El ‘gallo francés’ pone a la ‘izquierda mundial’ en la picota

En las vísperas del Mundial, la movilización sindical en Francia está alcanzado una amplitud y una profundidad sin precedentes desde el ascenso, hace poco más de un año, del gobierno ‘socialista’ de Lionel Jospin.


Pilotos


Los pilotos de Air France entraron en su séptimo día de huelga, a pesar de la enorme presión de la ‘opinión pública’ burguesa que los acusa de ‘poner en peligro’ al Mundial y de las amenazas del gobierno que dice haber “agotado su comprensión”. ¡Cuánta hipocresía! ¡Como si la dirección de la Air France y el gobierno ‘socialista’ no hubieran calculado fríamente anunciar sus planes de reducción salarial en vísperas del Mundial, especulando que así podrían doblegar fácilmente a los pilotos!


Los pilotos rechazan la rebaja salarial del 15% que pretende imponerles la patronal (a cambio de una participación del 10% en las acciones de la empresa) y la llamada ‘doble escala salarial’ que significaría una reducción todavía mayor —sin intercambio de acciones— para los nuevos pilotos. De imponerse esta ‘doble escala’, estaría a la orden del día el reemplazo en masa de los viejos pilotos.


Mediante la rebaja salarial de los pilotos —y de las restantes categorías de trabajadores— el gobierno pretende reducir en 500 millones de francos (unos 100 millones de dólares) la masa salarial de Air France, lo que constituiría un ‘interesante incentivo’ para el plan en curso de privatización de la compañía. El gobierno de Jospin se apresta a “vender el 47% de las acciones de la aerolínea nacional. Esta privatización parcial viene a continuación de la aprobación de la cotización en Bolsa de las acciones de France Telecom y de las privatizaciones completas de la aseguradora GAN y de la banca regional CIC (…) Lazard, Societé Générale, Morgan Stanley y la Banca Indosuez actúan como asesores de esta privatización” (Financial Times, 24/2). El ministro de Transportes, el‘comunista’ Jean Claude Gayssot, “enfatizó que está en favor de la participación de inversores privados” (ídem). El gobierno ‘izquierdista’ —incluida su ‘ala comunista’— se presenta como el agente directo y consciente del capital financiero contra los trabajadores de Air France.


En su ataque a los pilotos, el gobierno ‘socialista’ no se cansa de repetir que son los “mejor pagos de Europa”. Oculta que son, también, los que más horas vuelan: 645 horas por año, contra 597 de los pilotos de Lufthansa y 511 de los de British Airways (L´Express, 4/6). Mediante esta ‘flexibilización’ –iniciada bajo el gobierno derechista y continuada por los ‘socialistas’– la ‘productividad’ de los pilotos franceses aumentó un 30% en los últimos dos años (ídem). “Esta aceleración de las frecuencias vuelve muy penosa la vida cotidiana de los pilotos, en particular los de distancias medias: ‘Es el infierno. Me levanto todos los días a las 4 de la mañana y efectúo cinco vuelos por día’ protesta un comandante de a bordo” (ídem).


Esto explica el violento rechazo de los pilotos a la rebaja salarial y a la ‘doble escala’ —que consideran “el ataque más violento que hemos sufrido en nuestra historia” (ídem)— y la determinación con que lo enfrentan.


La huelga de los pilotos no es el único conflicto en la industria aeronáutica. Los mecánicos de tierra de Air France, que están en conflicto desde hace dieciséis semanas por la igualación salarial con los mecánicos de la ex Air Inter, la compañía estatal de cabotaje, fusionada con Air France (L´Humanité, 5/6), amenazan con un “huelga dura” si sus reivindicaciones no son atendidas (Liberation, 4/6).


Al mismo tiempo, también están en huelga los trabajadores encargados de la asistencia en tierra de las compañías aéreas extranjeras. Reclaman contra la flexibilización y por el aumento de salarios y están montando piquetes frente a los aeropuertos para protestar contra la utilización de rompehuelgas (ídem). Y también acaban de cumplir un paro de 48 horas los encargados del manejo de equipaje del aeropuerto de París.


Un movimiento de alcance nacional


La movilización sindical no se circunscribe, apenas, al ámbito de los aeropuertos. Se trata de un muy vasto movimiento, a escala nacional.


El jueves 4, por ejemplo, convergieron en París cinco grandes manifestaciones.


La primera, 50.000 trabajadores de las compañías estatales de electricidad y de gas de todo el país marcharon para protestar contra la ‘apertura’ del mercado francés a la competencia europea, que hace prever mayores precios para los consumidores y menores salarios y peores condiciones de trabajo para sus empleados. La segunda, una gran manifestación de 10.000 empleados del gran comercio contra la precarización laboral y el trabajo dominical, nocturno y en días feriados. La tercera, una manifestación de 5.000 desocupados. La cuarta, la manifestación de los trabajadores de la empresa Cegelec, venidos de diversas regiones de Francia, para protestar contra la venta (privatización) de la empresa al grupo Alhston. Finalmente, la manifestación de unos 2.000 funcionarios territoriales (estatales).


El mismo día hubo otras grandes manifestaciones en toda Francia. En Estrasburgo y en otras ciudades varios miles de empleados mercantiles salieron a la calle para protestar contra la pretensión patronal de imponer la anualización de la jornada laboral. También hubo manifestaciones de obreros de la construcción, de la salud, y de los empleados bancarios del Credit Foncier.


¡Y la gran manifestación de los obreros de los arsenales de Toulón, donde manifestaron 20.000 trabajadores contra el vaciamiento del astillero local! En numerosas localidades, como Brest, Ruelles, o Cherburgo, a cientos de kilómetros de Toulon, hubieron manifestaciones, piquetes y actos solidarios de los obreros de la industria de armamentos, en particular de la empresa estatal GIAT. En la marcha de Toulon participaron trabajadores de los hospitales, bancarios, empleados de comercio, estatales de toda la región de la Costa Azul: fue una verdadera jornada popular.


Al mismo tiempo, hubo ‘movimientos de advertencia’ en los servicio de transporte público de París y una importantísima huelga de los boleteros y guardas ferroviarios paralizó gran parte de los servicios de trenes, especialmente en el sur del país, en reclamo de aumentos salariales y mayor dotación de personal. Después de cuatro días de huelga, los boleteros obtuvieron la victoria.


Se anuncian nuevos movimientos. Los camioneros (‘routiers’) que protagonizaron la gran huelga de 1996 contra el gobierno derechista de Juppé, anuncian un paro y el bloqueo de caminos para el 10, cuando se inicie el Mundial. Para esa misma fecha, está anunciado un paro de los transportes regionales en Lyon y un paro nacional de los conductores de trenes, afiliados al sindicato autónomo FGAAC.


¿”Salvar al Mundial”?


Aunque por su envergadura y profundidad ya se la empieza a comparar con la gran ola de huelgas y manifestaciones de diciembre de 1995 contra la ‘reforma previsional’ de Juppé, la actual ola de manifestaciones y huelgas debuta en un punto cualitativamente superior a la de 1995: no se dirige contra un gobierno derechista sino contra los representantes ‘de izquierda’ del imperialismo francés.


“Salvar el Mundial”, la consigna con que el ‘socialista’ Jospin y sus ministros ‘comunistas’ enfrentan la huelga de Air France y las movilizaciones sindicales en todo el país, debe entenderse entonces como “salvar al gobierno” …