“Es falso decir que las protestas del 11 de Julio fueron contrarrevolucionarias”

Reportaje a Frank García Hernández, del colectivo editorial de Comunistas de Cuba

A un año del 11J, Frank examina la situación política y económica de Cuba

Luis Brunetto: ¿Cómo definirías las movilizaciones del 11 de julio de 2021? ¿Fueron efectivamente movilizaciones de la derecha contrarrevolucionaria como pretende el gobierno cubano?

Frank García Hernández: Sostener que las protestas del 11 de Julio fueron de derecha o contrarrevolucionarias es darle una capacidad de organización y movilización a la contrarrevolución que no tiene. En Cuba ninguna organización que se oponga al gobierno tiene la capacidad de movilizar a miles de personas a nivel nacional. El día que en Cuba exista una organización a nivel nacional que logre realizar una acción de protesta como la del 11 y el 12 de julio -porque continuaron el 12-, que tenga esa capacidad de convocatoria, sólo será una organización de la clase trabajadora, porque quienes se movilizaron el 11 y el 12 de julio no fue la burguesía, no fue la contrarrevolución, fueron trabajadoras y trabajadores. Es cierto que salieron a la calle contrarrevolucionarios que hoy están presos y por los cuales Comunistas no va a mover un dedo; es cierto también que estaba el 27N: una agrupación de artistas e intelectuales muy similar a aquellos núcleos de oposición intelectual en la Europa del Este, como la Carta de los 77 que coordinó Vaclav Havel.

El 27N, no sé si recuerdas, nace a raíz de las protestas del 27 de noviembre de 2020 frente al Ministerio de Cultura cuando alrededor de 300 artistas, intelectuales y estudiantes universitarios exigieron básicamente el levantamiento de la censura y exigieron más derechos civiles. Allí nace esa organización que tuvo un carácter políticamente amplio, donde había desde comunistas hasta anticomunistas. Era el típico frente amplio donde caben muchas tendencias ideológicas, pero que finalmente una termina hegemonizando la política de la organización. En este caso el 27N terminó siendo controlado por la centroderecha; aunque en realidad, terminó siendo destruido por la persecución del gobierno contra sus principales referentes donde destacaba la artista plástica cubana Tania Bruguera quien decidió exiliarse en Estados Unidos, si no me equivoco, trabajando en la Universidad de Harvard.

Esto es importante recordarlo porque el 11 de Julio el 27N era la organización de oposición más articulada; y ni siquiera esa organización -que si hubiese tenido la intención de ponerse al frente de la masa la habría conducido- ni siquiera el 27N lo hizo. No lo hizo porque las protestas del 11 de julio tuvieron un carácter obrero y popular, mientras que el 27N estaba enfocado en reivindicaciones de derechos civiles, pensados desde una élite intelectual. Entonces, repito, además de falso, decir que las protestas del 11 de Julio fueron contrarrevolucionarias, o que fueron organizadas por la contrarrevolución es atribuirle a la contrarrevolución un poder que no tiene. Por si fuera poco, ahora desde el gobierno están diciendo que las protestas del 11 de julio fue un intento de golpe blando o golpe vandálico. Es tanto peligroso como preocupante que un gobierno en medio de una crisis económica y política tan grave como la que estamos viviendo, esté tan desconectado de la realidad y no se haya percatado de que las protestas del 11J no fueron coordinadas desde el extranjero, ni por la oposición nacional, y sí fue una explosión espontánea de las masas populares, hambreadas y agotadas.

LB: ¿Y hubo algún tipo de respuesta a los reclamos?

FGH: Al principio el gobierno no podía aparecer con una posición tan tonta como esa que hablamos, porque todos sabíamos, hasta los más oficialistas sabían que las protestas no habían sido coordinadas ni desde el extranjero, ni por la oposición. Pero paulatinamente el gobierno se volvió más cerrado a la presión popular y ha ido ignorando, al menos desde el discurso, las causas de las protestas. Sin embargo, hay un detalle que muchas veces se olvida en los análisis del 11 de julio, y es que esas protestas sí lograron algo importante. En la mayoría de los barrios que protestaron al menos hubo algún cambio; como construir una escuela que no había, por ejemplo, en un barrio que está acá en Marianao. Faltaban cosas básicas que ya había logrado la Revolución hace décadas como una escuela o un policlínico. Entonces se les dio respuesta y solución a algunos problemas de los barrios que protestaron. Hoy la prensa oficial presenta los cambios positivos que han vivido esos barrios como parte de una supuesta buena gestión del gobierno, pero en realidad esas mejorías son fruto de las protestas del 11 de julio.

LB: Ese día vos caíste preso y finalmente fuiste expulsado del Partido Comunista…

FGH: Sí: fui preso, pero fui liberado inmediatamente y después sobreseído, porque se fue demostrando que no realicé actos violentos. A todos los que fuimos detenidos mínimo se nos procesaba por alteración del orden público. A mí, por la presión internacional y porque era miembro del Partido Comunista, fui liberado en 24 horas. Finalmente fui expulsado del partido producto de un juicio político que me montaron los difamadores oportunistas Alejandro Gumá, Luis Emilio Aybar y Fernando Luis Rojas; este último hijo de un viceministro de Cultura quien en algún momento fue rojo y hoy es gris. Fue lo suficientemente rojo como para trabajar con una editorial extranjera en una selección de textos de Trotsky, pero fue lo estalinoidemente gris como para prohibir la realización del Evento León Trotsky en La Habana; que coordiné y finalmente realicé en mayo de 2019. Los tristes Gumá, Aybar y Rojas hijo insistieron en manipular mis artículos, fueron a Telesur a difamar de mí diciendo que yo estaba tirando piedras y gritando “Patria y vida” y que estaba con el bando de la contrarrevolución.

LB: Luego fuiste despedido de tu trabajo en Telesur

FGH: Como en toda persecución política típica de mentalidades reproductoras de prácticas estalinistas hubo una alta dosis de mediocridad y celos personales por parte de quienes pidieron mi separación de Telesur. Yo había terminado siendo jefe de redacción web de Telesur en el turno de la tarde, pero empecé como un redactor más. El mismo día que yo comienzo en Telesur, también comenzó este Fernando Rojas, el hijo del viceministro que fue rojo y hoy es gris: el tipo entró sin hacer ningún examen, sin ninguna prueba que demostrara su capacidad, y lo pusieron como editor de la redacción web, o sea, editando los textos que escribían los redactores, supervisando cómo ellos los montaban en el CMS de la página de Telesur y seleccionando noticias. Nadie que no estuviera familiarizado con las normas editoriales de Telesur, con el CMS de Telesur y con la metodología de trabajo de Telesur, podía subir al cargo de editor, so pena de ser un incapaz. Sin embargo, este fue en el caso de ese hombre, obvio, por ser el hijo de un viceministro. No demoró en demostrar su incapacidad y las quejas por sus continuos errores eran comunes. En un momento, por problemas de salud, durante la pandemia, le informo a la dirección de Telesur de Venezuela que yo renunciaba. Sin embargo, la dirección de Telesur me propuso darme internet gratis, no tener que trabajar en la sede y adoptar el teletrabajo. Poco tiempo después me ascienden a editor y más tarde a Jefe de Edición web de Telesur en el turno de la tarde-noche. Fernando Rojas hace una jugada oportunista: viendo mi caso también le pide a la dirección de Telesur trabajar desde su casa. Él esperaba que la dirección de Caracas le respondiera igual que a mí, pero evidentemente el desempeño profesional de él no era muy bueno, y la respuesta fue “¿tú quieres renunciar?: renuncia”. Entonces este Fernando Rojas, una vez acontece mi detención el 11 de julio fue a denunciarme en Telesur, argumentando además una serie de falsedades políticas que se esgrimieron en la reunión donde se pidió mi expulsión del Partido Comunista. Era interesante ver cómo en esa reunión el tal Fernando Rojas hacía tanto énfasis en que yo trabajaba en Telesur y decía “yo mismo voy a ir a decirle todo esto a la administración de Telesur”. Como expliqué, Fernando Rojas ya para ese momento no trabajaba en Telesur, pero había que destruirme, sacar al forúnculo trotskista, eliminar todo tipo de competencia política y profesional. Y algo muy importante: eliminar todo tipo de posibilidad de que alguien hablara de su mediocridad.

LB: ¿Y tu expulsión del partido?

FGH: En mi caso se montó un juicio falso que funcionó como un perfecto teatro estalinista: Alejandro Gumá pide la palabra diciendo que yo había estado gritando “Patria y vida” en dos puntos de la ciudad en los cuales nunca estuve; después Fernando Luis Rojas toma la palabra y distorsiona todo mi pasado político y Luis Emilio Aybar pide la expulsión diciendo que yo no era comunista porque yo no hablaba de los logros de la burocracia -que en realidad no son la de la burocracia, sino de las décadas que ha trabajado el pueblo cubano-. Esto es el típico teatro estalinista, un oportunista que intenta ascender políticamente o que se olviden de sus pecados políticos acusa a un comunista de un crimen que no cometió, otro militante distorsiona el pasado político del acusado y finalmente otro pide la expulsión.

Tanto Gumá como Aybar, en algún momento reprimido por su inconsciente y silenciado a cambio de prebendas de la burocracia, fueron jóvenes muy críticos -incluso Aybar con problemas políticos con la Unión de Jóvenes Comunistas y colaborador de una publicación digital que siempre fue muy de derechas llamada El Toque-, pero finalmente prefirieron lavarse la cara. Como es de esperar, el más mediocre de los dos y el más crítico de los dos, Aybar, es hoy asesor del ministro de Cultura. Supo trepar en la burocracia. Llegará lejos. Están dadas las condiciones para que en la burocracia cubana los grises ocupen posiciones. Un oportunista tiene que ser lo suficientemente mediocre para olvidar lo que fue, y en eso, tanto Aybar como Gumá son doctores. La reunión del partido donde se pide mi expulsión fue la primera reunión del partido en que participaba Aybar y él tenía que demostrar lealtad a la burocracia que tanto él había criticado. La mejor manera que tiene un ex revolucionario de demostrar lealtad al poder que en algún momento enfrentó, es perseguir a alguien que había sido un compañero de luchas, pero cometió el pecado coherente de no renunciar a sus ideas.

Todo esto es una muestra ínfima de la degeneración política de la burocracia y de cómo se discuten espacios de poder y quienes terminan ganando lo hacen a golpe de difamaciones, movidos muchas veces por celos profesionales típicos de la mediocridad y siempre con el apoyo de la burocracia. No les importa el socialismo: les importa vivir bien, conseguir prebendas o conservar algún nicho que temen perder. No olvidemos que Trotsky decía que Stalin era la más destacada mediocridad del Partido.

LB: Muchos de los detenidos fueron condenados a penas muy elevadas…

FGH: A personas que convocaron desde las redes sociales o que transmitieron el video en que se veía como le lanzaban esas botellas plásticas a Díaz Canel [ndR: presidente de Cuba], los condenaron de 6 a 8 años. Hay condenas de hasta 25 años, y condenas a menores. Esto sirvió como un castigo disuasorio, el gobierno pretendía, y lo logró imponer, un estado de opinión que desalentara cualquier otra idea de nuevas manifestaciones. Sin embargo, en la noche de este 14 de julio sucedieron grandes protestas callejeras en el municipio de Los Palacios, Pinar del Río, al punto que la provincia estuvo sin internet. También hubo cortes de internet en La Habana y Santa Clara, algo que es frecuente para tapar y dificultar cualquier protesta, pero solo por 40 minutos.

LB: La burocracia suele justificar su política restauracionista aludiendo a las medidas que se tomaron en tiempos de Fidel, durante el llamado periodo especial: ¿Es válida la comparación?

FGH: En el pueblo llano se escucha “Fidel no lo hubiera hecho así” o “esto no sucedía en los tiempos de Fidel”. Puede haber una imagen un tanto idealizada, puede ser, pero la clase trabajadora no es tonta y es evidente que Fidel hubiera dado un manejo más justo a la precariedad, a la escasez de alimentos, porque algo que está entre las causas de las protestas fueron las consecuencias desastrosas de un paquete económico llamado “Tarea de ordenamiento”, que en teoría debía unificar la tasa cambiaria del país -porque habían dos tasas cambiarias a nivel estatal-. Fidel afrontó un problema similar, pero de un modo completamente distinto, como se puede ver en mi artículo “Dólares con el cuño de Fidel”, publicado en Comunistas en julio de 2020.

La burocracia cubana ha tratado de decir que esto es falso, que quienes dicen ahora que apoyan a Fidel eran quienes criticaban a Fidel cuando estaba vivo. Esto es completamente falso porque oculta que entre las nuevas generaciones también se compara a Fidel con Díaz Canel. De eso también tiene culpa la propaganda oficial que intenta colocar a Díaz Canel como una figura política a la altura de Fidel. Hoy en Cuba no se ven los típicos retratos de Marx, Engels, Lenin, sino Fidel, Raúl y Díaz Canel. Recuerdo que en la manifestación del 11 de Julio mientras un grupo oficialista gritaba la consigna “Yo soy Fidel, yo soy Fidel”, un muchacho que estaba entre quienes habían salido a la protesta les grita: “¡Yo no tengo ningún problema con Fidel! ¡Fidel es mi ídolo!”, y pasa a insultar al presidente Díaz Canel.

LB: La Tarea de Ordenamiento tuvo una serie de idas y venidas, incluso Raúl Castro en algún momento le puso límites: ¿En qué líneas se divide la burocracia cubana y que salidas económicas y sociales ofrece cada una?

FGH: Hay una línea que predomina con la idea de implementar la salida a lo Deng Xiaoping, lo que el Partido Comunista chino continúa llamando socialismo de mercado, cuando todos sabemos -¡hasta una admiradora de Xi Jinping como lo es Cristina Fernández!- que China es un capitalismo dirigido por un partido comunista. Raúl Castro es el que promueve desde 2010 la expansión del sector de la economía privada, pero de un modo controlado. Por eso, en el VIII Congreso del partido en abril del 2021, Raúl lanzó una crítica fuerte diciendo que algunos quieren restaurar el capitalismo en Cuba. Estaba hablando de un sector de la burocracia que apuesta de manera radical por la vía china y usó su capital político para detener ese proceso, cosa que ya es muy tarde. En ese congreso del partido se destituye a Marino Murillo, que era el rostro visible de la línea china, el encargado de aplicar la Tarea de Ordenamiento, que implicó alzas de precios, recorte de subvenciones y una de las principales razones por la cual estalló actual la inflación -porque cuando el gobierno aumentó los precios, el sector de la economía privada disparó aún más sus precios-. Se destituyó a Murillo, pero la Tarea Ordenamiento siguió igual: la caída de Murillo fue para que la burocracia se lavara la cara.

La línea china es la que evidentemente está en el poder y aplicó recientemente la ley que fomenta a las pymes. Ya en la televisión nacional -que para bien sea es estatal- se emiten programas dedicados a publicitar los “emprendimientos” o “proyectos”, eufemismos con los que tratan de maquillar para evitar decir la burguesía, para evitar decir capitalismo. Esa es la línea que avanza y que no ha sido detenida por el ala fidelista, aunque en enero del 2021 se hizo pública una lista de las actividades que no se podían ejercer en el sector de la economía privada y eso significó un retroceso para las aspiraciones de la línea china, restricción impuesta evidentemente por la línea fidelista la cual controla la propaganda política.

La burguesía cubana tiene prohibido ser propietaria de fábricas, minas, playas, hoteles, bancos, o sea, los principales medios de producción. Pero la economía privada está creciendo muchísimo en el sector de la gastronomía y en la agricultura. Se está desmontando toda la gastronomía estatal y potenciando la gastronomía privada, se potencia la propiedad privada también en la agricultura. Lo preocupante también es que hay un crecimiento del sector de la economía privada en muchos rubros no muy claros y un día vamos a ver cómo Cuba está tomada por un puñado de capitalistas con tarjetas de crédito verdes, pero con carnés rojos.

En Cuba la economía estatal muchas veces es ineficiente. La estatización heredada del modelo soviético era obvio que iba a fallar, pero no se sustituye por el control obrero, sino por la economía privada. La clase trabajadora cubana no tiene cómo influir sobre las decisiones políticas y económicas que se toman en Cuba. Esto siempre sucedió, aun cuando el gobierno, la dirección del partido y el programa político respondían a los intereses de la clase trabajadora. Pero ahora que el gobierno tiene otros intereses, como la clase trabajadora no tiene métodos de control efectivo sobre las decisiones políticas y económicas, la burocracia toma estas medidas. Si la clase trabajadora cubana hubiese tenido el control económico y político, no hubiera permitido la aplicación de la Tarea de Ordenamiento, porque ¿qué clase trabajadora se aplicaría a sí misma esos recortes?

LB: ¿Y hasta dónde considerás que ha avanzado el proceso de restauración capitalista?

FGH: En Cuba el aporte del sector de la economía privada al PBI no llega siquiera al 20%, y es un sector que está prendido en el sector de los servicios y la agricultura, y ahora coquetea con tener acceso al comercio exterior de manera directa con empresas extranjeras; lo cual todavía no ha sucedido. En China y en Vietnam se estimuló el ingreso de la burguesía a grandes empresas en todos los sectores. Hay un dato importantísimo y es que Estados Unidos no levanta el bloqueo contra Cuba. En tanto no levanta el bloqueo cuesta más trabajo el desarrollo de la burguesía cubana que se queja del bloqueo porque no le permite acceder a materias primas necesarias o abaratadas si las comprara en Estados Unidos. De este modo el bloqueo yanki también frena la expansión del sector privado. Por eso te vas a encontrar entre los burgueses cubanos una queja contra el bloqueo: el típico discurso nacionalista de la burguesía no por la libertad de la patria, sino porque está luchando por el libre mercado.

Quien se percató de eso fue mister Obama, que empieza el acercamiento a Cuba el 17 de diciembre de 2014 y supo manejar muy bien el impacto político del reinicio de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. En el mismo discurso de Obama del 17 de diciembre del 2014 dice que evidentemente había fallado esa política de bloqueo y acoso económico. Es decir en realidad era una victoria de Cuba, pero el gobierno cubano lo presentó como un empate técnico -por decirlo así- y los medios de comunicación estadounidenses lo construyeron como una victoria de Estados Unidos.

Eso desmovilizó mucho. Es paradójico que Cuba haya sido el primer país de América Latina en iniciar la construcción del socialismo y después recibir a un presidente estadounidense sin protestas en las calles.

Muchos lo fueron a festejar porque parecía que la economía cubana se iba a dinamizar, iba a mejorar. En 2015 hubo un exponencial crecimiento del PBI y esto se percibió en la economía familiar. Por primera vez casi tres millones de turistas visitaban Cuba en un año. Todos los hoteles estaban sobrevendidos. Los turistas tenían que hospedarse en casas privadas que no estaban autorizadas para rentarse. Aquí es donde el gobierno cubano comete un fallo bien grande y no prevé un cambio de política de Estados Unidos hacia Cuba. Se endeuda en grande con el Club de París y empieza a construir los hoteles donde se debían albergar los 4 millones de turistas estadounidenses y los 4 millones de turistas de otros países: porque los cálculos eran que iban a entrar 8 millones de turistas por año. Tras la llegada de Trump continuaron ingresando 4 millones de turistas, pero no los 4 millones de turistas yankis. A eso súmale que que buena parte de los 4 millones que sí vinieron a Cuba se hospedan en las casas de renta privadas.

Pero además, en China y en Vietnam, al desaparecer el bloqueo, desembarcan las grandes empresas multinacionales y sin mucha restricción, algo que es un factor fundamental para la restauración del capitalismo. En el caso de Cuba la economía sigue bloqueada por Estados Unidos. No es propaganda: Estados Unidos persigue y multa a las empresas que intentan poner filiales en Cuba. Muy pocas se quieren arriesgar. Entonces la burguesía cubana no puede comerciar directamente con las transnacionales y no logra desarrollar un proceso de acumulación de capital tan profundo como el que hay en China. Lo cual no quiere decir que en Cuba no haya acumulación de capital por parte de la burguesía. Homero Acosta, el funcionario que tuvo a cargo la moderación de los debates constitucionales en el Parlamento, decía que no había ningún problema con la acumulación de riqueza, pero se prohibía la acumulación de propiedades, algo que me recuerda mucho a Bujarin y su “¡Enriquecéos!”. Y este Homero Costa, no sé si por desconocimiento o intencionalmente, olvida que la acumulación de capital es el origen del capitalismo y que en Cuba, a través de testaferros, un solo burgués tiene varios negocios, por ejemplo, varios restaurantes o varias casas de rentas para turistas.

Entonces yo diría que de momento la restauración del capitalismo no ha llegado a los niveles de China. Pero es evidente que tras el fallecimiento de Raúl, que es el último freno, la burocracia aplicará de manera contundente el modelo de Deng Xiaoping, o para ser más específico, porque las economías se parecen más, el modelo de la reforma vietnamita llamado Doi Moi.

LB: ¿Qué papel político juega la izquierda crítica cubana de la que Comunistas forma parte?

FGH: La izquierda crítica se radicaliza a raíz del 11 de julio. Los trotskismos tienen un papel muy importante en este proceso. Si bien tras el Evento Internacional León Trotsky los trotskismos desembarcaron para no irse, algo que se reforzó en grande con el nacimiento de Comunistas, tras el 11 de julio el trotskismo cubano llegó a sectores de la izquierda crítica que no tenían contacto directo con el marxismo revolucionario internacional.

Por tanto, si la izquierda crítica ya tenía un discurso socialista crítico con la burocracia cubana, ahora radicalizó su discurso político. Sin embargo, la izquierda crítica no ha llegado a la clase trabajadora más allá de las redes sociales, y esa es una autocrítica que también alcanza a Comunistas. Pero a la misma vez quiero decir que se hace muy difícil tener un acceso a la clase trabajadora cubana de manera directa, porque están prohibidos otros partidos, los sindicatos autónomos, repartir propaganda política que no sea la oficial, o medios de prensa que no sean los estatales.

La izquierda crítica con sus medios está en una situación de alegalidad total. Nosotros no existimos para el gobierno salvo cuando lanza campañas de descrédito como recientemente lo ha hecho contra La Joven Cuba de manera explícita, y de manera implícita cuando se lanzan ataques contra los “trotskistas cubanos”, que es como la burocracia se refiere a nosotros. Yo creo que eso funciona así con nosotros porque no quieren objetivar un discurso donde se persigue a una revista digital llamada Comunistas y que tiene en el banner a Fidel Castro y Che Guevara. Es peligroso para la burocracia que la clase trabajadora vea quiénes somos nosotros, porque es presentar un discurso comunista crítico con el Partido Comunista y verdaderamente revolucionario perseguido por la burocracia. Hasta ahora les ha ido bien difamando y atacando a la prensa privada porque la mayoría de esa prensa privada tiene financiamiento de entidades federales de EEUU. Esto no lo digo yo, el comunista, eso lo pueden oír de boca de Maykel González Vivero, uno de los directores de un medio no estatal de la izquierda crítica como es Tremenda Nota, cuando habla de esto en el episodio de nuestro podcast de junio del 2021.

Las revistas La Trinchera, La Joven Cuba, Tremenda Nota, son espacios de izquierda que van constituyéndose de manera indetenible. Pero si estos desaparecieran es imposible paralizar el proceso político que es la expansión de la izquierda crítica, porque ha sido el proceso de construcción del socialismo el que ha fomentado la conciencia política y el que ha provocado que haya una visión positiva hacia el socialismo y por tanto una visión negativa hacia todo proceso de restauración capitalista. Incluso, entre quienes deciden irse a Estados Unidos muchas veces tú no encuentras un discurso liberal. Hay una minoría que dice las típicas sandeces liberales como “para que el mundo sea mundo tiene que haber ricos y pobres” o “el pobre es pobre porque quiere”, pero eso no es un discurso ni de lejos hegemónico y sí lo es el discurso socialista. Incluso no pocos de quienes se asumen anticomunistas, no se dan cuenta que ellos piden socialismo, una sociedad igualitaria. Cuando hablas con esa gente percibes que en realidad no quieren el modelo de socialismo estalinista.

Concuerdo con Mandel y con Che Guevara cuando decían que no se había alcanzado todavía el socialismo en ningún país. Yo acostumbro siempre citar al Che en el discurso de Argel de 1965 cuando dice que el socialismo solo se alcanza cuando queda eliminada plenamente la explotación del ser humano por el ser humano; que la construcción del socialismo es cuando se avanza en la eliminación de la explotación del ser humano por el ser humano; pero que ni siquiera se puede hablar de construcción del socialismo cuando el proceso de eliminar la explotación del ser humano por el ser humano, no solamente se estanca sino que además se retrocede, y eso es lo que está sucediendo en Cuba.

LB: ¿Y la izquierda crítica tiene una respuesta homogénea al problema de la restauración?

FGH: La izquierda crítica cubana es muy heterogénea, muy amplia. Te encuentras desde un discurso de socialismo republicano hasta un discurso de una línea muy Deng Xiaoping, donde piden la expansión del sector de la economía privada porque la economía estatal es deficiente. No proponen la salida del control obrero sobre los medios de producción. Dentro de esa izquierda crítica existe también el sector anarquista, muy disminuido pero está presente. Y estamos nosotros Comunistas que tenemos un planteo marxista revolucionario, y que somos los “trotskistas cubanos”, aunque no nos identificamos como trotskistas porque sería poner a Trotsky por encima del mismo Marx y Lenin, o Rosa Luxemburgo, Che Guevara, Fidel Castro, Alexandra Kollantai y Gramsci. Nosotros creemos que todas estas grandes personalidades revolucionarias han tenido un similar aporte a la revolución. Por tanto, nos asumimos como marxistas revolucionarios:o sencillamente Comunistas.

Lo más que la izquierda crítica ha podido hacer hasta ahora es llegar a la juventud universitaria inconforme, pero no hemos podido llegar a la casa de la obrera, del obrero, no hemos podido llegar a los desempleados, a los barrios populares. Ya tenemos que aprender a hacer esa militancia, cómo se organizan las organizaciones obreras. Habrá que aprender del caso argentino, de cómo se han ido organizando en Argentina al punto de crear algo como el Polo Obrero, donde se agrupa a decenas de miles de personas desempleadas. Ese movimiento llamado “piquetero” que agrupa revolucionariamente a los desempleados es algo de lo cual debemos de aprender en Cuba.

Como ves la izquierda crítica cubana se encuentra en carácter muy embrionario y como ha sucedido en muchos lugares a través de la historia, es la intelectualidad quien tiene un papel destacado al principio. Te digo esto porque la izquierda crítica está hoy conformada prácticamente por intelectuales, por universitarios, por profesionales. Es una obligación y un deber peligrosamente pospuesto ir a la profundidad de la mayoría popular, entrar a los barrios obreros, hacer conciencia en los barrios obreros, que es algo que en Comunistas tampoco hemos sabido hacer como nos hemos propuesto.

LB: Ustedes no adhirieron ni convocaron a la movilización del 15 N, y tampoco firmaron un documento que circuló pidiendo la liberación de los presos del 11 de julio: ¿por qué?

FGH: No soy maoísta, pero Mao decía algo que es mucha verdad, y es que según se complejiza la lucha de clases, la bandera roja enfrenta a la bandera roja. Puede ser una frase muy simplificadora como muchas de las que decía Mao, puede ser, pero parece algo que describe la realidad. La burocracia se presenta con la bandera roja, pero La joven Cuba, La Trinchera, nosotros también lo hacemos. Y esto quiere decir que hay diferentes posiciones en la izquierda y diferentes tonalidades de rojo.

Nosotros, Comunistas, no apoyamos aquella marcha del 15 de noviembre de 2021 porque entre los convocantes había un grupo contrarrevolucionario que fue tomando fuerza cada vez más. Esa gente presentaba explícitamente -y agradezco su sinceridad- un típico programa neoliberal de recorte del presupuesto estatal, de reducir considerablemente empleados estatales, fomentar el sector de la economía privada, devolverle las propiedades a los cubanos que se habían radicado en el extranjero o a sus descendientes y privatizar. Hablaban así bien claro y nosotros no podemos hacer frente común con ese sector por oponernos a la burocracia, no podemos hacer frente común con la derecha por hacerle frente a la burocracia. No podíamos salir a apoyar la manifestación del 15 de noviembre, una marcha organizada por personas que habían publicado en sus redes sociales “¡Viva Cristo Rey! ¡Abajo el comunismo!”, no podríamos formar parte de una marcha donde entre sus coordinadores, muchos tenían el apoyo expreso de Estados Unidos.

Y por razones similares fue por lo cual no apoyamos el documento que dices, que fue coordinado y preparado desde Cuba por un pequeño grupo de intelectuales de izquierda, la mayoría cercanos a la corriente Socialismo Internacional, popularmente conocida por “cliffismo”. Sobre este documento no hablamos en su momento para no influir en los que querían firmar. No queríamos fijar una posición pública abiertamente criticando ese manifiesto porque no lo entendimos como la marcha del 15 de noviembre, cuando había que tener una postura crítica. Sí dimos nuestra posición a quienes nos pidieron opinión. Sin embargo, en el caso del documento, con tácticas erradas, los convocantes eran camaradas. Ese documento no estaba promovido por ningún contrarrevolucionario: fue realizado por personas de izquierda y no íbamos a caer en ataques públicos.

La principal diferencia por la cual nosotros no firmamos ese documento es que pedía una ley de amnistía. En una ley de amnistía se liberaría a todos los que están presos por el 11 de julio y ahí estaban miembros de grupos abiertamente contrarrevolucionarios financiados por Estados Unidos; algo que estos mismos opositores derechistas reconocen públicamente. Cuando el gobierno cubano ha publicado grabaciones y conversaciones de representantes de entidades federales estadounidenses hablando con representantes del Movimiento San Isidro sobre financiamiento, el Movimiento San Isidro jamás lo ha negado. Entonces nosotros no podíamos, como marxistas que somos, mover un dedo por la contrarrevolución. No se trata de hacer alianza con cualquiera por lograr algo. Conocemos muy bien la historia de la lucha de clases y sabemos qué sucede cuando se hacen esas alianzas.

Eso no fue algo que hicimos público para no generar conflicto antes de la firma del documento que si bien nos negamos a publicitar, no realizamos ninguna crítica pública por parte de Comunistas. Incluso, te confieso algo: después de que estaba escrito el documento, algunos de los redactores me lo presentaron y ayudé a cuestiones como lo necesario de hablar de socialismo o distanciarse explícitamente de Estados Unidos; lo cual no se incluía en el documento original. Al mismo tiempo te digo que ese manifiesto no alcanzó un nivel popular; ni tuvo un impacto nacional. Sí lo firmaron importantes intelectuales cubanos, aunque no sé si la intelectualidad en pleno tuvo conocimiento del manifiesto. Tampoco vi entre los firmantes a familiares de los detenidos del 11 de julio, ni a sencillos trabajadores de barrios humildes. Quienes firmaron el manifiesto son intelectuales de la izquierda cubana con los cuales tenemos esa diferencia, o sea, ellos tienen un planteamiento de socialismo republicano, por decirlo así, donde van a defender los derechos de toda la ciudadanía y por tanto de quienes son parte de grupos contrarrevolucionarios, y en Comunistas sabemos perfectamente que no hay una democracia en abstracto, que el Estado es una clase reprimiendo a otra, que la democracia obrera es la clase trabajadora ejerciendo el poder y la democracia burguesa es la burguesía ejerciendo el poder. En el caso cubano, es la burocracia legislando en su favor y en favor de la burguesía, pero no por ello vamos a estar defendiendo ni aliándonos a grupos contrarrevolucionarios financiados por EEUU. Son grupos contrarrevolucionarios que si voltean al actual gobierno no van a permitir que triunfe una revolución obrera, y cuando la clase trabajadora intente hacer una revolución la van a reprimir; incluso, con más fuerza que la burocracia. Por otra parte, desde Comunistas habíamos hecho pública varias veces nuestra posición de condena a las penas impuestas contra parte de los detenidos el 11 de julio, y exigimos además la liberación de todos los presos que no formaran parte de organizaciones vinculadas con Estados Unidos.

LB: El Che fue un crítico del incipiente proceso de burocratización que se desarrollaba en el Estado obrero cubano: ¿cómo influye esa crítica en el desarrollo de una izquierda que luche por la democracia obrera en Cuba?

FGH: Desde Comunistas asumimos al Che Guevara como un instrumento político necesario para entender el programa de la burocracia cubana, el programa económico de la burocracia cubana, que no va en la dirección de la construcción del socialismo. Ya Che Guevara en el año ‘66 habló de la posible caída de la Unión Soviética. En los Apuntes críticos a la economía política hay una crítica directa a la Unión Soviética y por tanto también una crítica a lo que está sucediendo y todo lo que sucedió en Cuba hasta finales de los ’80. Muchas veces desde el trotskismo se ha simplificado diciendo que Cuba adoptó el programa de la construcción del socialismo en un solo país, pero lo que sucedió es que no triunfó la revolución en América Latina. ¿Qué hacer cuando la revolución mundial no triunfa? Pues cuando no triunfó la Revolución en Europa Lenin adoptó la NEP, Stalin entregó exclusivamente a la burocracia el control de los medios de producción y finalmente Gorbachov y Yeltsin restauraron el capitalismo. Pues fue lo que sucedió en Cuba.

Por otra parte, más allá de que se pueda discrepar de los métodos que promovía la revolución cubana, que propulsaba la revolución cubana, Cuba se comportó como una internacional comunista, constituyendo guerrillas en toda América Latina, apoyando no solo en el discurso, sino también en la práctica, cumpliendo así su deber internacionalista en Asia, en África y en América Latina. Entonces no podemos señalar al gobierno cubano de aquella época que no intentaron hacer la revolución mundial..

Regresando al Che: el Discurso de Argel en 1965 lanzando críticas a la burocracia soviética; el ejemplo de prescindir de todo lujo, de mansiones, de prebendas: ese ejemplo del Che como referente del verdadero comunista es imprescindible. Porque incluso como factor cultural, para la juventud cubana Trotsky se ve más lejano, la crítica del Che suena más cercana, fue un protagonista de esta revolución.

LB: Pero ustedes desde Comunistas han señalado que la crítica de Trotsky al stalinismo, y especialmente La revolución traicionada, ha sacudido a sectores importantes de la juventud cubana…

FGH: Sí, claro, porque describe con absoluta claridad el panorama que debe afrontar Cuba. En Cuba, esa simbiosis entre Che y Trotsky es fundamental para la construcción de una izquierda crítica revolucionaria. La revolución traicionada cada vez más cobra popularidad entre la juventud universitaria. Un compañero me decía que es urgente repartirla como el pan. Por eso yo siempre le digo a toda compañera y todo compañero que venga de Argentina o de otro país que por favor traiga como mínimo un ejemplar de La revolución traicionada. No para leerla en el viaje, o si quiere la lee, pero después para regalarla, para dejarla aquí en Cuba. Ya ni siquiera para regalarla a Comunistas -que siempre nos harán falta porque sabemos a quién dar los ejemplares: siempre hay nuevos lectores de La revolución traicionada-, y sí darla a cualquier joven crítico con la burocracia y con pensamiento de izquierda, para después decirle “cuando te leas esto visita la página web Comunistas”.