Internacionales
7/11/1996|518
¿El Vaticano encontró su Walesa en Cuba?
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Está previsto el encuentro en los próximos días entre el Papa y Fidel Castro, en Roma, y está casi confirmada la visita del primero a la Isla en octubre de 1997. Mediaron para ello, “gestos inusitados” hacia la Iglesia en Cuba. Así lo afirma el conocido periodista norteamericano Tad Szulc en un artículo que publicó la Folha de San Pablo (27/10).
“El Vaticano y la Iglesia cubana acreditan que, como parte de la evolución liberalizante que ya está ocurriendo en Cuba —por lo menos en el campo económico, a pesar que aún no en el político— Fidel concluyó que tendrá más para ganar tratando a la Iglesia como una especie de socia, en lugar de verla como su adversaria ideológica”.
Después que “Fidel anuló la prohibición de la práctica religiosa de los miembros del Partido Comunista”, que “financió el viaje de 200 católicos cubanos a Roma”, que “autorizó a la Iglesia abrir una agencia de Caritas” y “una sucursal de la Pontificia Comisión de Justicia y Paz, para promover los derechos humanos”, y que “permitió el ingreso al país de curas y monjas extranjeros, para enseñar en escuelas parroquiales”; después de todo esto, en agosto pasado, se produjo, según Tad Szulc, “el viraje más importante”, cuando el Comité Central del P.C. publicó un “largo documento” que afirma “que la práctica religiosa ‘no constituye problema para la Revolución Cubana, desde el momento que ella promueve el amor desinteresado por el próximo, la protección a los más frágiles y desvalidos, la unidad de la familia, la justicia social y las virtudes morales y de la ciudadanía‘…”.
Esta declaración provocó un “reconocimiento abierto” del cardenal de La Habana, en una homilía, en la que destacó “la misión” que se reserva “para la Iglesia, en la familia y en la comunidad humana, misión que identifica a los creyentes como verdaderos hombres y mujeres de fe” (ídem).
Se trata, en consecuencia, de la consagración de derechos políticos, culturales e ideológicos en favor de la Iglesia y el Vaticano, que se le niega, sin embargo, a cualquier ciudadano o trabajador que quisiera formar un partido político. Esto significa que la burocracia de la Iglesia pasa a compartir el monopolio estatal con la burocracia del pártido comunista, de la misma manera que ésta lo está haciendo con el capital extranjero. La Iglesia, informa The Miami Herald, está “gestionando” la visita del Papa bajo “concesiones sustanciales”, entre las que señala: “un mayor papel en la educación en la isla, dar una participación equitativa en la prensa controlada por el gobierno y suavizar las restricciones a los visados de sacerdotes y monjas extranjeros que trabajan en las misiones” (reproducido por El Mercurio, 13/10). El corresponsal de Clarín en el Vaticano informa, además, que reclama la “libertad de prensa para comunicarse con los fieles, y medios: permiso para importar vehículos, fotocopiadoras, computadoras” (30/10). La Iglesia quiere todo esto para afianzar el proceso de restauración capitalista en la isla.
Por eso, ahora, a diferencia “del pasado en que temía (Fidel) que la presencia de Juan Pablo II pudiese desencadenar manifestaciones contra su régimen, poniendo en riesgo su control sobre Cuba” —dice una vez más Tad Szulc—…esos temores ya no existen. La televisión “divulgó imágenes del presidente conversando con el arzobispo Beniamino Stella, el nuncio papal en Cuba, y con altos representantes del clero cubano…el próximo acontecimiento inusitado, para la televisión cubana y su audiencia, tal vez sea la imagen de Juan Pablo II y Fidel Castro apretándose las manos en el Vaticano” (ídem).