El puente de Minneapolis y la decadencia del capitalismo

A dos años de la destrucción de Nueva Orleáns por el huracán Katrina, el derrumbe del puente carretero de Minneapolis es otro síntoma de la enorme crisis estructural de la potencia capitalista más poderosa del planeta. El puente se cayó por falta de mantenimiento.


En el 2005, la Asociación de Ingenieros Civiles de Estados Unidos estudió el estado de la infraestructura del país. Calificó con una “D” (la peor nota) a sistemas de infraestructura tan decisivos como el sistema de aviación (aeropuertos, radares, estado de los aviones), el de diques y represas, el de agua potable, el de provisión de electricidad y el de eliminación de residuos tóxicos. Los puentes (incluido el que se cayó), fueron calificados un poco mejor: obtuvieron una “C”. A juzgar por estos datos, salta a la vista que en los Estados Unidos están en progresos varios “Cromañones”, incluso mucho más graves que el de Minnesota.


En el mismo informe se indica que serían necesarios 1,6 billones de dólares (casi dos millones de millones de dólares) en el curso de cinco años para reparar toda la infraestructura deteriorada. Semejante cifra, equivalente al 15% del PBI norteamericano, da una idea de la envergadura del deterioro.


El accidente demuestra que las cifras del PBI norteamericano son más truchas que las del Indek. Si se dedujera del cálculo la amortización de la infraestructura física, de educación y de salud, el “crecimiento” sería virtualmente nulo… o negativo. El accidente puso al descubierto el estancamiento real de una economía que parece “crecer” comiéndose la infraestructura creada por generaciones anteriores.


La degradación de la infraestructura es funcional a los negocios privados. La “iniciativa privada” va a reconstruir el puente de Minneapolis como reconstruyó a la destruida Nueva Orleans. Pero existe una resistencia popular generalizada a los servicios por peaje.