El imperialismo impuso su arbitraje

Que el líder de la oposición a Fujimori, Alejandro Toledo, es un agente democrático del imperialismo, lo acaba de demostrar la violenta presión internacional para disuadir a Fujimori de imponer su victoria fraudulenta desde la primera vuelta. Figuras recalcitrantes de la derecha norteamericana, como el ex subsecretario de Estado de Bush, Elliot Abrams, acaban de pedir represalias diplomáticas y económicas contra Perú si Fujimori no habilitaba el segundo turno. El programa de Toledo defiende la apertura económica, las privatizaciones y la flexibilidad laboral, pero con el sambenito de la ‘transparencia’.


El empeño del imperialismo obedece a que Toledo es la única carta con la que cuenta para manipular la belicosidad de una gran parte de los obreros y de la pequeña burguesía urbana, que ha venido manifestándose contra el “chino”desde mucho antes de que Toledo apareciera en escena. Los yanquis, en particular, han tenido la habilidad de maniobrar con el figurón más carimástico de la oposición, al que privilegiaron con un gran apoyo económico. Ahora necesitan evitar que la situación explote.


El papel protagónico del imperialismo puede convertirse, sin embargo, en el factor que permita a Fujimori continuar en el gobierno, toda vez que goza del apoyo mayoritario de la burguesía y de los círculos financieros internacionales. El gigantesco aparato que el fujimorismo ha montado en el curso del tiempo, servirá a su propósito. Si la oposición es derrotada en la segunda vuelta, deberá decidir si sus denuncias de fraude deben convertirse en argumento revolucionario. No lo hará, naturalmente, y la alternativa Fujimori o revolución servirá para conminar a la masa movilizada a que cese en su objetivo. La vanguardia peruana debería caracterizar a esta crisis electoral como un espisodio de un proceso más profundo de la crisis política y construir un partido que impida para siempre los desvíos políticos del imperialismo y de la pequeña burguesía democratizante que le va a la rastra.