencias contra esta medida fueron muchas. “Esto sólo profundizará las desigualdades entre diferentes grupos de la sociedad”, declaró una asistente a la conferencia femenina; “es terrible. Debilita las soluciones colectivas a nuestros problemas (porque) empuja a la gente a intentar conseguir dólares para ellos y sus familias”, afirmó un asistente a la conferencia de Matanzas, militante del PC.


La resolución equivale a un aumento salarial de enormes proporciones para los trabajadores del turismo … y a un “interesante” impuesto del 30% para la burocracia del Estado, cuyos gastos nadie controla. Muchos trabajadores especializados de la industria y hasta docentes y estudiantes universitarios avanzados están abandonando sus empleos para trabajar en hoteles y restaurantes, lo que genera escasez de mano de obra calificada en la industria y una reducción de la productividad general del trabajo.


El pueblo cubano necesita defenderse de todas estas lacras, de la diferenciación social, del mercado negro, de la prostitución. La cuestión fundamental de que los trabajadores cubanos tengan la libertad para organizarse contra los atropellos de la burocracia y de los capitalistas y para decidir el camino para sacar al país del empantanamiento tiene un contenido social de primera magnitud, lo que demuestra que de la conquista de la democracia para las masas depende el destino de la Revolución.