France Telecom: ¿Fin al regimen que provoca los suicidios?

France Telecom (FT) ha ofrecido a los trabajadores lo que llama “un nuevo contrato social” frente a la ola de suicidios en la empresa.

La empresa informó que el gran objetivo del “plan” es disminuir el stress de sus empleados y anunció a los sindicatos el congelamiento hasta fin de año de las reestructuraciones de personal. En los últimos 19 meses se han suicidado 25 trabajadores de Telecom Francia, agobiados por un acoso laboral de características siniestras. “Debido a las reestructuraciones, de un día para otro te cambian de puesto y te obligan a mudarte a 100 kilómetros”. Operarios de más de cincuenta años, especializados en instalación de redes, son trasladados de la noche a la mañana a ventas por teléfono y allí “tratados como si estuvieran en la guardería, obligados a pedir permiso para ir al servicio” (testimonio de trabajadores, El País, 21/10).

¿FT ha decidido acabar con este régimen? De ningún modo. El futuro mandamás del grupo “afirmó ante 150 cuadros su intención de presentar de aquí a fin de año un plan incluyendo nuevas reorganizaciones junto a medidas presupuestarias” (Lutte Ouvriere, 30/10).

FT anunció, por otra parte, modificaciones favorables a los trabajadores en las condiciones de trabajo. En los calls centers habrá una pausa de 10 minutos cada dos horas, cierto que “sin aclarar que se trata de una medida que figura en las convenciones colectivas de las telecoms, sin considerar que en el pasado había 10 minutos de pausa por hora, no cada dos en los centros de averiguaciones telefónicas destinados a los usuarios”. La dirección, por otra parte, se niega a cuestionar los “rendimientos individuales comparados”, base del control de la “productividad de los trabajadores” (LO, ídem).

¿Que queda, entonces, del “nuevo contrato social”?. La oferta de prejubilaciones o reducciones de jornada a mayores de 57 años, a quienes se los considera más vulnerables al plan de “racionalización” .

Es decir la política que ha llevado a los accionistas de FT a recibir 14.5 billones de euros de beneficios en tres años al costo de 22.000 despidos y 25 suicidios sigue en pie.

¿Qué “plan”?

Veinticinco suicidios y trece intentos que no llegaron a materializarse son expresión “de una tendencia que reproduce episodios similares en otros pilares de la industria francesa como Renault, Peugeot y EDF” (The Economist, en La Jornada, 20/10). Varios analistas se han preguntado cuántos suicidios que no salen a la superficie se están produciendo en estas mismas horas por la desocupación o la flexibilidad laboral llevada al extremo, como consecuencia de la bancarrota capitalista. Los suicidios relacionados con el trabajo aumentaron un 28 % en Estados Unidos, según la Oficina de Estadísticas Laborales, una tasa menor que la de Europa.

El “plan”, naturalmente, no busca liquidar el corazón del problema: la dictadura férrea de la patronal en los lugares de trabajo, que dispone de los trabajadores como bestias de carga y, lo que es peor, como bestias de carga al borde del despido en forma constante. La empresa no renuncia al achicamiento de los planteles, lo plantea ahora bajo la forma de jubilación anticipada, ni a la rotación constante de los trabajadores ni a la polivalencia.

Los testimonios de los trabajadores dan vueltas sobre un mismo eje: la descalificación de la que son objeto, al ser enviados a cubrir funciones de categoría inferior, que desconocen sus conocimientos y su experiencia. La miseria social no se expresa solo en la degradación del salario – si fuera por esto los trabajadores de FT tienen salarios que no están por debajo del promedio, sino en el arrasamiento de toda condición de estabilidad y consideración a su profesionalismo. Cuando a un trabajador se lo envía a cubrir una función por debajo de su nivel de calificación el mensaje es “tu puesto puede ser ocupado por cualquiera y tu despido es una posibilidad cotidiana”.

Francia, Estados Unidos, ¿pero no estamos hablando de Kraft, donde el desconocimiento sistemático de las categorías y el intento de implantar la polivalencia fue uno de los factores mayores de conflicto en la planta?

La descalificación constante, exacerbada por la crisis capitalista, aleja todavía más al trabajador de la comprensión del proceso productivo y lleva a una degradación global del contenido del trabajo. Se asiste a un proceso que “mide” al trabajador en función de una destreza específica, cada vez más unilateral, una operación limitada y reiterada en la que lo que finalmente importa es la rapidez. Desaparece el concepto mismo de calificación, como puede observarse en los tiempos de entrenamiento cada vez más cortos y en el salario, que deja de tener un “básico” para estar cada vez más sujeto a “premios de productividad y calidad”, que miden la intensificación física del esfuerzo del trabajador.

El trabajador se convierte así en “alguien” carente de toda motivación y horizonte – que puede, a la vez, ser desalojado en horas del lugar de su vivienda y sus afectos. “Un sondeo mas reciente de DDI, otra consultora de ese país (EEUU) descubrió que mas de la mitad de los encuestados describían su empleo como estancado, es decir sin nada interesante que hacer y con pocas esperanzas de recibir un ascenso” (The Economist, ídem). ¿No estamos hablando, una vez más, de Kraft, donde existen trabajadores que durante ¡12 años¡ no han tenido cambio alguno en su categoría?*

La degradación constante, aún la humillación, van de la mano de la obsesión por medir el rendimiento. “En Japón, algunas empresas vigilan incluso que sus empleados sonrían con suficiente frecuencia a sus clientes” (ídem).

Los trabajadores de FT han protagonizado una primera marcha contra el infierno laboral que está hundiendo sus vidas. “No hay gritos, ni consignas, ni aplausos, ni insultos”. ¿Quién es el culpable? “Todo se condiciona al beneficio…solo servimos a los accionistas. Pero los que se tiran por la ventana no son los accionistas, ni los banqueros, como en 1929, sino los trabajadores” (Cascoux, sindicalista, 50 años, El País, 21/10).