Elecciones en Gran Bretaña: Sanders a la inglesa

Lejos de cerrar la crisis, las elecciones amenazan convertirse en un episodio de su agravamiento.


Las elecciones británicas pueden deparar un nuevo cimbronazo, luego de lo ocurrido en el Brexit.


 


Apenas semanas atrás, la primera ministra conservadora Theresa May era amplia favorita para ganar las elecciones. Ahora, en la recta final de la campaña, el candidato del laborismo Jeremy Corbyn le viene pisando los talones. Mientras que en abril los sondeos daban una ventaja de 20 puntos, a pocos días de los comicios algunas encuestas arrojan reducen esa diferencia a 3 puntos y vaticinan una contundente derrota de May en la capital.


 


Crisis social y Brexit


 


May convocó elecciones anticipadas con el propósito de reforzar su autoridad con vistas a las negociaciones del Brexit que comienza el 19 de junio, para lo cual apostaba a contar con una mayoría de 100 diputados en el parlamento y mejorar la correlación de fuerzas actual, donde el conservadorismo cuenta apenas con una exigua mayoría. Un fuerte respaldo le permitiría reforzar su liderazgo en su propio partido, atravesado por choques y divisiones internas, pero por sobre todo pilotear la enorme crisis económica .El objetivo de la primer ministra es encarar un fuerte ajuste, con recortes presupuestarios y un ataque a los trabajadores.


 


Precisamente, la agenda económica y social ha pasado al primer plano en la contienda electoral –desplazando incluso, según algunos analistas, la atención por el Brexit. El laborismo presentó propuestas concretas –nacionalización de trenes, servicios energéticos y agua, fuerte inversión en salud, educación y vivienda, eliminación de las matrículas universitarias– con una propuesta adicional que explica cómo serían financiadas: impuestos al 5% más rico y a las transacciones financieras, combate a las guaridas fiscales y a la evasión. No es casual que su principal caudal de adhesión provenga de la juventud. Particularmente, el planteo de la supresión de las matrículas ha despertado una enorme corriente de simpatía entre los estudiantes, donde las cuotas que deben pagar se han vuelto prohibitivas. La propuesta laborista se circunscribe a los nuevos ingresantes pero el reclamo ahora se ha extendido a toda la población universitaria que está ya cursando sus estudios.


 


La dirigente conservadora, en cambio, se ha ganado el rechazo de la población, pues ni siquiera cumplió con la promesa de mejoras en la asistencia social –uno de sus pocos compromisos en materia social al momento de su asunción. Uno de los slogan que circula profusamente por las redes sociales contra la mandataria, es la de “Liar” (mentirosa), en prueba de rechazo y denuncia por su conducta.


 


Los conservadores, a partir de la extraordinaria remontada de los laboristas, han reforzado su perfil como los únicos capaces de pilotear y llevar adelante exitosamente el Brexit. La crisis económica y social, sin embargo, se ha filtrado también en la propia cuestión de la salida de la UE del Reino Unido. Corbyn acepta el resultado del referéndum, pero se presenta como el adalid de un “soft Brexit” que cuide el vínculo económico con la Unión Europea y defienda una agenda social. Corbyn criticó el “Hard Brexit” conservador y puso el acento en los europeos que viven en el Reino Unido: “Es una vergüenza que los Torys no hayan hecho nada sobre este tema. Son tres millones de personas que quedaron en el limbo. Es inmoral”, indicó el líder laborista (Página12, 5/6).


 


Los recientes atentados del EI que han conmovido el país tampoco han ayudado a May a remontar en las acuestas. A diferencia de otras experiencias del pasado, la condena y demonización de los inmigrantes no le ha permitido al gobierno inclinar la opinión pública a su favor.


 


El líder laborista, en cambio, puso el acento en la responsabilidad que tenía Gran Bretaña en el accionar del EI. Corbyn desafió a May a publicar un informe elaborado por los servicios británicos que “identifica a Arabia Saudita, uno de los mejores socios comerciales y compradores de armamentos de Gran Bretaña, como el financista de los grupos, sus mezquitas y su entrenamiento” (Clarín, 6/6). Esto es un giro en el libreto laborista, que poco tiempo atrás había puesto paños fríos en su prédica pacifista –con el retiro de Corbyn de comités de campana contra la guerra.


 


También en la cuestión de los atentados se coló la crítica a los planes de austeridad económica –aunque esta vez para reclamar, como lo hizo el dirigente laborista, un reforzamiento policial y reponer en sus puestos a los 20.000 policías que han sido cesanteados como consecuencia del ajuste en curso.


 


Las elecciones, como salta a la vista por lo expuesto, están dominadas por los problemas crecientes que enfrenta la economía británica. El país soporta un déficit de cuenta corriente del 7%, lo que redunda en un incremento de la deuda externa de 130 mil millones de libras esterlinas, a lo que se suma una deuda pública del 86% del PBI. Esto se combina con una situación extremadamente comprometida del sistema bancario. Este panorama ha acentuado la división y disputa interna de la clase capitalista en torno a quién debe pagar los platos rotos y quién debe recibir un auxilio por parte del Estado –una querella que se traslada al interior del partido gobernante


 


Perspectivas


 


Lejos de cerrar la crisis, las elecciones amenazan convertirse en un episodio de su agravamiento. Aunque May termine ganando los comicios, el escenario más probable es que lo haga con un escaso margen, lo cual va a comprometer su mandato. Se acentuarán las pujas internas dentro del partido gobernante y, ni que hablar, las tendencias secesionistas de Escocia e Irlanda del Norte.


 


Lo más importante es el vuelco en el estado de ánimo popular, cuyo descontento, oposición y resistencia al gobierno y planes de austeridad vienen creciendo. Los meses siguientes a la votación del Brexit vieron un aumento en conflictos y movilizaciones. En noviembre, 15.000 estudiantes y docentes marcharon en Londres en oposición a los ataques del gobierno contra la educación terciaria y universitaria, que reducían la asistencia financiera a estudiantes de bajos recursos. En enero del 2017 se desencadenaron importantes huelgas de trabajadores del subterráneo, ferroviarios y aeronáuticos, contra despidos y flexibilización y por aumentos salariales. A esto hay que agregar la reacción popular contra Trump en el país: miles de manifestantes ganaron la calle en oposición al magnate y en rechazo a los compromisos asumidos con éste por la primera ministra británica.


 


Corbyn ha terminado canalizando esta creciente disconformidad popular –una reiteración del fenómeno Sanders pero a la inglesa. El ascenso del ala izquierda del laborismo expresa este giro de las masas y al mismo tiempo es un recurso para controlarlo. No se puede obviar que el Partido Laborista, bajo el liderazgo de Corbyn, viene siendo cómplice del ajuste; el actual candidato instruyó a los muchos concejos municipales laboristas a proseguir con la política de austeridad brutal impulsada por el gobierno conservador. Sus representantes políticos, así como la burocracia sindical que le es adicta, vienen jugando un rol en apaciguar los conflictos y abortar las luchas.


 


Esto es lo que explica el recelo que existe con el partido laborista en las filas de los trabajadores y la juventud. Como lo destacan algunos comentarios, estos sectores van a votar por Corbyn pero con desconfianza –absolutamente fundada. El laborismo tiene limitaciones políticas insalvables. Los trabajadores están llamados a hacer una experiencia fundamental en la etapa política convulsiva en la que entra Gran Bretaña.