El PT traiciona una impresionante huelga docente

Después de 79 días, la burocracia sindical brasileña logró quebrar la mayor movilización docente de los últimos tiempos: la huelga de los 220.000 docentes de las 7.000 escuelas primarias y secundarias del Estado de Sao Paulo, a los que se sumaron los supervisores y los directores de escuela. Al momento de comenzar la huelga, el salario, docente, no alcanzaba, inflación mediante, a los 100 dólares mensuales …


Durante los más de dos meses de huelga, los docentes realizaron asambleas y manifestaciones en las que llegaron a reunirse 100.000 maestros, y significativas columnas de padres y alumnos, que revelaban el clima de amplio apoyo popular a la huelga.


Sin embargo, pese a la combatividad de los docentes y al apoyo popular, en una asamblea minoritaria la burocracia logró hacer levantar la huelga, pese a que el gobierno no se comprometió a atender ninguna de las reivindicaciones, y a que ni siquiera asegurase algún reajuste mensual, cuando la inflación ya supera el 35% mensual y sigue subiendo.


Una huelga extraordinaria


La huelga de los docentes paulistas fue parte de una ola de estallidos huelguísticos de los empleados públicos en todo el país contra el congelamiento salarial: huelgas docentes en casi todos los Estados, huelga y ocupación de numerosas intendencias en el Interior, huelgas en la salud y la justicia.


La huelga fue declarada contra la voluntad de la burocracia del sindicato docente, enrolada en la “Articulación”, la tendencia interna encabezada por Lula y mayoritaria en la dirección del PT y de la CUT. Después de un semestre de “negociaciones”, cuyo único objetivo fue dejar correr el tiempo, la burocracia pretendió postergar la huelga … pero fue derrotada.


La huelga creció enormemente, sobre todo en el interior del Estado, y se radicalizó después de que —en el curso de la primera manifestación— los docentes chocaron con la Policía Militar. Al grito de “esto no es Carandirú” (la prisión donde la PM masacró a más de 400 detenidos), los maestros hicieron retroceder a los gendarmes. Una segunda y mayor manifestación volvió a chocar con la PM, que armada con granadas de gas, carros de agua, caballos y perros impidió que los maestros llegaran frente al Palacio Bandeirantes (sede de la gobernación del Estado).


No pudiendo impedir la huelga, la burocracia intentó dominar la creciente radicalización del movimiento, oponiéndose a todos los reclamos provenientes de las asambleas en favor de la huelga general de los estatales paulistas —que apoyaban la huelga porque abría una vía para sus propias reivindicaciones— y de ocupar la Asamblea Legislativa para obligar al gobierno a rendirse. Su política se redujo a “darle aire” a las negociaciones y a denunciar a los activistas como “incendiarios”.


Pero en los momentos en que la política desmovilizadora de la burocracia comenzaba a producir un reflujo en amplios sectores huelguistas, unos mil docentes efectivamente ocuparon la Asamblea Legislativa. La medida —impulsada por el ala izquierda de la oposición, y por Causa Operaria— frustró los planes de la burocracia de levantar la huelga, que volvió a radicalizarse.


La burocracia, arrinconada, se jugó entonces a muerte para reventar la ocupación: amenazando a los docentes con “un baño de sangre”  logró, a través de sucesivas maniobras y votaciones en asambleas realizadas fuera de la Asamblea Legislativa, donde se concentraba el activismo, que se levantara la ocupación. A partir de este momento, y apoyándose en la disminución de los índices de huelga que ella misma había provocado (¡pero que continuaban siendo altísimos, del 80%!), la burocracia llevó al levantamiento y a la derrota.


La burocracia —y también el PST-U (el Mas brasileño)— sostienen que se había logrado una “victoria moral”, algo que, lo sabemos bien, es apenas un encubrimiento que realizan habitualmente los responsables de derrotas.  Pero si los docentes no triunfaron fue por la política de la burocracia, que castró las innumerables iniciativas combativas y la enorme energía demostrada por los maestros a lo largo de toda la huelga.