Francia: NPA, un congreso de crisis

NPA

Los días 30, 31 de enero y 1° de febrero se realizó el tercer congreso del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA). Fue el congreso de una organización en retroceso. En el año 2009, cuando la vieja LCR (Liga Comunista Revolucionaria) decidió crear el NPA, reunió 9.000 adherentes y su candidato presidencial Olivier Besançenot orillaba el 5% de los votos. Ahora, el partido reúne 2.100 adherentes (sólo 1.600 votaron para el congreso) y en las elecciones de 2012 el candidato a presidente Philippe Poutou reunió poco más del 1%.

El congreso constató la crisis de la organización y no aportó ninguna vía para superarla. La mayoría existente se dividió y en el congreso se presentaron seis plataformas: P1 a P6. Ninguna obtuvo la mayoría y el congreso fue incluso incapaz de aprobar una declaración política. No hay ahora ni dirección ni línea política mayoritaria en el nuevo Comité Central. El dato importante fue que la P1, que representó las posiciones tradicionales (a la derecha de la dirección histórica y del Secretariado Unificado -SU) quedó en minoría, con apenas el 35% de los votos.

Estas peripecias de un partido democratizante, que forma parte de la trayectoria liquidacionista del Secretariado Unificado, podrían carecer de mayor importancia salvo por el hecho que en el NPA intervienen núcleos y militantes revolucionarios y clasistas. Dichas tendencias lograron imponer la discusión de ciertas cuestiones importantes para la vanguardia obrera y la juventud, en el cuadro de la crisis europea y de la victoria de Syriza. Finalmente, el NPA es uno de los únicos puntos de encuentro y de debate militantes hoy en Francia. Como suele decir una vieja militante de Lucha Obrera y hoy miembro de la fracción La Chispa y del NPA, “el NPA es una especie de frente único (chico) de la extrema izquierda y ése es su valor”.

La particularidad francesa

Syriza y su victoria electoral, y también Podemos, estuvieron en el centro de la discusión del Congreso. Pocos días antes, la mayoría del Comité Ejecutivo había rechazado la participación del NPA en un mitin en París de apoyo a Syriza. Una mayoría del congreso se expresó en el mismo sentido, aunque por supuesto con posiciones diversas sobre la caracterización de la situación en Grecia y de cuál debe ser una política revolucionaria. François Sabado -miembro de la dirección del SU- tuvo una intervención muy dura, afirmando que se trataba de una “traición”. La mayoría del NPA quedó colocada en el índex, como sectaria.

De la misma manera, el congreso aprobó una moción que decide que en las próximas elecciones, incluidas las presidenciales de 2017, no habrá ninguna alianza y ninguna tratativa con el Frente de Izquierda. Se rechazó la fórmula de “oposición de izquierda”. Pero la vieja mayoría no se considera atada por las decisiones tomadas.

El movimiento obrero y la juventud están retrasados en su intervención y en su movilización contra la política capitalista de austeridad y miseria en la crisis europea y francesa. Las razones son diversas. El protagonismo de una “izquierda de la izquierda” no está por ahora a la orden del día. El Frente de Izquierda -que conoció una fugaz hora de gloria en 2012 con la candidatura de Melenchon a las presidenciales- está quebrado; se consumió en la búsqueda de diversas combinaciones de tipo parlamentario, sin que emerja ningún “movimiento social”. Para decirlo con una fórmula: en Francia no hay ni Syriza ni Podemos, y el entusiasmo de los centristas y oportunistas con esas alternativas políticas esconde mal su propia impotencia.

El devenir de la izquierda

Ciertas posiciones políticas de la izquierda fueron mayoritarias en el congreso, pero no se expresaron en un bloque. Estas posiciones pueden resumirse en tres puntos: el rechazo al Frente de Izquierda y al seguidismo a Syriza y Podemos; la necesidad de una intervención y una militancia en el movimiento obrero; la reivindicación general del “gobierno de los trabajadores” y de una orientación revolucionaria.

El núcleo de la izquierda estuvo constituido por la Plataforma 3, que obtuvo el 22% de los votos. A su vez, esta plataforma resultó de un agrupamiento de Anticapitalismo y Revolución (formada básicamente por la tendencia minoritaria histórica de la LCR y del SU -constituida en su momento por la juventud- y otros militantes) y la CCR (Corriente Comunista Revolucionaria, ligada a la Fracción Trotskista y al PTS). La P3 estructuró una plataforma “defensiva” de principios básicos de la lucha política y de la construcción de un partido revolucionario.

Sin embargo, esta izquierda tiene dificultades para avanzar en una intervención común al interior del NPA y en el movimiento obrero y la juventud que vaya más allá de la defensa de orientaciones elementales. La discusión sobre Grecia y Syriza debería ser un elemento de clarificación. Pero hay que indicar también que los militantes más activos de Anticapitalismo y Revolución siguen la situación argentina y la intervención del Frente de Izquierda (el PTS no puede escapar a una presentación tendenciosa de su intervención como el factótum de todas las luchas).

El NPA no tiene mayoría ni dirección. Puede consumirse en acuerdos circunstanciales hacia un lado y hacia el otro. La vieja mayoría sigue disponiendo de las palancas de funcionamiento e intervención, pero la paradoja es que ahora tiene una orientación escisionista. Si la izquierda no responde al desafío planteado, se irá rápidamente a un pantano y probablemente a la disgregación.