Francia: Peugeot, cuatro meses de huelga

Los trabajadores de la planta Aulnay de Peugeot, ubicada en las cercanías de París, están transitando su cuarto mes de huelga. Aunque la medida de fuerza es cumplida sólo por el 10 por ciento del personal, la patronal no ha podido quebrarla. La gran mayoría de la planta es solidaria con los huelguistas y se ha negado a colaborar con la empresa en una "reprogramación" de tareas. En consecuencia, la patronal no puede cumplir con su "plan de emergencia" para producir la tercera parte del standard normal de la planta. Los huelguistas están organizados en un comité de huelga y asambleas diarias. El comité de huelga es una usina permanente de iniciativas y agitación que irradia hacia otros sectores del movimiento obrero y, en particular, a las otras plantas de Peugeot y a toda la industria automotriz. El fondo de huelga ha logrado concitar la solidaridad popular y permite sostener a los compañeros en huelga. Estamos frente a un esfuerzo heroico del activismo por quebrar el cerco impuesto por la burocracia sindical.


La burocracia y Hollande


La reforma laboral del gobierno Hollande no ha logrado frenar los cierres de plantas y despidos. El próximo año podrían quedar en la calle 200 mil trabajadores. Las rebajas salariales y el recorte de las condiciones de trabajo no han servido para detener la sangría. Peugeot tiene en carpeta 10 mil despidos.


Francia ha entrado en el mismo torbellino que sacude a países como Italia o España: está en duda su capacidad de hacer frente a sus compromisos externos. Por lo pronto, su costo de endeudarse duplica holgadamente a las tasas de interés que viene pagando Alemania. Al derrumbe económico se le une el colapso político. La denuncia de corrupción que se llevó puesto al ministro de Presupuesto —una de las figuras más reconocidas del gobierno, perteneciente al riñón de Hollande. La decisión de Hollande de dar a publicidad el patrimonio de los miembros del gobierno no revierte el clima de malestar y decepción que se ha apoderado de la opinión pública.


En este cuadro, el Frente de Izquierda, integrado por el PC y un sector disidente del PS liderado por Jean-Luc Mélenchon, se cuece en la fórmula vacía de una refundación del sistema político. El FI respalda la tregua que vienen llevando adelante las centrales obreras. Las centrales CGT y Force Ouvrèire no han firmado la nueva reforma laboral, pero no adoptaron ninguna medida de fuerza para enfrentarla. Sigue una política de aislamiento de las luchas.