El PT, partido del gobierno

Luiza Erundina, ex intendente de São Paulo y miembro prominente de la dirección nacional del PT acaba de ingresar al gobierno de Itamar Franco como Secretaria de Administración Federal. La izquierdista nordestina compartirá el gabinete del vicepresidente de Collor, Itamar Franco, junto a banqueros y ministros igualmente “colloridos”. Para “ponerse a tono” con todos ellos, Erundina anunció, aún antes de asumir, su intención de revisar el estatuto de estabilidad de los empleados estatales.


La decisión de Itamar Franco de nominar a la ex intendente para “el peor cargo disponible” (Veja, 27/1) sacó a Erundina del ostracismo en que había caído después de la derrota del PT en las elecciones municipales paulistas de fines de 1992 y la proyectó nuevamente a las primeras planas de la prensa y, no menos importante, a la nómina de los abultados sueldos ministeriales. La aceptación del ministerio por parte de Erundina es una expresión suprema de “fisiologismo”, que es como llaman los brasileños al voraz apetito de los políticos vecinos por los fondos del presupuesto del Estado.


El “fisiologismo” de Erundina expresa la tendencia de una amplia capa social formada por miles de funcionarios, asesores y acaparadores de “puestos de confianza” del PT que han quedado “desocupados” después de las derrotas del PT en las recientes elecciones municipales. Esta capa de burócratas estatales profesionales, los parlamentarios, sus asesores, la burocracia sindical y los funcionarios de las “fundaciones” financiadas por los sindicatos, el estado y aún el imperialismo, ocupa el lugar decisivo en la dirección del PT.


El ingreso de Erundina al gabinete de Itamar ha sumido al PT en “la peor crisis de su historia” (O Estado de Sao Paulo, 27/1), esto por la simple razón de que “pinchó” la hipocresía de los dirigentes del PT, que pretendían fingir de partido opositor mientras sus parlamentarios votan las leyes fundamentales enviadas por el gobierno al congreso como, por ejemplo, la ”reforma fiscal” que grava los salarios, o mientras Lula sindica  a un “compañero de ruta” para el ministerio de Trabajo, cuyas oficinas se pueblan rápidamente de dirigentes del PT.


Precisamente “la aguda discusión interna provocada por la nominación de Erundina acabó revelando uno de los secretos mejor guardados por el PT: el partido ya está en el gobierno” (O Estado de São Paulo, 28/1). El actual ministro de Trabajo, Walter Barelli, “fue indicado en el gobierno de Itamar por el presidente petista, Lula Ignacio da Silva” consigna “O Estado”, citando como fuente a miembros del PT partidarios del ingreso de Erundina al gabinete. Barelli es un hombre con fuertes lazos con la burocracia sindical y con el propio Lula: durante diez años dirigió la DIESSE (centro de estudios económicos financiado por la CUT) y fue elegido por Lula como “coordinador del gabinete paralelo” en épocas del gobierno de Collor. Barelli, “aunque no sea dueño de un carnet del PT está tan identificado con el partido como lo puede estar Maradona con Boca”, afirma sin dudar el corresponsal de “Página 12” en Río de Janeiro. Barelli nombró en su ministerio a hombres de la DIESSE, del “gobierno paralelo” y del sindicato metalúrgico de San Bernardo do Campo y “muchas de las nominaciones pasaron por una consulta a la dirección partidaria” (ídem). Raimundo Kappel, miembro de la dirección estadual del PT, en Espíritu Santo, por ejemplo, ha sido designado delegado regional del Ministerio de Trabajo… y no es el único. El ingreso de Erundina al gabinete es, apenas, un extremo de la política general del PT.


Aunque haya violado una reciente resolución partidaria que rechaza el ingreso  formal al gobierno, Erundina no será expulsada… por la sencilla razón de que una fracción mayoritaria del Directorio Nacional coincide con ella. Una encuesta publicada por “O Estado” (29/1) revela que sobre 76 miembros del Directorio Nacional apenas 22 se declaran a favor de la expulsión. La “rebelión” de Erundina es abiertamente sostenida por el ala derecha encabezada por el diputado José Genoino y por una fracción mayoritaria de la Articulación (la tendencia de Lula) encabezada por José Dirceu y Aloizio Mercadante. Todos estos exigen que el Directorio Nacional adopte apenas una sanción “formal” contra la ministra y reclaman que el PT abandone la duplicidad “opositora” e ingrese abierta y públicamente al gobierno. Según sus promotores y la prensa, Genoino y Mercadante contarían con la mayoría del DN.


“La actual crisis política del PT coincide con la disgregación de su tendencia mayoritaria, la Articulación, liderada por Lula y que desde la fundación del partido formó su núcleo dirigente” (Folha de São Paulo, 31/1). “Existe consenso (en el PT) —dice el diario paulista— que el Congreso del partido, convocado para junio, traerá una recomposición de fuerzas que no garantiza la sobrevivencia de la Articulación”. En todo caso, el “affaire Erundina” acelerará la ruptura: el derechista Genoino advirtió que la expulsión de la ministra “traerá sangre”, mientras que Vladimir Palmeira, líder del ala “izquierdista” de la Articulación declaró que “el partido la expulsa o se acaba”. A partir de estas declaraciones antagónicas, es fácil prever que en los próximos días los dirigentes del ala izquierda del PT deberán apelar a la contorsión política y a comerse sus palabras.


El ingreso de Erundina al gobierno ha puesto de manifiesto la completa desmoralización política que ha ganado a la dirección del PT, la que evidentemente no quiere de ningún modo llegar al gobierno como fuerza política independiente, a caballo de la profunda crisis del régimen burgués (con 35% de inflación mensual y 30% de desocupados). Esta dirección compuesta en gran parte de ex stalinistas no sólo han renunciado a llevar adelante cualquier transformación social en el Brasil; también están convencidos de que si el PT llega al gobierno en el ‘94, eso ocurrirá en el marco de una situación real o potencialmente revolucionaria que se debe evitar a toda costa colaborando con todas las fracciones de la burguesía sin excepción, incluida  la más derechista. El ocaso de las ilusiones izquierdistas de todos estos ex stalinistas alimenta naturalmente el apetito fisiológico —último recurso individual en épocas de “incertidumbre”.


La crisis del PT es terminal y sin salida. La entrada de Erundina al gobierno y la lucha de aparatos que se ha desatado confirman que su dirección ha liquidado al PT como un canal de expresión y de organización de los trabajadores. El PT es una tabla podrida; la construcción de una nueva herramienta —clasista revolucionaria— para el desarrollo de la vanguardia obrera está planteada a la orden del día.