“El retorno del hambre es dramático”

Los norteamericanos que no votaron

La situación social en los Estados Unidos se deteriora rápidamente y “la miseria alcanza niveles récords en las grandes ciudades norteamericanas” (Le Monde, 7/11).


Desde el ascenso de Bush al gobierno, se perdieron dos millones de empleos en el sector privado. El desempleo, del 6%, golpea sobre todo a a las minorías étnicas, las personas sin formación y los inmigrantes. Son los mismos que componen el 80% de la enorme población carcelaria norteamericana. Para los negros, los latinos y los inmigrantes, la alternativa es salarios de ultra-miseria, el desempleo o la cárcel.


Como consecuencia de los despidos y de la destrucción del sistema de seguridad social, está creciendo sistemáticamente el número de personas que son obligadas a dormir en la calle o en dormitorios comunitarios y que sólo comen en comedores populares. Según la “Coalición de los sin techo”, sólo en la ciudad de Nueva York y en el mes de octubre, más de 30.000 personas (13.000 de ellos niños) fueron recibidos durante la noche en los refugios municipales, “un número sin precedentes en los últimos diez años” (ídem). Los subsidios para el alojamiento son insuficientes: una familia de tres personas recibe 286 dólares por mes de la municipalidad de Nueva York; los alquileres más bajos, en los barrios más baratos, superan los 800 dólares.


Para no quedar en la calle, muchos desocupados y trabajadores de bajos salarios se ven obligados a gastar una parte sustancial de sus ingresos en alquiler; como consecuencia, crece de manera explosiva el número de personas que sólo puede comer en los comedores de la beneficencia.


En Nueva York, “la distribución de ayuda alimentaria no alcanza a satisfacer la demanda (que) alcanza niveles récord en los últimos 25 años” (ídem). En Madison (Wiscosin), y en Augusta (Georgia), los comedores distribuyen el doble de raciones que hace cuatro años y no logran satisfacer la demanda. En Oregon, donde se registra la tasa de desempleo más alta del país, 700.000 personas (sobre 3,5 millones de habitantes del Estado) reciben ayuda alimentaria. En promedio nacional, se distribuye un 30% más de raciones que el año pasado: casi 30 millones de personas en todos los Estados Unidos comen sólo gracias a estos comedores.


“El retorno del hambre es dramático” reconoce Robert Forney, presidente de ‘Segunda Cosecha’, la mayor organización de lucha contra el hambre en los Estados Unidos.