“Este acto será descripto como un paso glorioso en la historia de la revolución mundial”

Es un gran honor para el Partido Revolucionario de los Trabajadores de Grecia, y para mí personalmente, participar en este momento histórico. Pero es para ustedes, compañeros del Partido Obrero y de la Unión de Juventudes por el Socialismo, el honor de organizar este acto internacionalista, revolucionario, que será descripto como un paso glorioso en la historia del trotskismo mundial, en la historia de la revolución mundial.


Es sobretodo un honor para los compañeros jóvenes, para la nueva generación de revolucionarios que prueban la verdad de las palabras de Karl Liebknecht de que la juventud es la llama de la revolución proletaria y socialista. Y es con la llama y la fuerza de esa generación y con la experiencia de todos los compañeros de todas las generaciones revolucionarias, que se va a cumplir la mas grande tarea histórica revolucionaria: la refundación inmediata de la IVª Internacional.


El internacionalismo no es un principio abstracto. Es la expresión consciente de la realidad objetiva mundial y es la expresión consciente de la misión histórica de la clase obrera mundial. Y además el internacionalismo es un modo de vida. No son sólo palabras; es la práctica; es vivir y morir por la revolución mundial.


Aparentemente, vengo del otro lado del planeta pero me siento como en mi casa. Por muchas razones. Vengo de un país y de una organización revolucionaria que conoce, como todos ustedes, lo que es una dictadura militar, qué es la prisión, el exilio, la tortura, la ejecución. Y que sabe también de la famosa ‘democracia’ burguesa, que llega después de la bancarrota de la dictadura, y que no hace más que dar la amnistía a los torturadores y a los asesinos de los obreros. Es por esto que una de las consignas del Partido Obrero que me emocionaron al llegar a Buenos Aires es “Abajo el Punto Final”.


No hablo aquí como un individuo. Hablo en nombre de todos nuestros mártires y de todos nuestros desaparecidos.


Vivimos experiencias históricas terribles y esto forja los lazos del internacionalismo. No hay dudas para el Partido Revolucionario de los Trabajadores de Grecia que el Partido Obrero es un partido hermano.


Una última palabra de introducción. Yo juré jamás olvidar ese mes de mayo de 1969, cuando en Grecia existía la dictadura de los coroneles, y escuchamos en las ciudades y en las cárceles sobre la rebelión de la clase obrera argentina, en Córdoba. Fue verdaderamente una fuente de inspiración y de fraternidad internacionalista que la clase obrera argentina dio a los obreros griegos, en las ciudades o en las cárceles. No olvido jamás que en esos días, en la ciudad de Atenas, se escribía en las paredes, en un castellano lleno de errores de ortografía, “¡Viva el Cordobazo!”.


Pertenezco a esa generación que hizo el Mayo francés en el 68, el Cordobazo en Argentina, la rebelión que fue masacrada en México, la ofensiva del Tet en Vietnam, la lucha contra la dictadura en Grecia y la rebelión de la Escuela Politécnica en Atenas. Pero creo que es ahora, en este momento histórico, que todas las luchas anteriores, todas los sacrificios, todos los éxitos, las lágrimas, las victorias, pueden encontrar ahora su justificación histórica. Ahora existen todas las condiciones históricas para avanzar no sólo hacia la revolución mundial, sino también a la victoria de la revolución mundial.


Es necesario reflexionar. Este acto aquí, y también la reunión de Buenos Aires de los revolucionarios de muchos países del mundo, para discutir la necesidad de una lucha por la refundación inmediata de la IVª Internacional, no sería posible, ni podríamos imaginarla, si no hubiera condiciones históricas objetivas y subjetivas para cumplir esa tarea. La base de todo esto es, por supuesto, la explosión de la crisis económica y política mundial del capitalismo. Es esta crisis, que todos han intentado demorar, atrasar y encontrarle una salida, que vuelve ahora con una fuerza incontrolable. Después del crack de Asia el año pasado, ya produjo la revolución que ha derribado a la dictadura de Suharto, la que asesinó un millón de comunistas en los años 60. Es una victoria histórica que nadie puede subestimar. No es el fin; es el comienzo. Es el comienzo de un movimiento que no se puede limitar, y no se limita solamente a Asia, sino que se desarrolla en todo el mundo. Para utilizar las palabras que he escuchado en este acto, desde la Siberia hasta la Patagonia.


Encuentro extremadamente importante el hecho siguiente: en el diario argentino que leí esta mañana, Clarín, hay un despacho de Washington. Un funcionario de la Casa Blanca decía que la nueva etapa de la crisis asiática es Rusia. Es verdad y será verdaderamente extraordinario. Es extraordinario porque durante los últimos nueve años, todos los medios de comunicación capitalistas del mundo, todos los mecanismos de propaganda burguesa, incluidos los mecanismos burgueses de izquierda, nos viene repitiendo siempre que la Revolución de Octubre está terminada, que el ciclo que comenzó con la Revolución de Octubre está clausurado. ¿Qué vemos ahora después de ese triunfalismo burgués, compartido por la mayoría de la así llamada ‘izquierda’ e incluso de la llamada ‘extrema izquierda’? Que el propio imperialismo yanqui debe reconocer que la nueva etapa de la crisis mundial, de una dimensión revolucionaria, afecta al país de la Revolución de Octubre. Es decir, donde se creía que todo estaba solucionado para el capitalismo; donde se nos ha dicho que la revolución era algo del pasado; que el capitalismo estaba bien establecido en Rusia. No. Se puede ver que todo ese proceso de restauración capitalista se encuentra en una impasse absoluta. Y para utilizar las palabras, no de un trotskista, sino de un financista reconocidamente reaccionario, Georges Soros, Rusia se transforma en un ‘agujero negro’ que puede tragar a todo el mundo capitalista.


Compañeros. El imperialismo ha fracasado en su gran sueño de reabsorber todas esas vastas regiones donde el capital había sido expropiado después de 1917. Ese sueño capitalista se transforma en una pesadilla. Y esta pesadilla no es sólo una pesadilla económica y financiera, no es sólo la pesadilla de la caída de la Bolsa de Moscú y el pánico que provoca en todas las otras Bolsas del mundo, ayer y hoy. Esta pesadilla se refiere, sobre todo, al nivel de la lucha de la clase obrera soviética. Es una vergüenza para todos aquellos que se reclaman de izquierda en el mundo capitalista, que se diga que la clase obrera rusa no puede jugar ningún papel revolucionario, que está terminada. No. La nueva ola de huelgas de los mineros, la ocupación de la línea del Transiberiano y la huelga de la ZIM en Samara, donde se levantan consignas contra los burócratas comunistas y los burócratas demócratas y por el poder obrero, se encuentran en el inicio de un movimiento revolucionario de masas en el país de la Revolución de Octubre.


Mi organización y yo personalmente, hemos tenido la oportunidad y el honor de trabajar en Rusia, con compañeros rusos todos estos años de dificultades trágicas. Nosotros, los trotskistas, fuimos a Rusia en la hora de la tragedia del proletariado ruso, no como los stalinistas de los partidos comunistas para usufructuar el dinero del Kremlin, sino para luchar junto a nuestros hermanos proletarios rusos contra la restauración del capitalismo.


Puedo afirmar, compañeros, que hay en la clase obrera rusa y en la juventud rusa una verdadera conciencia comunista revolucionaria, mucho más avanzada que la de aquéllos que en Europa o en Estados Unidos tienen pequeños círculos de ‘extrema izquierda’ que dicen que el ciclo abierto en 1917 está cerrado. No sólo no está cerrado sino que la impasse del proceso restauracionista desestabiliza toda la situación en Europa, que ya está desestabilizada por la crisis mundial.


Si tomamos el famoso acuerdo de Maastricht, de 1991, se encuentra que era la respuesta de la Europa capitalista a la caída del Muro de Berlín y al derrumbe de la URSS. Aceptaron los términos del Bundesbank, el imperialismo francés ante todo, para tratar de encontrar los medios de controlar la situación en Europa en las nuevas condiciones y prepararse para la nueva etapa de la crisis mundial. Lo que ha ocurrido después de Maastricht es eso que los franceses llaman la “fractura social”. Hay ahora veinte millones de desocupados en Europa. Esa es la cifra oficial; seguramente hay más. Hay cincuenta millones que están debajo de la línea de pobreza. Como se dice en el documento que hemos redactado en la reunión de Buenos Aires, lo que se ve en Europa hoy es la ‘latinoamericanización’de Europa.


En 1995, los grandes movimientos huelguísticos en Francia, no sólo expresaron un gran crecimiento de la militancia obrera; fueron un salto cualitativo. Hay un nuevo nivel, una nueva etapa de la lucha de clases en Europa. Estuve recientemente en Francia y vi una radicalización social impresionante. Hablé con la gente común, no grandes intelectuales, con los obreros para conocer la opinión pública obrera, no la opinión pública de la televisión. Lo que me sorprendió fue lo que me dijeron quienes militan en el movimiento de desocupados. Me dijeron que hay que actuar ahora porque más tarde será demasiado tarde. Pregunté qué quería decir ‘demasiado tarde’. Me respondieron que ‘más tarde será la guerra de todos contra todos’, en el sentido de una ruina social completa, general. Es decir, la barbarie.


No sólo eso. En el movimiento de los desocupados de diciembre de 1997 a enero de 1998, los desocupados no sólo reclamaban empleo. La consigna central era que cada uno en la sociedad, trabaje o no, debe tener un ingreso mínimo. ¡Pero esto va contra todas las leyes del capitalismo! ¡Esto va contra la ley del valor y la ley del asalariado! El contenido de ese movimiento no es sólo encontrar trabajo, sino abolir la esclavitud del trabajo asalariado. Esto demuestra la madurez del proceso revolucionario en la propia Europa. Marx escribió hace 150 años que “el canto del gallo francés anunciaría la aurora de la revolución europea”. Es la disyuntiva que se plantea en Europa de manera creciente, porque no vamos a encontrar una solución al gran problema del desempleo en el cuadro del capitalismo, es o la revolución socialista o la barbarie.


Nuestro enemigo de clase se prepara. No hay que dudarlo. El centro de la preparación es el propio Estado, los servicios secretos, la seguridad. Es un secreto conocido en Francia que el Frente Nacional de Le Pen está íntimamente ligado con los servicios secretos del imperialismo francés. No es que hay malos fascistas por un lado y el Estado burgués democrático por el otro. La democracia burguesa es el huevo de la serpiente. Y ya sabemos lo que va a salir de ese huevo. Para matar la serpiente, hay que aplastar el huevo.


En Europa, y en mi país también, el huevo tiene un nombre: centroizquierda. El huevo puede tener otros nombres, depende de las condiciones nacionales. Puede llamarse Tony Blair, Prodi, Jospin, Zimitis. No son más que instrumentos del imperialismo.


La Internacional será la IVª Internacional o no existirá. No hay otra posibilidad. ¿Por qué? La batalla de Trotsky y de los trotskistas no representa una lucha aislada de pequeños grupos. El trotskismo no es sólo antistalinismo. El trotskismo es la lucha consciente por la continuidad de la Revolución de Octubre a escala mundial. Y como Osvaldo explicó antes, hay que ser muy claros cuando decimos que vamos a refundar la IVª Internacional, 60 años después de su fundación por Trotsky. ¿Por qué vamos a refundarla? En 1938, hubo presiones enormes sobre la IVª Internacional. Corrientes liquidacionistas y revisionistas se desarrollaron por todas partes para destruirla. Muchos que hablan hoy de la IVª Internacional no hablan de una Internacional roja sino de una Internacional rosa. Esta es toda la concepción del Secretariado Unificado, de los lambertistas. Son socialdemócratas, como los ex stalinistas. Los verdaderos comunistas, ayer, hoy y mañana, son solamente los trotskistas revolucionarios. Por eso hay que refundar la IVª Internacional. Las condiciones subjetivas son ese capital acumulado por nuestros militantes en todos los países del mundo.


Soy optimista, en la voluntad y en la razón. Creo que la IVª Internacional es la expresión consciente, no de una posibilidad abstracta, sino de una necesidad histórica. Voy a terminar, sobre esta base, con las últimas palabras que León Trotsky dijo antes de morir. “Estoy seguro de la victoria de la IVª Internacional”. Adelante.