El terremoto turco

Por tres votos de diferencia, el Parlamento turco rechazó autorizar el despliegue de 62.000 soldados norteamericanos en su territorio, que sería utilizado como base de lanzamiento del ataque norteamericano contra el norte de Irak. El acuerdo, trabajosamente preparado, establecía una “compensación económica” de 30.000 millones de dólares para Turquía.


El gobierno turco, sin embargo, ya anunció que volverá a enviar la propuesta al Parlamento, y el jefe de las fuerzas armadas la respaldó públicamente. Para mostrar su disposición a colaborar con la invasión, autorizó el desplazamiento de varios convoyes con equipo militar norteamericano hacia la frontera con Irak, en abierto desafío al Parlamento.


Turquía no puede quedar fuera de una guerra que, sin embargo, significa para ella un duro revés, porque haría difícil su integración a la Unión Europea y la llevaría a una crisis militar indefinida en el norte de Irak, con el pueblo kurdo. Con una economía quebrada y una deuda de 100.000 millones de dólares, la pérdida de los 30.000 millones prometidos por los norteamericanos sería un golpe demoledor; también el FMI acordó un paquete de “salvataje” que podría hundirse si no hay acuerdo con Estados Unidos. La caída de la Bolsa turca en un 13% en un solo día, inmediatamente después de que el Parlamento rechazó el acuerdo, refleja los temores de la burguesía. Turquía tiene poderosas razones económicas para sostener la guerra norteamericana, particularmente después de “lo poco que la Unión Europea le ofreció a Turquía, si es que le ofreció algo, en la vía de su apoyo económico y político en los últimos días” (Financial Times, 5/3).


Turquía quiere impedir que surja un Estado kurdo autónomo en el norte de Irak después de la caída de Saddam. En Turquía viven doce millones de kurdos que vienen sosteniendo una lucha centenaria por su autodeterminación.


El acuerdo con Estados Unidos establece la entrada masiva de tropas turcas en el norte de Irak para aplastar cualquier intento kurdo por establecer una zona autónoma. Los turcos obtuvieron, además, que un general turco esté presente en el gobierno militar y que un funcionario del gobierno integre la “administración civil” norteamericana que gobernarán Irak. Tanto o más importante, obtuvo garantías de que el ejército turco participará en el desarme de las milicias kurdas. Turquía no podría hacer nada de esto sin el acuerdo con Estados Unidos. Una intervención turca en el norte de Irak sin acuerdo con los norteamericanos, o una intervención norteamericana sin el acuerdo con Turquía “sería desastrosa para ambos” (Financial Times, 1/3).


Pero la aceptación del acuerdo con Estados Unidos no le ahorrará a Turquía una gruesa crisis política. En primer lugar, porque la oposición popular a la guerra es inmensa. Pero, además, porque el sector de la burguesía partidario de la Unión Europea es conciente de que el acuerdo con los Estados Unidos y la ocupación del norte de Irak bloquean efectivamente su ingreso a la UE.


Cambie o no la resolución del Parlamento, Turquía enfrenta un seguro terremoto político.