Incendios en Rusia: “Fuera el gobierno”

-Exclusivo de internet

El fuego arrasó casi 750.000 hectáreas de bosques, pueblos y aldeas del centro y oeste de Rusia, incluida la zona más fértil del país. Los jerarcas -que no suspendieron sus vacaciones hasta que Rusia se sumergió, según el presidente Dimitri Medvédev, en un “escenario monstruoso”- decretaron “tardíamente” el estado de emergencia en 27 regiones, sobre un total de 83.

La sequía y los incendios destruyeron el 25% de la cosecha de cereales, también se perdió hasta un 35% la producción de papa y remolacha, básicas en la dieta nacional. Aunque el gobierno canceló la exportación de cereales hasta fin de año en un intento por controlar la vertiginosa suba del precio de los alimentos, el pan aumentó casi un 20%. La suspensión de las exportaciones impactó inmediatamente en el precio de los cereales en los mercados internacionales. “Hay pánico en el mercado europeo de cereales “, afirma el “Financial Times”.

El incendio de los yacimientos de turba de la periferia de Moscú llevó la polución a niveles seis veces más altos de lo permitido, lo que duplicó las tasas de mortalidad en la capital y colapsó los depósitos de cadáveres (El País, 9/8). Mientras los países extranjeros evacuaban al personal de sus embajadas, el Ayuntamiento de Moscú se limitó a pedir a las empresas que, “en lo posible, dejen de trabajar y permitan a la gente quedarse en casa”.

El fuego rodeó instalaciones militares nucleares, incluido el Centro Nuclear Federal, pilar de la energía atómica, y redujo a cenizas varias bases, obligando a trasladar arsenales enteros y movilizar miles de hombres para proteger las instalaciones nucleares en Sarov. Medvédev echó a los jefes militares de Kolomna, sin embargo, el máximo responsable, Víctor Biront, dijo que se pasó 10 días intentando apagar el fuego con los marineros y personal civil sin que nadie contestara su pedido de auxilio. “Estaban intentando salvar las lujosas villas de la zona”, dijo (El País, 4/8).

Que Medvédev ordenara “actualizar la lista de instalaciones potencialmente peligrosas y determinar cuáles son las de máximo riesgo” ofrece una idea cabal del grado de descalabro que impuso la restauración capitalista. El fuego calcinó también 4.000 hectáreas de zonas contaminadas por el desastre nuclear de Chernobyl (1986). Hay residuos radiactivos de Chernobyl en diez regiones de Rusia, y Alemania anticipó que la contaminación podría alcanzar Polonia y el sur de Suecia. El ambientalista Alexander Issayev denunció que las normas especiales contra incendios para zonas contaminadas con radiactividad no se cumplieron por falta de personal (La Nación, 16/8).

Aunque la catástrofe se adjudica a las altísimas temperaturas causadas por el cambio climático, la incapacidad del Estado para controlarla no es obra de la naturaleza. El código forestal instaurado en 2006 por Putin permitió privatizar los bosques, desmontó el sistema centralizado de control de incendios y lo dispersó entre autoridades federales y regionales, aniquiló el presupuesto y despidió 70.000 guardabosques y bomberos rurales (la mitad de la dotación). En su momento, los ecologistas advirtieron que Rusia no podría sofocar siquiera los incendios habituales durante el verano.

El ejército no fue enviado como refuerzo a las zonas incendiadas hasta pasadas varias semanas. La descoordinación es tal que las instituciones responsables de extinguir incendios forestales “no comparten sus fotos aéreas porque están acostumbradas a venderlas”. Rusia utiliza satélites estadounidenses para vigilar sus bosques. Los incendios “incluso pueden resultar una bendición para muchos empresarios y funcionarios locales implicados en talas ilegales de bosques, porque resultará imposible probarlas”.

Crisis política

Las críticas contra el gobierno se multiplican. La popularidad de Medvédev y Putin cayó a su nivel más bajo desde 2008. La población denuncia la ineficacia y corrupción de los responsables locales -nombrados por Putin.

Putin debió interrumpir su gira y refugiarse en responder por Internet después de que, en Nizhni Nóvgorod, las víctimas lo recibieran a gritos de “fuera el Gobierno” y la exigencia de “juzgar” a los responsables locales y “colgarlos de los huevos” (El País, 4/8).

El gobierno intenta apaciguar a la población con destituciones de poca monta, aumentó las indemnizaciones a los damnificados y colocó cámaras en video en las 14 zonas donde se construyen casas para los damnificados, así éstos pueden verificar los avances por internet (EIF, 13/8). La catástrofe se produjo en las vísperas de las elecciones de 2012, en las que Putin es candidato. Sin embargo, “a pesar de la represión policial, las manifestaciones masivas son cada vez más frecuentes en las 11 zonas horarias del país, desde Kaliningrado hasta Vladivostok”, afirma Natalia Shapovalova, de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (Fride).