El Frente Amplio llama a Benito Roggio contra los trabajadores

Entrevista a Aníbal Varela, presidente del sindicato municipal de Montevideo

¿Cómo comienza el conflicto y a qué desenlace llega?


En primer lugar, creo que fue un repunte de la lucha de los sindicatos en el Uruguay, planteándole a la administración del Frente Amplio las reivindicaciones de los trabajadores. Por otro lado, quedó demostrado que no tenemos la independencia de clase de los trabajadores sólo como una bandera sino que la empleamos en defensa de los intereses de los trabajadores.


A las 22 horas del 30 de mayo se nos comunica que una hora más tarde se empezaría a trabajar según una “orden de servicio” de la Intendencia que establecía un “régimen de tarea terminada” (lo que significa no pagar las horas extras) y que la tripulación d e cada camión recolector estaría integrada por sólo dos peones (hoy son tres). El incumplimiento de esta norma sería considerado “abandono de tareas”, con lo que los compañeros que no la cumplieran podrían ser despedidos.


Lo primero que hicimos fue una asamblea general donde les dijimos a los compañeros que lo que había mandado la Intendencia no era bueno para los trabajadores. Así empezó con un paro de 24 horas; una nueva asamblea ratificó la posición y seguimos de paro y ocupamos los lugares de trabajo. Así comenzó la huelga de diez días.


La Intendencia se negó a negociar si no levantábamos las medidas y acatábamos la “orden de servicios” sin discusión. Ante nuestro reclamo de abrir un canal de negociación, el representante de la bancada frenteamplista respondió que ellos no estaban para establecer ámbitos de negociación sino que su función es legislar.


Mientras la huelga se desarrollaba, los funcionarios municipales se negaban a toda instancia de negociación y amenazaban privatizar los servicios y ordenar la recolección por medio de empresas privadas. La Intendencia contrata rompehuelgas que le cuestan 258 dólares por camión (es lo que se le paga a la empresa privada) cuando la dotación de los municipales, con tres peones, le cuesta 198 dólares.


Fijate como actúan. A mí, que soy el presidente del sindicato y soy de la recolección, no me descontaron los días de huelga con la intención de desprestigiarme después ante los compañeros. Tuve que mandar una nota a todos los directores pidiendo que me descuenten los días.


La Intendencia les mandó la policía a desalojar la Usina…


Sí. Ante la aparición de las fuerzas de choque con perros en la Usina 5, el Ejecutivo de Adeom se hace presente y se realiza una asamblea con más de 100 trabajadores allí presentes. Se resuelve permanecer en calma pero firmes frente a la policía. Cuando aparecía algún camión a volcar basura, dialogábamos con ellos para que se fueran. No fue necesario porque cuando nos veían, pegaban la vuelta haciendo sonar sus bocinas en señal de saludo. Al día siguiente, las fuerzas de choque se retiraron.


El día 9, después de diez días de huelga, la asamblea aceptó entrar en negociaciones con la Intendencia. Mientras duren las negociaciones, se mantienen los 3 peones por camión. Hoy estamos trabajando en una comisión bipartita donde la central de trabajadores es garante y todos los días se labra un acta donde quedan asentados los acuerdos y desacuerdos.


Para el sindicato, si no se logró el 100%, logramos ganar una cosa muy importante. En primer lugar, la conciencia de los compañeros en el aspecto de que votar a los que estaban hoy no era la solución de los trabajadores. En segundo lugar, el asco que les dio a los compañeros y el odio de que la Intendencia de Montevideo contratara rompehuelgas.


Rechazan la flexibilización y la reducción de dotaciones…


Lo que vemos es que hoy se quiere hacer el mismo trabajo con tres trabajadores (un chofer y dos recolectores) que antes se hacía con cuatro (un chofer y tres recolectores). Es una flexibilización laboral y marca que la administración municipal de Montevideo hoy está planteando “productividad” y volver a los años del 1900.


Actualmente hay 170 recolectores menos que en 1995 y un 70% más de residuos. Trabajamos en condiciones técnicas que esencialmente no han cambiado pese a la reducción del personal. Un solo porcentaje es más que ilustrativo: el 70% de los accidentes laborales en la Intendencia son en el sector de limpieza y recolección.


¿Cómo es la política gubernamental del Frente Amplio?


Tenemos que decir que hay 85 lugares donde han privatizado. Por ejemplo, en Mantenimiento Vial, donde teníamos mil y pico de compañeros, hoy sólo quedan 150, y la concesión de la reparación de las calles de Montevideo la tiene una empresa privada. En Arbolado, donde antes teníamos 400 compañeros que hacían la poda de los árboles, hoy sólo quedan dos o tres cuadrillas que no pasan de diez compañeros, y lo demás está privatizado. En la Ciudad Vieja está privatizado el guinchado de los autos y el estacionamiento tarifado. La limpieza de la Intendencia Municipal y de los edificios municipales está hecha por una empresa que, nosotros lo hemos denunciado, tiene trabajadores en negro; la Intendencia no ha tomado cartas en el asunto. El 10% de la recolección de residuos está privatizado; uno de los dueños es Benito Roggio. Después de la huelga, entraron cuarenta camiones de Benito Roggio, con lo que parece que quiere apoderarse de otro pedazo más de la recolección de residuos. Tenemos las compañeras de Barrido Manual, donde nos queda el 15% de lo que había antes; el resto se ha privatizado y lo hacen las ONGs.


En las policlínicas municipales, la mayoría de los médicos y enfermeras trabajan con pasantías y becas; son muy pocos los funcionarios municipales. El Hotel Carrasco y el Hotel del Parque Rodó, uno fue donado para sede del Mercosur y el otro fue privatizado.


El saneamiento lo está haciendo la Intendencia, y en el último compromiso que ha hecho, el arquitecto Arana –el intendente de Montevideo– se establece que el 30% de las obras municipales las tienen que hacer empresas privadas.


Cuando empezamos en la dirección del sindicato, estaba la dirección y la base, y en el medio no había nada. En los dos primeros años hicimos treinta y cinco comités de base, porque si no hay una organización de arriba a abajo y de abajo a arriba, no hay sindicato.


¿Cómo reaccionaron los partidos de izquierda?


Todo el FA nos hizo el vacío. Ahora están recolectando firmas entre los trabajadores municipales afiliados al FA para pedirle al sindicato municipal que no pare, ‘porque no queremos perder más jornales’. En algunos sectores profesionales pueden tener aceptación, pero en el sector obrero no la tienen.


No recibimos una solidaridad clara de ningún sector de la izquierda del FA o fuera de él, con la excepción de la Corriente de Izquierda (dirigida por el ex legislador Zabalsa, que milita dentro del FA –aclaración de la redacción), del Partido de los Trabajadores y del Movimiento Revolucionario Oriental (MRO). Algunos militantes aislados se solidarizaron con nosotros, pero no las organizaciones.


En el curso del conflicto, el Partido Comunista y el Partido Socialista tuvieron una política dual, mientras las direcciones nacionales apoyaron al gobierno municipal, los trabajadores municipales del PC y del PS se volcaron hacia nosotros. Eso tiene dos visiones; se tuvieron que subir porque si no quedaban como furgón de cola, porque la gente estaba con la huelga y estaba con nosotros.


Ustedes vienen a la Argentina a buscar la solidaridad. ¿Qué es lo que esperan encontrar aquí?


Nosotros, como sindicato, siempre hemos dado nuestro apoyo a los compañeros de otros países, cuando hay detenidos por razones gremiales, y a las luchas. Siempre hemos dado nuestra solidaridad y ahora la necesitamos, como hermanos de clase que somos. Porque acá las fronteras las puso alguien después de las invasiones inglesas, pero nosotros no tenemos fronteras ideológicas ni de ningún tipo con los trabajadores argentinos o brasileños.


Nosotros pertenecemos a la Clate (Confederación Latinoamericana de Trabajadores Estatales). En los dos últimos días de conflicto, anunciamos que íbamos a hacer una denuncia en el Ministerio de Trabajo porque es inconstitucional que trabajemos horas extras y no quieran pagarlas (que los obligamos a retractarse) y vamos a hacer un llamamiento a la Clate, donde participamos en la Secretaría de Organización, para convocar a un paro del Mercosur de los municipales, en apoyo de los trabajadores de Montevideo.


¿Cómo ves la perspectiva del movimiento uruguayo?


En la discusión de cómo estamos parados y adónde quiere llegar el gobierno neoliberal, los trabajadores tenemos una sola alternativa: si no luchamos por nuestros derechos perdemos hasta la dignidad. No sólo vamos a perder fuentes de trabajo sino también salarios, y vamos a tener que hacer mayor productividad, como en los años del 1900. Creo que esto que hicimos nosotros creó mucha confusión; algunos se encargaron de profundizarla. Quedó claro que hay militantes sindicales que hablamos de la independencia de clase y la llevamos a la práctica.


En un reportaje de hace un tiempo atrás decíamos ‘vayan pensando trabajadores lo que puede ser un gobierno del Frente Amplio, porque cuando vengan los ajustes, aunque sea el FA va a recortar, como están haciendo acá’. Nos castigaron de todos lados porque decían que estábamos trabajando para la derecha.


Con el FA en el gobierno, va a seguir igual el tema de los asentamientos, de la fuente de trabajo y de la desocupación, los mismos temas que tenemos hoy; y quizás acudan a la fuerza pública cuando nosotros protestemos. Van a hacer lo mismo que hicieron otros. Pienso que no va a haber diferencia con los mandatos del FMI y el Banco Mundial, no creo que vaya a haber otra salida más que los ajustes, porque sólo van a administrar la crisis. Hoy el FA hace un convenio de saneamiento en el que firma que el 30% de las obras municipales tiene que ser realizado por privados.


El movimiento obrero tiene dos opciones: o ser un sindicato amarillo, como fue la CGT acá con Menem, o defenderse como nos defendemos nosotros.


 


 


El valor de los piquetes


“Se dio algo que no se daba desde hace mucho tiempo, cuando ser carnero o ser milico era una afrenta.


“Nosotros estábamos en la puerta de la usina y venían los camiones contratados y les decíamos ‘compañeros, esta es nuestra huelga, no volqués acá’, y los locos se volvían con el camión. Logramos reflotar ciertas cosas que habían quedado en el olvido para los trabajadores; nosotros, más allá de que no hayamos alcanzado el 100% de las reivindicaciones, estamos contentos. Desde el año ‘89, que se ganó la última huelga municipal; la última huelga de los trabajadores de recolección fue en el año ‘60, con ocupación de los lugares de trabajo y una militancia de más de 20 compañeros día y noche en los cantones. En el Uruguay hacía años que no se daba una huelga de esas características; los piquetes murieron en los setenta, después de las grandes huelgas frigoríficas. Nosotros los recuperamos.


“Yo tengo cuarenta y seis años. Verme de nuevo enfrente de los milicos y que en la ocupación de la usina los compañeros jóvenes te rodeaban y te decían ‘mirá, Varela, que acá no van a pasar’… Yo pensaba que me iba a morir de viejo y no lo iba a ver más”.