El régimen sionista prepara una guerra contra Irán

Con la complicidad del "Nobel de la Paz"

El gobierno de Israel se encuentra preparando un bombardeo inminente contra las instalaciones subterráneas del programa nuclear iraní, lo que sería, sin duda, el comienzo de una guerra segura en el volcán de Medio Oriente. La semana pasada, el régimen sionista llevó adelante una serie de ejercicios militares con misiles de largo alcance -los cuales pueden llegar hasta Irán. Los mismos tienen capacidad, por otra parte, para transportar ojivas nucleares. El gobierno israelí quiere poner fin a la “amenaza nuclear iraní” con su propio armamento nuclear. El diario Haaretz asegura que el gobierno israelí tomaría la decisión el 8 de noviembre.

Luego de la liberación del soldado secuestrado por Hamas, Netanyahu considera que tiene vía libre para bombardear Irán. El corresponsal militar del Jerusalem Post, Yakov Katz, señaló que con la liberación de Shalit “Israel puede avanzar ahora para resolver otros problemas estratégicos de la región, como el programa nuclear iraní”. “Si Israel hubiera atacado primero a Irán, el patrón de Hamás, eso hubiera hecho peligrar el acuerdo por Shalit” (Washington Post, 28/10). Gran Bretaña, por su parte, reconoció la existencia de una estrategia militar para desplegar tropas en Medio Oriente en caso de un ataque contra Teherán (Clarín, 4/11). Las razones del ataque serían unos informes secretos que indican la inminente fabricación de cuatro bombas nucleares por parte del régimen iraní -un dato severamente cuestionado por los especialistas en la materia- y la supuesta vinculación de Teherán con una serie de atentados desbaratados en el exterior. “Irán se ha vuelto el centro de atención tras el conflicto en Libia”, destacó el diario británico Daily Mail. En realidad, se ha convertido en el centro de las conspiraciones e intrigas militares del imperialismo y del sionismo en el cuadro de la bancarrota capitalista mundial.

El día D

Sin embargo, existe una división en el seno del sionismo y del imperialismo sobre las condiciones del ataque. “El jefe del ejército, general Benny Gantz, como los jefes de los tres servicios de inteligencia figuran entre los que rechazan el bombardeo unilateral y reclaman el apoyo de Washington y Londres” (El País, 3/11). La cúpula militar “preferiría, en todo caso, que fuera Estados Unidos quien asumiera la iniciativa de atacar” (ídem). La división entre el primer ministro, Netanyahu y su ministro de Defensa, Ehud Barak, por un lado, y el alto mando militar y los servicios de inteligencia, por el otro, en torno a un ataque inminente resultan muy marcados. Según una encuesta, el 41% de los israelíes estaría de acuerdo con un ataque a Irán. Esto, en un cuadro de bombardeo mediático permanente sobre la población que “vive un clima bélico” (Tiempo Argentino, 3/11). Netanyahu espera zanjar el quiebre social producido por la irrupción de los indignados israelíes, unificando a la población en torno de un planteo chovinista como la guerra contra Irán. Pero, difícilmente, puede encarar una iniciativa militar con las fuerzas armadas, y los servicios de inteligencia del lado contario.

El “Nobel de la Paz”

El gobierno norteamericano observa con preocupación a Irán -especialmente, luego del retiro de sus tropas en Irak. El imperialismo yanqui teme que Teherán ocupe el vacío dejado por la intervención militar que no logró reconstruir el aparato del Estado y un gobierno con autoridad política sobre las masas. Asimismo, Obama también debe afrontar otros dos flancos abiertos en la región: una intervención militar en Siria y la acelerada desintegración y descomposición del aparato estatal en Libia. En el primer caso, la situación apunta a un cuadro de guerra civil, en el que la oposición pro-imperialista agrupada en el Consejo Nacional de Transición reclama una intervención militar para “proteger a los civiles”. De la misma forma, un memo sobre Siria del Foreign Council sugiere, ante esta situación, evaluar la necesidad de decretar una liberación del espacio aéreo para bombardeos de la Otan, como se hizo para dar pie a la intervención imperialista en Libia. La otra razón de peso es la frontera entre Siria e Irak, que podría convertirse en un punto fuera de control. Libia, sin embargo, no da un panorama alentador para iniciar una nueva campaña militar en Siria.

El régimen de Al Assad podrá encontrar un punto de apoyo en Irán, lo que refuerza la necesidad del ataque “preventivo”, pero este podría finalmente precipitar una guerra de magnitud en la región. Dentro de este complejo entramado, la división dentro del régimen iraní funciona como un elemento de dilatación del ataque. Algunos sectores del imperialismo yanqui sugieren incrementar la presión política y las sanciones militares como forma de derrumbar al gobierno de Mahmoud Ahmadinejad, en momentos que atraviesa su peor crisis y evitar sí los costos de una nueva guerra.

Diplomacia ante todo

Resulta llamativo que, a pesar de la evidencia que existe sobre los preparativos militares de una nueva guerra imperialista en Medio Oriente -la cual tendría características, sin dudas, explosivas- y que tendría como objetivo último reforzar la dominación imperialista y aplastar la revolución de las masas árabes, la diplomacia de los países con gobiernos nacionalistas ha yan resuelto callarse la boca. La presidenta Cristina Kirchner no tuvo empacho, inclusive, en fotografiarse con el “Nobel de la Paz” en el G20, quien viene de encabezar una masacre en Libia. La clase obrera y los explotados de todo el mundo deben repudiar esta nueva provocación militar, exigir la expulsión del imperialismo de Medio Oriente y apoyar con todas sus fuerzas la revolución árabe.