El gobierno da marcha atrás

Aunque según los medios de prensa, la huelga general de las confederaciones sindicales coreanas del 15 de enero “tuvo un acatamiento desigual” (Le Monde, 16/1), “en Pusan, gran puerto del sur de la península y segunda ciudad del país, la consigna de la huelga parece haber tenido mayor efecto: diez mil taxis y veinticinco sindicatos de autobuses observaron la huelga. Los portuarios se sumaron al movimiento, que está perturbando la vida de esta ciudad, considerada como el ‘feudo’ del presidente Kim Young-sam. En Ulsan, la ciudad industrial del sudeste, los grandes grupos como Hyundai dejaron de trabajar…” (ídem).


Ante la belicosidad de las movilizaciones obreras, la burguesía comenzó a dar marcha atrás: “La cabeza del partido que gobierna (Nueva Corea), excluyó la línea dura para poner fin a las huelgas que recorren el país –decía el 11/1 el Financial Times– en el primer signo de conciliación gubernamental frente a las protestas obreras contra la controvertida nueva ley laboral”. “Lee Hoi-chang, posible candidato presidencial del partido de gobierno advirtió contra el intento de resolver las huelgas arrestando a los dirigentes sindicales. Los dirigentes de la KCTU amenazaron con que las huelgas tendrán una nueva escalada si ellos eran detenidos” (ídem). El mismo Lee, jefe del partido, se pronunció por “el diálogo” en una visita a la FKTU, la confederación sindical reconocida, afín al gobierno.