El Frente Amplio contra la rebelión popular

En Uruguay ha comenzado una rebelión popular contra el régimen político.


Los trabajadores ocupados y desocupados y la juventud obrera de las barriadas más populosas y empobrecidas de Montevideo que salieron a la calle a resolver, por medio de su acción directa, el problema acuciante del hambre, están señalando con este mismo acto el derrumbe de un régimen político y social que es incapaz de alimentar a sus propios esclavos.


Prensa uruguaya y hasta los políticos de la “izquierda” han pretendido desnaturalizar la rebelión popular. ¿Qué pretendían los bienalimentados senadores y diputados del Frente Amplio-Encuentro Progresista? Los saqueos son una terrible acusación contra ellos mismos.


Si el pueblo rebelado no marchó a la 18 de Julio y a la Casa de Gobierno es porque carece de una dirección política.


El FA-EP ha hecho un esfuerzo inaudito por liquidar las tendencias a la rebelión que se fueron manifestando de una manera sistemática en los últimos meses. El FA-EP repudió la formación de movimientos de desocupados; luchó por aplastar las tendencias de lucha que surgían en el movimiento sindical, repudió los cacerolazos y las manifestaciones que empezaban a reclamar que “se vaya Batlle”. Al contrario, el FA-EP sostuvo al régimen político de Batlle. Como declaró Tabaré Vázquez, presidente del FA-EP, la crisis política “no es mayor (porque hay) una fuerza política de oposición muy seria, muy responsable, leal institucionalmente y con una gran madurez” (Brecha, 26/7).


La rebelión popular nace en Uruguay en oposición a todas las tendencias políticas oficiales, y en primer lugar al propio Frente Amplio.


“El diputado del 26 de Marzo, Raúl Sendic, se comunicó con el jefe de Policía de Montevideo, Nelsi Bobadilla, para ofrecerle su colaboración (…) En el primer día de saqueos hubo dirigentes de grupos del EP que se contactaron con sus militantes en los barrios donde estaban ocurriendo los desmanes para ver si podían colaborar en poner calma, pero éstos les dijeron que la turba resultaba incontrolable” (El Observador, 3/8). El estallido de la rebelión popular en Uruguay constituye, por lo tanto, una derrota estratégica del Frente Amplio-Encuentro Progresista.