Entre bueyes no hay cornadas

La victoria electoral —fraude mediante— que obtuvo el candidato colorado Juan Carlos Wasmosy, “caballo del comisario” del presidente Rodríguez, de los mandos militares y de los grupos capitalistas más poderosos del Paraguay, no logra ocultar el hundimiento del Partido Colorado, partido-Estado de la burguesía paraguaya desde hace medio siglo. Del 75% de los votos en las presidenciales de 1991 cayó al 50% en las constituyentes de 1992 y a poco más del 35% de los votos en las presidenciales del domingo pasado.


El Partido Colorado está fracturado. Luis María Argaña, vencedor en las internas coloradas, fue “vetado” por Rodríguez, el alto mando y los “barones de Itaipú” (los contratistas de obras públicas ligados a Stroessner que se enriquecieron con los negociados y corruptelas de los contratos de Itaipú y Yacyretá).


Wasmosy es uno de los mayores “barones”, célebre por haber acumulado una fortuna de 20.000 millones de dólares… ¡sólo por los sobreprecios de Itaipú! El “golpe” contra Argaña, al que se lo sindicaba como el candidato de Stroessner, tuvo su correlato en las FF.AA., donde fueron desplazados —bajo denuncias de corrupción— los mandos adictos a éste. Despojado de la candidatura colorada, Argaña llamó públicamente a votar contra Wasmosy.


Las divergencias entre Argaña y Wasmosy fueron sintetizadas por este último: “él está por el estatismo; nosotros por la iniciativa privada”. Detrás de la disputa por la candidatura colorada se enfrentaron dos poderosos grupos capitalistas: uno, el de Argaña, ligado a las prebendas de las empresas estatales; el otro, el de Wasmosy, que pretende apropiarse de esas empresas mediante su “privatización”.


El programa perfectamente menemista de Wasmosy no presenta ninguna diferencia sustancial, sin embargo, con los de los “opositores” Laino (liberal auténtico) y Caballero Vargas (Encuentro Nacional). Un corresponsal llega a afirmar que “(hay) tres candidatos con igual programa económico: todos proponen apertura, equilibrio fiscal y privatización” (Ambito Financiero, 5/5). Esta coincidiencia fundamental explica la completa de la “oposición” frente al fraude montado en favor de Wasmosy.


La consustanciación de los tres candidatos con la “iniciativa privada” explica la confusión de la prensa a la hora de definir cuál de los candidatos contaba con el apoyo de la embajada norteamericana: para Clarín, el embajador yanqui apoyaba a Laino, para La República (de Montevideo) el apoyo “se repartía por igual” entre Wasmosy y Caballero Vargas. El imperialismo, en realidad, apoyó al “frente privatizador oficialista-opositor” que monopolizó las elecciones.


Frente a los “barones de Itaipú” se encontraban los capitalistas que sostenían a Caballero Vargas, un magnate textil apoyado por la Iglesia y visto con simpatía por amplios círculos imperialistas, cuyo “combate” contra la dictadura se redujo a rechazar las invitaciones a las fiestas de cumpleaños de Stroessner. Aunque los “barones de Itaipú” ganaron la presidencia, la “oposición” ha obtenido la mayoría en el Congreso. El resultado electoral obliga a los “privatizadores” a marchar a un cogobierno de la “oposición democrática” y los “nietos” de Stroessner, no sólo para imponer las privatizaciones sino además para hacer frente a una crisis potencialmente explosiva por el hundimiento del partido colorado, la división de las FF.AA., la agudización de las luchas interburguesas y el agravamiento de la crisis económica. Pocas horas después de las elecciones, Wasmosy se declaró partidario de un “amplio acuerdo parlamentario” y hasta de integrar a algunos hombres de la oposición en el gabinete. Ya antes de las elecciones, Caballero Vargas había reclamado “una amplia concertación política y social que haga efectiva la gobernabilidad” (La República, 29/4).


Como no podía ser de otra manera, el stalinismo y la centroizquierda fueron la “pata izquierda” del festín privatizador en ciernes. “Asunción para todos”, la coalición centroizquierdista-stalinista-burocrática que conquistó la intendencia de Asunción hace dos años, se dividió: una fracción apoyó directamente a Caballero Vargas; la otra, en la que revistaba el stalinismo, levantó la candidatura de Eduardo Canese, con una “plataforma que está lejos del estatismo preconizado años atrás por esos mismos grupos” (La Nación, 4/2). Pocos días antes de los comicios, Canese desistió de su candidatura para llamar a votar por Caballero Vargas.