ESTADOS UNIDOS EN AFGANISTÁN

Perder mucho o perder poco, la única opción

Obama decidió despedir al general norteamericano Stanley McChrystal, jefe de las fuerzas de la Otan en Afganistán. La crisis, formalmente desatada por las declaraciones críticas del uniformado a su gobierno, expresa el completo empantanamiento en que se encuentra la ocupación del país asiático.

El general despedido había informado a Obama, tiempo atrás, por la resistencia de Washington a enviar más tropas a Afganistán. Pero, luego del envío de un contingente de 20 mil soldados adicionales, la misión de ocupar la región de Marja (que se consideraba el punto de partida para recuperar el terreno perdido por los ocupantes y el gobierno títere, arrinconado en la capital –Kabul) terminó en un completo fracaso.

Los talibán, con sus fuerzas intactas, permanecen en los alrededores de la zona y matan a todo aquel sospechado de colaborar con la ocupación. Una situación insostenible. Además, la propaganda militar norteamericana presentó a Marja como si se tratara de una ciudad importante, pero sólo se trata de un racimo de aldeas rurales. Una estafa.

Entretanto, las fuerzas de la Otan empiezan a disgregarse. El Reino Unido, que ya sufrió 300 muertos en combate, prepara su retirada. También Polonia anunció que se va.

Así las cosas, el presidente títere, Hamid Karzai, negocia con algunas franjas talibán, secretamente, desde hace más de un año. Tanto él como sus enemigos quieren que los norteamericanos se involucren directamente en ese diálogo. Obama no ha querido hasta ahora dar ese paso, pero McChrystal lo dio por su cuenta y, junto con el presidente, se reunió con un consejo de ancianos de la tribu pastún. Cuando definitivamente advirtió que la Casa Blanca no respaldaba esa postura, se plantó frente a los micrófonos, criticó a Obama e insultó al vicepresidente. De modo que, si bien se mira, no lo echaron: se fue.

Además, cuando el Pentágono hizo sus cuentas en abril, se encontró con que la guerra en Afganistán ya es más cara que la de Irak, con todo lo que eso significa en materia presupuestaria y en medio del déficit aluvional de los Estados Unidos. “Estábamos acostumbrados a un presupuesto ilimitado, ya no”, acaba de declarar el secretario de Defensa, Robert Gates.

Ahora, según publicó The New York Times el 14 de junio, se han descubierto en Afganistán reservas de minerales por un valor calculado en un billón de dólares. Ahí hay hierro, cobre, cobalto, oro y sobre todo litio. De modo que a los factores geopolíticos que han hecho de ese país un teatro de guerra desde hace décadas, se añadirá ahora la rapiña de sus recursos naturales.

En definitiva, Estados Unidos se encuentra empantanado en Afganistán en el sentido literal del término, en una guerra perdida y con un costo insoportable política y económicamente. Como también ha escrito The New York Times, la opción de la Casa Blanca es “perder poco o perder mucho”. Y cada vez parece más difícil que pierda poco.