Francia: balance del primer congreso del NPA

Entre el 11 y el 13 de febrero se realizó el primer congreso del NPA (Nuevo Partido Anticapitalista), dos años después del congreso de fundación. Todas las fracciones internas del partido coinciden, con diversos vocablos y énfasis, que concluyó en un fracaso. El NPA ha entrado en un período de crisis y el congreso la ha acelerado. Esto ocurre cuando el mundo es sacudido por las revoluciones sociales en los países árabes y cuando, en Francia, el gobierno de Sarkozy ha perdido toda autoridad y su supervivencia está en las manos de la izquierda y la burocracia de los sindicatos.

Las revoluciones en la orilla opuesta del Mediterráneo, que han puesto en el orden del día la acción directa de las masas, son un elemento directo de crisis de la burguesía francesa y de aliento a las tendencias combativas y clasistas. La intervención independiente de la clase obrera, de la juventud y de los explotados -y de la emergencia y reforzamiento de direcciones revolucionarias- se plantea en muchas mejores condiciones que en cualquier otro momento. El congreso del NPA estuvo marcado, en cambio, por el desconcierto, la desmoralización y la confusión del conjunto de los delegados. Nada comparable al congreso de fundación y la reunión nacional de diciembre pasado.

Los resultados del congreso

El congreso reunió a 350 delegados, en representación de 3.600 adherentes (votantes en las asambleas locales). En el congreso de fundación de 2009 se registraron 5.900 votantes y en la consulta sobre las elecciones regionales de 2010, 4.600. La pérdida de adherentes es permanente y regular. Pero el fenómeno político más significativo fue que la dirección del NPA, elegida dos años atrás casi por unanimidad, llegó dividida y atomizada. El congreso no pudo adoptar ningún documento político y prácticamente no tomó ninguna resolución. Fue un congreso para nada, lo que constituye una innovación, incluso para este tipo de organizaciones ‘plurales’. Simplemente se eligió una nueva dirección sin mayoría sobre la base de la relación de fuerzas que emergió de las asambleas locales: 42% para la Plataforma 1 (mayoría histórica de la LCR y de la constitución del NPA), 28% para la P2 (la izquierda del NPA), 26% para la P3 (los partidarios de una integración inmediata en el Frente de Izquierda comandado por el PC) y 4% para la P4 (del colectivo por una tendencia revolucionaria). La única “decisión” que se tomó fue la aprobación de un documento conjunto de la P1 y la P3, sobre la crisis. Este texto, realzado por su importancia “programática”, alinea al centro con la derecha.

El congreso se realizó en una gran confusión, caracterizado por el debate entre documentos de “tendencias”, pero además fue atravesado por otro debate que había dividido al NPA durante todo 2010, con referencia a la religión, el feminismo y el laicismo. El debate se originó en la presentación de una candidata en las elecciones regionales de marzo de 2010, que usa el velo de la religión musulmana. Este tema dividió al interior de todas las plataformas. El congreso, luego de múltiples maniobras y votos, decidió… convocar a una conferencia nacional para seguir discutiendo.

Frente de Izquierda

El punto político que más dividió al congreso fue el Frente de Izquierdas constituido por el PC, el Partido de Izquierda (una escisión del PS) y un desprendimiento del NPA. La P1 pretendió rechazar el ingreso al Frente de Izquierda por razones de circunstancias y no por divergencias políticas de fondo, con el llamado a una candidatura del “movimiento social”, un slogan vacío de contenido y de realidad. El NPA, según sus expresiones habituales y dominantes, se considera como una “izquierda de la izquierda”, no como una opositora política definida de la izquierda democratizante. Precisamente, la emergencia en su seno de quienes quieren una disolución inmediata en el FI dejó a la mayoría sin mayoría absoluta. El NPA vacila en sus fundamentos mismos y se disgrega ante la emergencia y desarrollo del Frente de Izquierda. El congreso constata a su manera esta fuerza centrífuga. Luego del congreso, la tendencia disolvente se ha acentuado. Un núcleo de militantes emigró al Frente de Izquierda, y la P3 como tal declaró que iniciará negociaciones con el Frente “en su propio nombre”.

Centrismo y espejismo

El NPA surgió del éxito de la candidatura presidencial de Olivier Besancenot en 2007, gracias a que rompió con las otras candidaturas de la “izquierda radical”, cuya finalidad última es negociar un gobierno de coalición con el Partido Socialista. A partir de este éxito se desarrolló una mistificación múltiple, aunque se resume en que los éxitos electorales iban a sucederse y obrar como cemento de un nuevo partido de masas, y que el sarkozismo, variante reaccionaria fuerte, polarizaría la política francesa y minaría a las tendencias intermedias. Esta construcción artificial se reveló, además, obstinadamente equivocada.

El desarrollo de la crisis capitalista licuó al sarkozismo en lugar de fortalecerlo, y la izquierda y las direcciones sindicales re-emergieron sin dejar de negociar con el gobierno, en tanto que el FI cobró aliento como postura electoral. En Francia, la izquierda centrista tipo NPA, repitió un esquema que ya intentó aplicar sin fortuna el MAS, cuando el triunfo del menemismo: suponer que la burguesía puede quedarse sin recursos políticos en una situación crítica, sin que sea necesario que la izquierda revolucionaria los derrote mediante un despiadado combate político.

Se puede discutir mucho sobre el Frente de Izquierda, la candidatura de Melenchon (jefe del Partido de Izquierda) y el lugar del Partido Comunista. Pero debería ser evidente que el Frente de Izquierda es una fuerza conservadora, burocrática e inmovilista. Las negociaciones que lleva adelante para un acuerdo electoral con el PS, en 2012, dominan cualquier otra tentación. Algunos sectores del NPA se interesan notablemente en el Frente de Izquierda y el núcleo de su dirección se niega a romper los puentes con esta nueva forma de “unidad” al servicio de una alternativa burguesa.

Dispersión militante

El surgimiento del NPA despertó la expectativa de algunos centenares de militantes, que lo vieron como un campo de clarificación política y de intervención en la lucha de clases. Esta izquierda registró un progreso en el Congreso que mostró el empantanamiento del NPA. Se trata de una izquierda heterogénea y hasta antagónica, que se unifica en su oposición al curso liquidacionista del NPA. Más allá de las razones derivadas de la quiebra de las fracciones que emergieron en Francia de la crisis de la IV Internacional, lo que interesa también aquí es poner de relieve en qué punto nos situamos en relación con el movimiento obrero, la juventud y los explotados y sus militantes.

La izquierda de la izquierda de la izquierda

En la lucha de clases en Francia hay una brecha entre la capacidad de movilización de la clase obrera y de la población y su capacidad política. Los apóstoles del movimiento social condenan por su parte la lucha política y lo que denominan la “forma-partido”, o sea que dejan el terreno político al reformismo en sus diversas variantes. Este apostolado tiene incluso la mayoría, ahora relativa, del NPA, que se creó precisamente en función movimientista. El movimientismo es, precisamente, el principal factor de disgregación de la numerosa militancia combativa que existe en Francia.

En el congreso se agruparon algunos grupos y tendencias y militantes aislados, para formar la oposición a la dirección. La P2 reunió en el congreso a la gran mayoría de esta oposición, con sus fuerzas y flaquezas. Se dio una base muy amplia, con una reivindicación general de la lucha de clases, y sus representantes optaron por tratar de diluir las diferencias con la mayoría en la discusión programática sobre la crisis capitalista. Reúne a los sectores más militantes y empeñados en la construcción de un partido anticapitalista “revolucionario”. Prefiere, sin embargo, eludir los debates sobre la intervención política independiente del movimiento obrero en la crisis actual y una diferenciación tajante con las direcciones sindicales traidoras y el Frente de Izquierda. Se refugia en el principo de que lo que da peso a la clase obrera es su número, es decir que no importan el programa ni la dirección.

El congreso ha registrado también una conclusión similar del componente más importante de la P4, el grupo Claire. El balance que publican en el periódico del NPA lleva como título: “La crisis del partido continúa, pero el combate por un NPA proletario y revolucionario progresa: continuamos más que nunca”. Señala que “el NPA está lejos de haber muerto como partido”, se felicita de la “salud” de la organización en cuanto a la democracia interna. Además, en el congreso llamaron a votar “sin condiciones el proyecto de manifiesto (propuesto) por los camaradas de la P2”. Estos hechos y definiciones de la P4 están escamoteados en la “información” proporcionada sobre el primer congreso del NPA a los lectores La Verdad Obrera (edición del 17 de febrero).

La delimitación de los militantes y tendencias de la izquierda se va a desarrollar en los próximos meses alrededor de los temas de la crisis del partido y, sobre todo, de la intervención del movimiento obrero en la crisis política actual y en las luchas contra la política capitalista de miseria social. Las decisiones sobre la participación en las elecciones se sitúan en este terreno y tienen que facilitar el debate programático. Hay que conjugar el conjunto de estas tareas.

París, 28 de febrero de 2011