El tobogán Europa

El miércoles 15 de mayo, la oficina estadística de la Unión Europea anunció que en marzo pasado se completó un año y medio de caídas trimestrales consecutivas de la actividad económica en la región, "la recesión más larga de (su) historia". El dato global es, por supuesto, un promedio de los resultados desiguales en los 17 países que integran la UE. Grecia, en un extremo, se hunde casi un 30% en un lustro. España ya alcanzó un 27% de su población activa desocupada. En España y en Grecia, dos jóvenes de cada tres están sin empleo; en ambos casos se trata de las generaciones con mejor calificación laboral de la historia. La economía portuguesa se encuentra en retroceso desde hace 27 meses en forma ininterrumpida: en 2012 tuvo una caída sin precedentes del 4%. En Italia, otro récord: 21 meses de caída de su producto bruto.


La novedad ahora no es sólo que Francia se sumó formalmente al pelotón de los países en recesión, sino que Alemania registró un aumento de apenas un 0,1% en el último trimestre. Este es un punto clave: "¿Qué pueden esperar los empresarios españoles e italianos -dice The New York Times- si el mercado del norte se derrumba?". El PBI es un cómputo de creación de riqueza sin rigor, pues excluye la amortización de los activos físicos que se han gastado en el proceso económico. Como la amortización tiene una tendencia acelerada, su exclusión infla las comparaciones entre diversos ejercicios. La economía mundial, con excepción de algunos bolsones, se encuentra claramente en depresión.


Nada ilustra mejor este punto que la situación de la banca, cuyos activos se encuentran computados al valor de compra u original, y no al del mercado. Si se deflacionaran esos valores, los bancos irían a la quiebra y los PBI caerían al abismo. La prensa financiera califica al sistema bancario mundial con el término de 'zombies'. Los bancos siguen en pie por el dinero que les aportan los bancos centrales. Un reciente informe publicado por La Jornada, de México, revela que sin esa inyección hubieran cerrado nueve de cada diez bancos españoles.


La Unión Europea se aproxima aceleradamente a un punto de explosión. Hace un año, cuando ocurrió la corrida a los bancos en Grecia, se planteó que la única alternativa sería poner en pie una Unión Bancaria Europea que combinara un método de liquidación de los bancos insolventes con un seguro continental a los depósitos inferiores a cierto monto. La propuesta está paralizada, porque los países más débiles no quieren entregar el control de sus bancos a Alemania. Esto quedó ilustrado en Chipre, cuando Berlín se negó a aportar el dinero para rescatar a los bancos, cargando todo el peso de la quiebra sobre los magnates rusos que tenían la mayor parte del dinero depositado en esos bancos.


Un estudio de la Fundación Ebert, "el mayor ya realizado sobre el futuro de la eurozona", es lapidario. Describe una "fase de transición" que lleva a la agitación social y las protestas masivas, a la "ruptura" de la eurozona y a la "desintegración" (www.finanzas.com/xl-semanal/magazine/20130414/2020-europa-cuatro-escenarios-5148.html). El informe imagina tres clases de "rupturas": a la yugoslava, a la rusa y a la "mezzogiorno" -la que alude a los separatismos en España, Bélgica, Gran Bretaña, o al que propugna la Liga del Norte italiana. El informe no considera, sin embargo, las perspectivas de una intervención decidida del proletariado en la crisis, la que plantearía los Estados Unidos Socialistas de Europa.