¿El Vaticano encontró su Walesa en Cuba?

Está previsto el encuentro en los próximos días entre el Papa y Fidel Castro, en Roma, y está casi confirma­da la visita del primero a la Isla en octubre de 1997. Mediaron para ello, “gestos inusitados” hacia la Iglesia en Cuba. Así lo afirma el conocido pe­riodista norteamericano Tad Szulc en un artículo que publicó la Folha de San Pablo (27/10).


“El Vaticano y la Iglesia cuba­na acreditan que, como parte de la evolución liberalizante que ya está ocurriendo en Cuba —por lo menos en el campo económico, a pesar que aún no en el político— Fidel concluyó que tendrá más para ganar tratando a la Iglesia como una especie de socia, en lu­gar de verla como su adversaria ideológica”.


Después que “Fidel anuló la prohibición de la práctica reli­giosa de los miembros del Parti­do Comunista”, que “financió el viaje de 200 católicos cubanos a Roma”, que “autorizó a la Iglesia abrir una agencia de Caritas” y “una sucursal de la Pontificia Co­misión de Justicia y Paz, para promover los derechos huma­nos”, y que “permitió el ingreso al país de curas y monjas extranje­ros, para enseñar en escuelas pa­rroquiales”; después de todo esto, en agosto pasado, se produjo, según Tad Szulc, “el viraje más impor­tante”, cuando el Comité Central del P.C. publicó un “largo documento” que afirma “que la práctica reli­giosa ‘no constituye problema para la Revolución Cubana, des­de el momento que ella promueve el amor desinteresado por el próximo, la protección a los más frágiles y desvalidos, la unidad de la familia, la justicia social y las virtudes morales y de la ciu­dadanía‘…”.


Esta declaración provocó un “re­conocimiento abierto” del carde­nal de La Habana, en una homilía, en la que destacó “la misión” que se reserva “para la Iglesia, en la fa­milia y en la comunidad humana, misión que identifica a los cre­yentes como verdaderos hom­bres y mujeres de fe” (ídem).


Se trata, en consecuencia, de la consagración de derechos políticos, culturales e ideológicos en favor de la Iglesia y el Vaticano, que se le niega, sin embargo, a cualquier ciudadano o trabajador que quisiera formar un partido político. Esto significa que la burocracia de la Iglesia pasa a compartir el monopolio estatal con la bu­rocracia del pártido comunista, de la misma manera que ésta lo está haciendo con el capital extranjero. La Iglesia, informa The Miami Herald, está “gestionando” la visita del Papa bajo “concesiones sustancia­les”, entre las que señala: “un mayor papel en la educación en la isla, dar una participación equitativa en la prensa controlada por el gobierno y suavizar las restriccio­nes a los visados de sacerdotes y monjas extranjeros que trabajan en las misiones” (reproducido por El Mercurio, 13/10). El corresponsal de Clarín en el Vaticano informa, ade­más, que reclama la “libertad de prensa para comunicarse con los fieles, y medios: permiso para im­portar vehículos, fotocopiadoras, computadoras” (30/10). La Iglesia quiere todo esto para afianzar el pro­ceso de restauración capitalista en la isla.


Por eso, ahora, a diferencia “del pasado en que temía (Fidel) que la presencia de Juan Pablo II pu­diese desencadenar manifesta­ciones contra su régimen, po­niendo en riesgo su control sobre Cuba” —dice una vez más Tad Szulc—…esos temores ya no existen. La televisión “divulgó imágenes del presidente conversando con el arzobispo Beniamino Stella, el nuncio papal en Cuba, y con altos representantes del clero cubano…el próximo aconteci­miento inusitado, para la televisión cubana y su audiencia, tal vez sea la imagen de Juan Pablo II y Fidel Castro apretándose las manos en el Vaticano” (ídem).