Evaluación desde Venezuela del balance del PO sobre el referéndum

Los números agregados a la nota remiten a los comentarios de Virgilio Montesinos, al final del texto


Venezuela y América Latina. Despreciemos a los agoreros y luchemos por esta oportunidad histórica 


Las cifras del referendo en Venezuela hablan por sí solas: el chavismo perdió la consulta por la deserción masiva (abstención) de más de tres millones de electores suyos, que hace solamente un año habían reelecto a Chávez. La reforma constitucional fue volteada por una mayoría del pueblo identificado con el movimiento bolivariano (1), no por el electorado de la oposición derechista o escuálida (y esto sin considerar al número de trabajadores que votaron por el Sí bajo la extorsión de que, de otro modo, ‘hacían el juego a la derecha’). Es indudable que la derecha comandó la oposición al referendo y le dio su contenido, pero no ganó a la masa chavista para su campo. Necesitó hacer, asimismo, una enorme demagogia democrática, al extremo que se presentó como defensora de la Constitución actual que ella misma derogó en las 24 horas que duró su golpe de abril de 2002. La derrota del oficialismo, por su lado, inviabilizó la tentativa de reforzar un régimen político de poder personal, que es por definición incompatible con el socialismo— el cual “será la obra de los trabajadores mismos”(declaración de la I Internacional)(y con la democracia). Los regímenes de poder personal apuntan al estrangulamiento de la intervención política de los explotados y acaban abriendo el camino a sus verdugos. La derrota del plebiscito golpeó al régimen tal cual es en el presente, lo cual explica el estallido de divisiones que su resultado ha provocado en el personal de rentados del Estado. Un régimen de poder personal es también un régimen de camarilla y burocrático, por la razón de que ningún poder personal funciona en el vacío y necesitaba rodearse de un aparato de apoyo. La circunstancia de que el rechazo (en la forma de la abstención) partiera de una mayoría de la población que en la última década protagonizó las grandes movilizaciones nacionales es un hecho significativo, aunque la abstención haya sido inspirada por tendencias heterogéneas y contradictorias (2) . La masa que se abstuvo acompañó la movilización que puso fin al viejo régimen proimperialista del ‘punto fijo’ (reparto del poder entre la Acción Democrática y el socialcristianismo), y que derrotó más tarde el golpe de abril de 2002 y al lock-out patronal de diciembre de 2002-enero de 2003. En diciembre de 2006, Chávez había sido reelecto por 7.300.000 electores contra los 4.400.000 de su rival derechista ,Rosales. El domingo pasado, el Sí cayó a 4.300.000 votos contra4.400.000 del No, en este caso los mismos votos del año pasado. Es a la luz de estos datos que se entiende la ‘prudencia’ conque la derecha ha tomado ‘su’ victoria. Decir que lo ocurrido representa un triunfo de la derecha es un abuso político y representa claramente una concesión ideológica al imperialismo (3). Esa es la función que cumple la campaña que asegura que la democracia derrotó al socialismo.


Otra vez, la ‘derrota’ del ‘socialismo’


Es la interpretación que hacen no solamente los derechistas, sino más aún la mayoría de los izquierdistas, para los cuales Chávez habría cometido una suerte de ‘apresuramiento’ en la tentativa de “iniciar la transición al socialismo”. El propio Chávez ha dicho después de las elecciones que el pueblo venezolano no está aún preparado para la transición al socialismo (prometió insistir en un futuro). ¿El rechazo a la reforma habría sido inducido, entonces, porque postulaba la reducción de la jornada laboral a seis horas o porque preveía un sistema de seguridad social para los trabajadores informales — que era lo más próximo que tenía de un planteo socialista? Si efectivamente el rechazo fue aguijoneado por el temor a un régimen social diferente al capitalismo, ¿cómo se explica que durante ocho años esa mayoría inmensa de trabajadores ahora ‘temerosos’ hubiera hecho frente al golpe comandado por los representantes del ‘primer mundo’ y de la ‘democracia’, y que hubiera apoyado las “misiones”, con sus diversas propuestas educativas, sanitarias o habitacionales, o hubiera hecho frente al sabotaje petrolero en nombre de la plena soberanía de los hidrocarburos? Un pueblo hostil al socialismo sería incapaz de iniciar siquiera una lucha antiimperialista, no ya de desarrollarla. La artimaña de confundir al régimen de poder personal con el socialismo no es por cierto un procedimiento nuevo — hace más de doscientos años que forma parte del arsenal de calumnias del anti-comunismo (‘el socialismo es autoritario’). Por otro lado, no ha habido caudillo nacionalista en la historia que no se hubiera arropado en el socialismo; hasta el autócrata alemán, Otto von Bismarck, coqueteó con esta condición cuando nacionalizó los ferrocarriles y estableció uno de los primeros sistemas de jubilaciones. Alguien llamó a eso “socialismo prusiano” (aunque lo hubiera podido llamar socialismodel siglo XIX). No debe sorprender, entonces, que las interpretaciones sobre el resultado venezolano (la mayoría de ellas de absoluta mala fe) lo caractericen como un rechazo al socialismo. Hasta los trotskistas de la LCR de Francia reivindicaron la propuestade reforma como iniciadora del socialismo, aunque quejándose de que tenía el defecto, secundario para ellos, de reforzar el poder personal y el bonapartismo, o sea la regimentación obrera y social por parte del Estado. Los apologistas escondían, además, que la reforma no ponía en marcha esos avances sociales sino que los retrasaba, porque hubieran podido implementarse de inmediato por medio de una ley.


Plebiscito político


La falacia de la tesis que dice que ha habido un rechazo al socialismo está probada por el hecho de que la reforma derrotada tenía apenas una diferencia de grado con la Constitución vigente -no una diferencia cualitativa. Chávez puede gobernar hoy perfectamente ignorando al parlamento, esto por medio de las leyes habilitantes (una suerte de super-poderes) (y así lo hace), o pasar por encima de la autonomía del Banco Central (lo cual hace también). La Constitución corriente es tan ‘socialista’ como la que acaba de sucumbir, la cual sin embargo fue aprobada, en su momento, por una Asamblea Constituyente y un referendo. El problemano está, entonces, con el socialismo. Incluso luego de la derrota de la reforma, el sistema político de Venezuela continúa siendo el de un régimen de poder personal — con un par de atributos menos de los deseados por su inspirador. La falacia del socialismo es clara. En realidad, Chávez no convocó al referendo para reformar la Constitución (mucho menos para iniciar la ‘transición al socialismo’) sino para obtener una ratificación plebiscitaria de cara a la agudización de las contradicciones de conjunto del proceso bolivariano: los crecientes problemas económicos (la inflación de noviembre fue del 4,4%), tensiones sociales (la reciente huelga petrolera (4), problemas de desabastecimiento), y crisis políticas (buena parte de gobernadores y alcaldes chavistas evitó movilizarse por el referendo, creció una movilización estudiantil comandada por la derecha). Una de las manifestaciones de esas contradicciones era, precisamente, la división en las filas oficiales y en las fuerzas armadas. Por este motivo, o sea, porque el referendo tenía poco de constitucional y mucho de ratificación plebiscitaria, la derrota abre inevitablemente una enorme crisis política (5). Los ‘trotskistas’ que apoyaron el texto de la reforma cometieron, entonces, dos fraudes: apoyar un programa bonapartista, es decir antisocialista, y desorientar al pueblo pintándole un proceso constitucional que profundizaría, decían, la revolución (6).


‘De mis enemigos me cuido solo’


La tesis del rechazo del pueblo al socialismo sirve al propósito de justificar un giro a la derecha en Venezuela y un acercamiento entre el oficialismo y la oposición derechista, o por lo menos una reconciliación entre los chavistas que rompieron lanzas en los últimos meses. Nos referimos, en este caso, al sector militar que sigue al ex ministro de Defensa, Baduel, y al partido chavista, Podemos. Un alto funcionario de gobierno, el viceministro de relaciones exteriores Vladimir Villegas, ha presentado el resultado del domingo como “Una derrota salvadora” ( La Nación, 4/12). ¡Qué tal! Viva la derrota. Sin la menor vergüenza dice que “el modelo socialista…no lo tenemos del todo acabado, y buena parte del país… lo asocia con la pérdida de libertades”. El ministro no se dio cuenta, parece, que ya hace cuatro años, por lo menos, que él y el gobierno que le paga vienen hablando y practicando el socialismo del siglo XXI. Para este hombre, en el referendo “han salido derrotados los extremos (!!!), tanto en el chavismo como en la oposición”— es decir que Chávez, que planteó la alternativa “Chávez o Bush”, sería el ‘extremista’ de su gobierno (ojo con esto).La derrota, agrega el viceministro chavista Villegas, ha sido “salvadora, porque se dispararon alarmas tempranas…para corregir errores”. Esta posición de un sector oficial, instalado en el gobierno, lleva a una conclusión transparente: la amenaza de golpe viene desde adentro del oficialismo, de un gran sector oficialista que el domingo pasado llamó a votar por el Sí o que acompañó ese llamado, o sea del seno mismo del régimen que los pseudoizquierdistas vienen caracterizando desde hace varios años como la forma política de la revolución permanente en Venezuela (7).


El agotamiento de la experiencia bolivariana


La derrota plebiscitaria culmina un proceso político reciente, que aunque no ha sido largo sí ha sido denso. Comenzó con la acentuación de la ofensiva para encuadrar a la Unión de Trabajadores como una sucursal del Ministerio de Trabajo, y luego con la creación del partido único. Como se ve, la “geometría del poder” que obsesiona a Chávez no arranca con la propuesta de intervenir el territorio de los estados federales, en especial donde gobierna la oposición (8). Arranca con el movimiento obrero. Esto provocó una crisis cuando los partidos Comunista, PPT y Podemos se negaron a sumarse al PSUV. Los cinco millones de miembros que integran los batallones del PSUV no alcanzaron, sin embargo, para superar los más de cuatro millones de votos por el No. A esta crisis le siguió la estatización de la televisora RCTV —cuando el gobierno aprovechó el fin de la concesión privada para pasarla al control burocrático del Estado (en lugar de ponerla en manos de organizaciones populares independientes). A renglón seguido el gobierno y el PSUV fueron incapaces de pelearle políticamente a la derecha el movimiento estudiantil que enfrentó el cierre de RCTV. Debido a sus intereses estatizantes y a su política de regimentación, el chavismo fue incapaz de encarar a la movilización estudiantil con armas libertarias y socialistas (9). El socialismo del siglo XXI fue incapaz de movilizar a su propia juventud y desnudar las contradicciones del movimiento rival; al final, la movilización estudiantil de la derecha fue el ariete principal del que se sirvió la oligarquía para ocupar la calle, pero con la cual entrará en contradicciones en un plazo no muy largo, seguramente. A todo esto hay que sumar la explosión de las contradicciones económicas: mientras la llamada ‘boliburguesía’ se enriquecía como animales, saqueando el tesoro del Estado y especulando en el mercado negro de divisas (¿qué socialismo, no?), la carestía se hacía creciente, se acentuaba el desabastecimiento y el gobierno se recusaba o sino: se rehusaba a aumentar los salarios (huelga petrolera).La tendencia al bonapartismo es siempre expresión de una crisis social, ella no resulta de caprichos individuales; se impone para tratar de arbitrar conflictos sociales agudos valiéndose de medios extraordinarios. El fracaso del plebiscito significa que el planteo bolivariano está agotado. Esto lo dijimos hace un par de meses (Prensa ObreraN° 1.004, Altamira, 9 de agosto, “crisis en las fuerzas armadas bolivarianas; N° 1.007, Oviedo, 30 de agosto); por eso ahora no necesitamos improvisar una conclusión. La agudización de la crisis política que queda planteada a partir de la derrota del plebiscito, forzará la aparición de nuevas manifestaciones de bonapartismo, que se diferenciarán de las habidas hasta ahora por su mayor inestabilidad y por su menor solidez institucional (10).


Una situación extraordinaria


En Venezuela se ha creado una situación extraordinaria, diríamos que fabulosa. La derrota del plebiscito desbloquea, por un lado, las posibilidades para el movimiento obrero que se quiere organizar en forma independiente, incluso porque asesta un golpe (que desearíamos fuera mortal) al ministro de Trabajo. Por otro lado, la derecha no tiene todavía condiciones para tomar una iniciativa decisiva: uno, porque la conciencia popular es tanto o más anti-derechista que antes; dos, porque la derecha continúa dividida por fuertes antagonismos. La debilidad de la derecha se manifiesta en su tentativa de acercarse a los ‘chavistas sin Chávez’. El ejército no puede confiarse, por el momento, a una aventura derechista, porque podría perder para siempre sus oropeles en las calles, pero claro que esto no va a durar toda la vida. Venezuela ha ingresado en una etapa transitoria convulsiva, que exige iniciativa y determinación de sus sectores clasistas. Si la crisis social se agudiza y las fuerzas en pugna no logran cohesionarse e inclinar la balanza de su lado, se van a acentuar las características bonapartistas del gobierno, en el sentido de una mayor tendencia a la demagogia y a las concesiones sociales, de un lado, y a la represión, tanto contra la izquierda como contra la derecha, del otro (11). La tarea debe ser, por lo tanto, la de acentuar la preparación política, programática y organizativa de una alternativa socialista, que sólo puede llegar a ello si se apoya en un proletariado independiente.


Un partido obrero


La iniciativa estratégica que se impone es dar el puntapié inicial para la formación de un partido de trabajadores. El PSUV está muerto. Orlando Chirino, dirigente de la Corriente C-Cura de la UNT, que ha rechazado la reciente reforma bonapartista y antes ya había rechazado sumarse al PSUV, ha planteado la necesidad de un partido de trabajadores. Opinamos que esta propuesta debe ponerse en práctica de inmediato. No importa el número inicial de adherentes; lo que importa ahora es un programa y un periódico, por sobre todo un periódico, obrero y socialista. Es lamentable el tiempo que se ha perdido hasta ahora, como consecuencia del pasaje del 90 por ciento de los grupos trotskistas al chavismo y al PSUV. A partir de la fundación de un núcleo de partido y especialmente de un periódico, quedaría planteada la necesidad, también inmediata, de una campaña por las reivindicaciones pendientes que se concrete en planes de lucha, y una campaña por un congreso democrático de la UNT. Si perdemos el tiempo en poner en práctica esto, acabaremos viendo resucitar a los viejos carcamanes adecos y copeyanos de la CTV. Se ha creado en Venezuela una situación en extremo contradictoria, que no puede ser abrazada por una definición simple. El arbitraje político estatal se debilita como consecuencia de factores de conjunto. Clarificando la nueva situación tendremos la oportunidad de hacer ingresar a la revolución latinoamericana en una nueva fase.


Como punto final (12).


Comentarios


1. Lo subrayado en amarillo corresponde a planteamientos comunes con PO esbozados en nuestro balance que muy diplomáticamente difunden desde el periódico, pero alertan “Como surge de sus términos, este balance es diferente en muchos aspectos con la línea política que ha llevado adelante Prensa Obrera.”. En efecto he conseguido varios que procederé a evaluar, pero no quisiera dejar pasar que lo mismo no fue aplicado a la integra declaración de prensa que reproducen de Orlando Chirinos. Y esto, sin considerar que aunque la posición que planteó Opción Obrera de abstención difiere de la de Chirinos por el voto nulo, considero que su balance no es adecuado al aseverar “…que los votantes (si incluimos en ellos los que no votaron) le dijeron no al socialismo, justamente porque el tipo de socialismo que se quiere implantar es contrario a las libertades, entre ellas la sindical.” de golpe y porrazo. A pesar de afirmar PO el carácter bonapartista de Chávez frente a su plebiscito, deja “colar” de un dirigente sindical clasista de tamaña magnitud el aseverar de que hayan negado el socialismo con su voto o abstención. No pretendo, por ningún modo, aseverar que nuestros planteamientos previos de movilizarse en pos de sus necesidades mínimas haya generado el que las grandes mayorías se abstuvieran. Sí por el contrario, ratifico que la consecuencia del no sentirse satisfecho con las políticas de Chávez fue lo que ocasionó que le dieran la espalda, lo que por deducción conduce a las siguientes líneas resaltadas en amarillo que también compartimos.


2. El planteamiento de PO se convierte en un decir. No nos convence un decir, por el contrario, la abstención fue una respuesta al bonapartismo en sus errores de no dar suficiente atención a las mayorías oprimidas. Si por una parte su accionar inconsciente al socialismo no se concretó en respuesta al referendo, tampoco dejó de lado su reclamo por conseguir sus necesidades básicas o de denunciar el constante crecimiento de la burocracia y de los vividores. El planteo de la reforma se presentó tan alejado de su realidad que prefirieron ignorarlo. Otra hubiera sido la situación si el bonapartismo chavista (no sólo de Chávez) al menos burocráticamente hubiera atendido sus reclamos aunque impusiera el freno a la movilización.


3. La derecha sí evaluó sus posibilidades de salir victoriosa. Su resultado concreto se demostró al atraer al NO los tradicionales sectores abstencionistas y guarimberos (AD, Bandera Roja, Alianza Bravo Pueblo, y Comando de la Resistencia) que semanas antes no consideraban el voto. Que está evaluación la hayan hecho ellos o el imperialismo es poco importante, lo importante es que lo hubieran considerado, conjuntamente con la acción callejera en forma de guarimbas si el SI hubiera ganado. No hay que tener mucha experiencia en el análisis político para aseverar lo ineficaz actualmente del gobierno de Chávez, y su degradación por la corrupción o el no actuar frente al desabastecimiento que es continuamente denunciado por las mayorías chavistas. Súmele a esto el ineficaz planteamiento de una reforma a la constitución, que ha pesar que normalizaba el capitalismo, permitía desbaratarlo por todas sus costuras, y que tan sólo era defendido formalmente por Chávez y su minúsculo grupo que la elaboró. Para la derecha el resultado era simple, uno más uno es igual a dos. La mesa está servida. Su victoria es válida. Otra cosa es que la consideren con “prudencia”. Sus tendencias internas son dispares. Frente a las posiciones de “conciliación” de Primero Justicia y Un nuevo Tiempo, (aprobar por consenso las 6 horas de jornada o decretar un nuevo esquema de seguridad social) escuchamos voces que plantean la ilegitimidad de Chávez (consecuencia de su plebiscito) hasta la de una nueva asamblea constituyente que estabilice el ordenamiento capitalista (Baduel).


4. Los camaradas de PO continúan estableciendo esto como un fetiche que no fue real. Confunden las movilizaciones por un contrato colectivo petrolero con claras manifestaciones de independencia de clase con algo que nunca ocurrió. Seguirlo planteado de esa forma banal, en especial fuera de las fronteras de Venezuela, es generar ilusiones en la clase obrera mundial. PO debe recapacitar en esto porque les da visos de oportunismo fácilmente denunciable desde la pseudoizquierda de Argentina y del mundo.


5. La posición que hace PO al respecto me parece, por decir lo menos, interesante. Su capacidad de análisis al respecto queda suficientemente claro, sin embargo, a pesar que se deja claramente planteado que fue Chávez y no sectores chavistas o no chavistas del gobierno, pareciera una interpretación por la puerta trasera de las contradicciones que plantea la lucha de clases. Si bien son ciertos los hechos que pueden prefigurarlo, no es menos cierto que esos mismos hechos hubieran podido ser utilizados para apalancar desde el centro el bonapartismo. Chávez, ineluctablemente, es la figura primordial de este proceso. Los segundones están a años luz de su posición ante él y ante las masas, entonces ¿por qué no ir desde el centro o hasta por la izquierda? Es que acaso, como piensan mucho de sus seguidores, Chávez está preso por sus funcionarios y no lo dejan actuar, y ahora si agarró el sartén por el mango, pero en vez de defenestrar sus carceleros, concilia con ellos. No es lo suficientemente claro. No le doy aval a Woods cuando plantea que PO observa las hechos con la óptica de un cristal a 4000 km, pero plantearme una contradicción fundamental “la división en las filas oficiales y en las fuerza armadas” con la fuerza que asume PO no la comparto. Si entiendo que las haya, pero no como de peso suficiente para ser considerado. Tal vez PO tenga más elementos a la mano para aseverarlo que con los que cuento o que hayamos discutido, y evaluado, o hasta planteado por alguien más en Venezuela. En aras de la discusión y por una correcta caracterización del momento político, rogamos entonces ser servidos con más datos en este análisis.


6. Me parece acertado lo plasmado en estas líneas. No se nos pasó por los análisis, independientemente que lo esbozado previamente, como fue descrito en el pie de página anterior, aún no me convenza. Esto lo digo, no por la primera parte. Se debió aseverar, antes del referendo, el error que cometían al desorientar al pueblo ilusionándolos con que se profundizaría la “revolución”. Sin embargo, este aceptar surge más como por el convencimiento del bonapartismo de Chávez, que por el giro a la derecha planteado por PO.


7. Este es otro punto que entra en conflicto con nuestro balance. Mantengo la posición que la amenaza de golpe continúa estando desde la derecha y el imperialismo, a pesar de las divergencias e interpretaciones que muestran. No lo hago como punto de honor. Es cierto que en el interior del chavismo de derecha un buen sector llamó a votar, no sólo por el SI, también lo hicieron solapadamente por el NO. Ahora, concluir en que esos sectores mayoritariamente estén aupando el golpe de derecha no lo comparto. Que PO hubiera evaluado condiciones para un golpe de derecha de sectores chavistas diferente al que se planteó (y plantea) la derecha en la oposición me resultaría más acertado. Creo que estas aseveraciones dan concreción al planteamiento del referendo por la derecha de Chávez, por las contradicciones que manifiesta PO suceden en la sociedad y en los militares. De nuevo me gustaría conocer bajo que criterios o hechos se basa PO para refrendarlo.


8. Este punto es importante, aunque ya está desfasado con respecto al tiempo. Planteamos que la integridad de la reforma estaba en función de un estado capitalista burgués con claras intenciones nacionalistas (hacer de Venezuela una potencia al decir de Chávez) bajo un esquema bonapartista y personalista donde pueden convivir los explotados y sus explotadores, y donde alertábamos con artículos puntuales de la reducción democrática de sus elegidos o del carácter antisocialista de por ejemplo las regiones estratégicas militares, pero evidentemente no nos paseamos por el detalle que comenta PO.


9. Este punto es coincidente con nuestro balance y lo consideramos muy importante cuando asumimos que la derecha estudiantil es la llamada a incidir como ariete en la retoma del estado por la burguesía y el imperialismo bajo las figuras del golpe suave o revolución naranja. Por los escritos que leemos de la pseudoizquierda y de la intelectualidad de izquierda, nadie da medio por esta consideración, y menos, como planteamos en el balance, dirige consignas claras de independencia del tutelaje o la regimentación chavista. Que calen nuestras consignas es otra cosa ante la escasa intervención directa que podamos tener en los dos tipos de universidades que actualmente conviven en Venezuela.


10. Esto también lo compartimos y en el balance lo planteamos como el giro a la izquierda que debe dar Chávez aunque pueda plantear lo contrario. Tratamos en el balance de ser claros en que sea la exigencia de las masas en su movilización quienes provoquen el giro a la izquierda. Nuestro planteamiento va hacia posiciones de independencia de las grandes mayorías oprimidas y explotadas frente a Chávez al transformar su desilusión en fuerza concreta al socialismo. Evidentemente sin el correcto accionar de una vanguardia política en su dirección la movilización puede conducir a situaciones confusas o inciertas. Que Chávez asuma o no el reclamo de las masas que se apoye en ellas no es lo importante. Presupone otra evaluación cuando se observe. Lo fundamental es que ellas reconozcan las limitaciones del nacionalismo burgués y defiendan sus logros frente a la derechización más probable que asuma Chávez.


11. Creo asumir en este punto coincidencias con nuestro balance. Asumimos igual el optimismo de PO. Recomendamos el contactar a los trabajadores que por la izquierda votaron por el NO o nulo o se abstuvieron. Coincidimos con PO y con Chirinos que las purgas que debe hacer Chávez coincidan con la salida de su actual ministro del trabajo y toda su camarilla favorecedora de la burocracia representada en la FBT y en sus inspectores con claros vínculos patronales. La movilización de los trabajadores por sindicatos con independencia de clase, por la renovación de sindicatos y federaciones, por el reintegro a los centros de trabajo de los delegados con fuero, por la renovación o discusión inmediata de los contratos colectivos vencidos, es lo que en efecto podrá dar forma al incipiente partido de los trabajadores y al despacho de la camarilla ministerial. La concreción de ese núcleo de partido obrero, permitirá ser vanguardia política de la movilización de las mayorías oprimidas en pos de obtener la satisfacción de sus necesidades mínimas. Creo entender de esta forma la aplicación práctica de la revolución permanente. Ahora más que nunca los planteamientos del programa de transición deben ser considerados en función de las características locales de Venezuela. Estamos conscientes que no llegamos a un puñado en Opción Obrera y que nuestra presencia es fundamentalmente panfletaria, de ahí que el periódico sea un objetivo estratégico al corto plazo.


12. Nos encontramos en una posición crítica ante la situación política nacional. El carro de la historia o la lucha de clases no se detendrán para que Opción Obrera tenga la oportunidad de hacer lo que debe hacer. Estoy dando por ahora mi mayor apoyo a darle forma a la organización bajo la ventaja de no tener un trabajo bajo relación de dependencia. Gran parte de lo escrito en el balance fue redactado de mi puño y letra, así como, sin ambages lo digo, he retomado la intención cierta de activarme políticamente después de varios años. Entiendo la dedicación que el camarada Aguirre ha mantenido a lo largo de estos años. Sólo pedimos el beneficio de la duda y la sabia preocupación de nuestros planteamientos. Las tecnologías de información están ahora por encima de las regiones. Apóyennos en nuestras dudas y cavilaciones, sabemos en dónde está la experiencia.


Saludos revolucionarios.


Virgilio Montesinos