El petróleo, Rusia y los yanquis

En una jugada sin precedentes, la empresa petrolera rusa TNK-Tyumen acaba de contratar a tres grandes capitalistas occidentales para encabezar su consejo de administración. Los indicados son nada menos que los británicos Sir Peter Walters (ex presidente de la British Petroleum y del Midland Bank) y Sir William Purves (ex director del HSBC Bank) y el norteamericano James Harmon (ex presidente del Export-Import Bank norteamericano y director del banco de inversiones británico Schroders).


La TNK-Tyumen produce 1,1 millones de barriles por día y se espera que su producción aumente sustancialmente en los próximos años. Con su nuevo consejo de administración espera ser admitida en la Bolsa de Londres, algo que ya han conseguido las dos mayores petroleras rusas, la Lukoil y la Yukos. Esta última contrató para encabezar sus oficinas londinenses a Lord Owen, ex secretario de Relaciones Exteriores de los laboristas.


La elección de “Sires” y “Lores” por parte de las empresas petroleras rusas para encabezar sus consejos de administración “ilustra el hecho de que el mercado accionario de Londres pasó a ser visto, cada vez más, como un medio para atraer dinero internacional”. La designación del norteamericano Harmon, por su parte, “demuestra la gran mejora de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos registrada después de los ataques del 11 de septiembre” (The Guardian, 30/9).


Mientras las empresas rusas se “abren” al capital externo, los grandes pulpos petroleros corren a Rusia. La British Petroleum compró una cadena de estaciones de servicio en los alrededores de Moscú y está asociada a la TNK en la petrolera Sidanko. La Shell invierte 2.000 millones de dólares anuales para desarrollar el yacimiento gasífero de Sajalin-2 mientras que la Exxon desarrolla Sajalin-1, en el extremo este del país. Además del petróleo, se desarrollan inversiones en tierras, ferrovías, servicios financieros e infraestructura para la exportación petrolera.


Este activo movimiento de capitales ha permitido que la Bolsa de Moscú creciera un 70% el año pasado y este año acumule una ganancia del 30%. Frente a semejante desempeño, Wall Street, la City londinense y las Bolsas de Frankfort y Tokio palidecen de envidia.


El entramado de intereses petroleros entre Moscú, Londres y Texas que ponen de manifiesto estas designaciones y las inversiones de los grandes pulpos petroleros en Rusia explican por qué Putin autorizó al Pentágono a desplazar tropas y construir bases militares en las ex repúblicas soviéticas de Asia Central. Son los mismos intereses que llevan al gobierno ruso a negociar el reparto petrolero de Irak antes de dar la venia final a la embestida militar norteamericana