España: el ascenso de la izquierda democratizante

Los resultados de las elecciones regionales, que tuvieron lugar el pasado fin de semana en Galicia y en el País Vasco, confirmaron los pronósticos de las últimas semanas. En Galicia, el PP revalidó su mandato, con más de la mitad de los escaños del Parlamento regional. En el País Vasco, el triunfo quedó en manos del Partido Nacionalista Vasco -la formación política tradicional de la burguesía local-, que vuelve al gobierno desplazando a los socialistas, pero que enfrenta una alta votación de EH Bildu, la coalición de la izquierda nacionalista. Hay un ascenso de la izquierda democratizante, mientras no se atisba una izquierda revolucionaria.


Un examen más atento de los resultados, de todos modos, permite advertir el descalabro del PSOE, el cual perdió más de diez puntos en las dos regiones. Continúa así el derrumbe iniciado el año pasado. Sigue el camino de su homólogo de Grecia -el Pasok. La Ejecutiva del partido debió salir a desmentir la renuncia de su secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba.


En Euskadi, la principal noticia no es el 34% obtenido por el PNV, sino la fenomenal irrupción de EH Bildu, la lista que expresa a distintos agrupamientos de la llamada izquierda abertzale, que obtuvo el segundo lugar con un 25%. En Gipuzkoa, una de las tres provincias de la comunidad autónoma -donde controla la Diputación General y la alcaldía de San Sebastián-, Bildu obtuvo el primer lugar. También en este caso tenemos una réplica de Syriza, en Grecia.


También en Galicia se ha registrado un desequilibrio del cuadro político, si bien aún embrionario. La abstención llegó al 38% y los votos blancos y nulos marcaron un récord: superaron el 5%. El derrumbe del PSOE ha sido canalizado principalmente por otra fuerza de izquierda, la que irrumpe en estas elecciones. Se trata de Alternativa Galega de Esquerda (AGE), un frente entre un tradicional dirigente del nacionalismo gallego e Izquierda Unida, "bautizado como la Syriza gallega" según El País (22/10). AGE logró superar al Bloque Nacionalista Galego, el tradicional partido del nacionalismo de izquierda, y ocupó el tercer lugar con el 14%, tras una campaña electoral en la que su candidato, Xosé Manuel Beiras (profesor de Economía de 76 años e histórico líder del BNG) "rompió la atonía con vibrantes mítines anticapitalistas y ataques verbales audaces, sin eufemismos, propios de la situación de 'emergencia' que percibe en la calle" (ídem). AGE salió segunda, desplazando a los socialistas en tradicionales bastiones del voto obrero urbano del PSOE, como A Coruña, Santiago y Ferrol.


El saldo de la elección del domingo apunta hacia una agudización de las contradicciones: mientras Rajoy pretende utilizar el triunfo del PP en su tradicional bastión de Galicia -de donde él es oriundo- como un espaldarazo a su gestión (lo que le daría aire para continuar con sus planes de ajuste y recentralización económica), los resultados de Euskadi dan un claro impulso al "soberanismo", en la misma línea de lo que ocurrirá en los comicios adelantados de Cataluña, el 25 de noviembre.


"Los resultados logrados por Bildu en el País Vasco fueron el verdadero fantasma que empañó la celebración de la cúpula popular", que cuestionó al Tribunal Constitucional por haber levantado la ilegalización que pesaba sobre la izquierda abertzale por sus vínculos con ETA (ídem).