Francia: el balance de la lucha por las jubilaciones sigue pendiente

El balance del movimiento de lucha contra la reforma de Sarkozy fue el tema de un encuentro que organizó el NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) el 11 de diciembre. Reunió alrededor de 600 militantes para una jornada de debates, la que finalizó con un meeting público y la intervención de militantes europeos.

Fuerzas y debilidades

El NPA ingresó en la lucha contra esa reforma con la caracterización de que la “clase obrera francesa tenía la dirección que se merecía”. Defendió permanentemente la “unidad sindical” de las confederaciones, esto es la dirección del movimiento. Aunque esas direcciones síndicales no llamaron a la huelga general, como hubiera deseado el NPA, éste resalta que tampoco se opusieron a ella y que nunca fueron desbordadas por las bases. Una caracterización casi idéntica realizó la organización Lutte Ouvrière. La lucha, en definitiva, no resultó victoriosa debido -dice el NPA- a una “debilidad de la auto-organización” y no a la política de las direcciones. Los autores de esta conclusión no se han dado cuenta, aparentemente, de que están diciendo que la lucha estaba condenada de antemano, a sabiendas de todas las direcciones que intervinieron en ellas -tanto la burocracia como los trotskistas. Una política justa no debería ser ‘desbordada’ nunca por las bases y si fuera al revés es un contrasentido considerar a esa política adecuada a las circunstancias. El NPA simplemente ‘compra’ la política que la burocracia había decidido llevar adelante con anticipación. El NPA justifica su apoyo a la burocracia con la caracterización de que ella no tuvo más remedio que “reaccionar” contra Sarkozy porque el gobierno no les dió ningún margen de negociación. En estas condiciones, “gestionaron la combatividad”: ni la impidieron, ni la impulsaron. Este comportamiento ‘comme il faut’, o sea a reglamento, es por lo menos una semi-traición política. El NPA habría descubierto la posibilidad de la neutralidad en la lucha de clases. En defintiva, el NPA se negó a desarrollar, en el curso de la lucha, una alternativa de dirección, o sea que se limitó a marcar el paso. Si esto no es una traición, es un presagio fatal para las luchas futuras. En el marco de la bancarrota capitalista mundial, el NPA sostiene que no hay una crisis de dirección en el movimiento obrero francés (e internacional), sino un atraso en las masas para “desbordar” a una dirección que no merecería ser desbordada y una dificultad de la vanguardia para “autoorganizarse”, que no tendría nada que ver con su capitulación ante aquella dirección. Esto, que parece un razonamiento, constituye, por el contrario, un desvarío circular, un callejón sin salida.

Las exposiciones de varias decenas de jóvenes militantes síndicales y juveniles, sobre todo de provincia, acerca de su experiencia de movilización y agitación durante los meses del conflicto mostraron la falacia de la caracterización del NPA. Destacaron la importancia de los reagrupamientos intersindicales, de las asambleas conjuntas de los sindicatos locales, de la agitación por la huelga, de las fisuras y rupturas en el aparato de la CGT. Señalaron que hubo un esfuerzo militante muy intenso para romper con la camisa de fuerza de la política de las direcciones. En este terreno, los militantes y ciertos comités del NPA estuvieron en la primera línea; un verdadero contraste con la ausencia de todo intento nacional de reagrupamiento de estas fuerzas militantes, por ejemplo un “comité nacional por la huelga general”, “sindicatos locales y regionales por la huelga y el retiro del proyecto”. En septiembre y octubre hubo dos llamados a la huelga general de varios centenares de militantes síndicales, entre ellos del NPA, pero sin continuidad ni estructura de trabajo.

¿En dónde hay que ubicar las “fuerzas y las debilidades” del movimiento? La experiencia práctica del movimiento obrero se desarrolla a través de fuerzas contradictorias y no en una imagen de espejo entre base y dirección, donde una ‘desborda’ y la otra ‘frena’. Las direcciones síndicales se manejaron con una hipótesis ‘blindada’: o una serie de movilizaciones con centenares de miles de manifestantes iba a ser suficiente para compeler al gobierno a negociar o el fracaso de este propósito habría servido para exculpar a las direcciones de la sospecha de que, para ella, la imposición de la reforma jubilatoria era un mal menor. Una transacción o la victoria del ajuste: esta política es contrarrevolucionaria, se trate de Francia o de Bangladesh. La práctica de presionar hasta donde se pueda ha sido impuesta por la colaboración de clases de la izquierda, la rutina y el conservadorismo. Ninguna fuerza política trabajó sistemáticamente y a nivel nacional para que emergiera una orientación opuesta. En las primeras reacciones de masa ante la bancarrota capitalista, la izquierda ha demostrado que no reúne las condiciones de una dirección consecuente. Los militantes de esta izquierda deberán tomar conciencia de esta crisis.

Por un reagrupamiento programático

El llamado del NPA a una reunión amplia de militantes sindicales y del “movimiento social” para discutir el balance y las perspectivas de la lucha reciente contrasta con el también reciente congreso del Partido de Izquierda, que ni se interesó por un análisis de esa lucha y concentró su atención en las elecciones de 2012 -es decir que dio vuelta la página. Por su parte, las direcciones sindicales ya están embarcadas en una nueva ronda de negociaciones con el gobierno y la patronal, esta vez sobre las jubilaciones complementarias. Como se puede ver, el gobierno de Sarkozy no ha cerrado tampoco la puerta a la colaboración de clases. ¿Una vuelta a la ‘normalidad’? Es olvidar que Francia atraviesa un momento de extrema dificultad y enfrenta una crisis financiera a corto plazo. Es olvidar, por sobre todo, que las recientes movilizaciones fueron un pre-calentamiento.

Desde el congreso de fundación a comienzos de 2009, el NPA ha perdido la mitad de sus miembros. Entró más bien en una etapa de disgregación, luego de su fracaso en las elecciones regionales. La hipótesis política de que el pasaje de la LCR al NPA iba a permitir la emergencia de una fuerza política militante y combativa, aunque con un programa centrista, no se verificó.

El reciente encuentro fue un sucedáneo del primer congreso del NPA, que debió haberse realizado en noviembre y ahora se efectuará en febrero. Mientras tanto, la dirección ha perdido toda autoridad y en la organización predominan abiertamente las tendencias centrífugas.

Desde la tribuna del meeting final, una de las respuestas anunciadas del encuentro fue la negativa del NPA a un acercamiento con el Partido de Izquierda y el Frente de Izquierda. Sería la conclusión básica de una reunión que, sin embargo, casi no discutió una orientación estratégica. Es más bien un acto de superviviencia que de desarrollo político.

La enorme experiencia de estos últimos meses no va a pasar a beneficio de inventario, no importa lo que piensen las direcciones políticas establecidas.