El AKP, partido del primer ministro Erdogan, ganó las elecciones municipales turcas con el 46 por ciento de los votos -más que en 2009. El BDP ganó en las áreas donde es mayoría la población kurda. Erdogan, un islamista moderado, expresa el intento de un ala de la burguesía turca de rivalizar con Israel como potencia regional.

Las elecciones estuvieron precedidas por las gigantescas movilizaciones de junio pasado y por una crisis política. El pasaje a la oposición de un sector islamista coincidió con el estallido de un escándalo de corrupción, que provocó la renuncia de varios ministros. Erdogan podría avanzar ahora en una reforma constitucional de sesgo presidencialista. Su tentativa de quedarse en el poder hasta 2023, sin embargo, deberá enfrentar la crisis económica (desvalorización de la lira y fuga de capitales) y el resurgimiento de la movilización popular, la que no encontró esta vez una traducción electoral propia.