El pueblo le da la espalda al FMLN

En la segunda vuelta de las elecciones salvadoreñas, el derechista Armando Calderón, del oficialista Arena, se impuso con el 66% de los votos.


El provincial de los jesuitas (autoridad jerárquica de esta orden religiosa) para América Central, José María Tejeira, no dudó en definir a Calderón como “el jefe de un partido que ha asesinado a nuestros hermanos” (Le Monde, 26/4). Este es el hombre que ha ganado las elecciones que han venido a cerrar el “proceso de paz” patrocinado por la ONU, la burocracia castrista y el Foro de San Pablo. Más que un resultado electoral, la victoria del ultraderechista Calderón es un epitafio para esta política.


El candidato patrocinado por el FMLN, Rubén Zamora, obtuvo apenas el 33% de los votos.


El dato político excluyente, sin embargo, fue la enorme abstención del 54%, un 10% superior incluso a la ya elevadísima registrada en la primera vuelta… y equivale a la registrada en las últimas elecciones, cuando el FMLN llamaba al boicot en medio del combate entre el ejército y la guerrilla.  La “avalancha” de votos del derechista queda reducida a un módico 30% del padrón, y aun esto inflado por el fraude.


Los resultados de la segunda vuelta confirman la caracterización del PO en la primera vuelta: “el FMLN no ha logrado arrastrar a las urnas al pueblo que lo acompañó en la lucha armada” (PO Nº 416, 14/3).


El pueblo salvadoreño le dio la espalda al FMLN porque abandonó las reivindicaciones populares para pasarse, con armas y bagajes, a las posiciones de la burguesía salvadoreña y el imperialismo: en el curso de la campaña electoral, los dirigentes del FMLN no dudaron en alabar “los logros macroeconómicos” del gobierno del derechista Cristiani, la “libre empresa” y las privatizaciones, y hasta rechazaron el reclamo número uno del pueblo salvadoreño: el reparto de tierras a los campesinos pobres.