Ganó la escoria

La izquierda en su laberinto

En el primer turno de las elecciones francesas ganó la canalla (“racaille”): Nicolás Sarkozy, el hombre que trató a los habitantes de los barrios empobrecidos que rodean a las grandes ciudades como “basura” y “gentuza”.


Sarkozy ganó con la demagogia y el programa derechista de Le Pen y con sus votos. Capturó una parte sustancial de los votos de la ultraderecha, que realizó su peor elección en los últimos veinte años. Cuando Le Monde (23/4) dice que en estas elecciones “se fortaleció el centro y se debilitaron los extremos”, engaña a sus lectores: el programa y la campaña de Sarkozy significan la mayor derechización del gaullismo en toda su historia. El “centro” no derrotó a la ultraderecha; la ultraderecha conquistó al “centro”.


La prensa especula que Sarkozy le ofrecería al tercero, el “centrista” Francois Bayrou (que obtuvo el 18% de los votos), un acuerdo para la segunda vuelta, que incluiría una cláusula de apoyo recíproco en las parlamentarias, que se realizarían en junio; el partido de Bayrou (UDF) podría obtener así una importante bancada parlamentaria. Los más interesados en este acuerdo serían los actuales diputados y senadores de la UDF que necesitan asegurar las bancas que consiguieron cuando estaban todavía en el partido del gobierno. Sarkozy no puede alentar el “desestimiento”, pues esto le daría un parlamento dividido, sino que debe tratar de obtener una mayoría parlamentaria segura.


A pesar de sus orígenes comunes, Sarkozy y Bayrou representan tendencias políticamente divergentes. Sarkozy es el político más “pro-norteamericano” de Francia; Bayrou es un “europeísta”. Sarkozy plantea reforzar más los poderes del presidente frente al primer ministro. Bayrou es partidario de un “parlamentarismo a la italiana”.


Ségolène Royal


En la segunda vuelta, Sarkozy deberá enfrentar a Ségolène Royal (26% de los votos), del ala derecha del partido socialista.


Para la prensa, el programa de Bayrou es mucho más afín al de Royal que al de Sarkozy, tanto en su “europeísmo” como en sus planteos de reforma “parlamentarista”.


Para vencer a Sarkozy, a Royal no le alcanzan los votos de la izquierda (10%); necesita ganar, por sobre todo, una parte sustancial de los votantes de Bayrou. Por eso, no puede descartarse que llegue a plantear, incluso, un “gobierno de coalición”, lo que una parte de los dirigentes socialistas ya reclamó antes de la primera vuelta.


De concretarse esta alternativa, el PS pasaría de la “izquierda plural” al “centro plural”, o sea a una coalición de la derecha socialista con una parte del gaullismo. Sería una conformación política similar al “partido de los demócratas” que acaba de formarse en Italia para apoyar a Prodi.


La izquierda


Con la excepción de Olivier Besancenot (de la Liga Comunista Revolucionaria), que obtuvo un millón seiscientos mil votos (300.000 más que en 2002), los resultados de la primera vuelta fueron una catástrofe para la izquierda.


El partido comunista, con el 1,9% de los votos, realizó la peor elección de su historia. Es un partido en extinción: 16% en 1981; 6% en 1995; 3% en 2002; ahora menos del 2%. Nuestras condolencias al pseudo-chavista Alan Woods, que desde hace años viene realizando un “entrismo profundo” en este partido del 1,9%, al que califica como “el partido obrero por excelencia”.


Los verdes fueron igualmente aplastados. La catástrofe electoral del PC y los verdes enterró la posibilidad de una reedición de la “izquierda plural” con la que el socialista Jospin gobernó hasta 2002. La superviviencia del PC y los verdes está en manos del PS (que debería “desistir” de presentar candidatos en ciertos distritos para permitir la re-elección de los verdes y comunistas). También la organización trotskista Lutte Ouvrière sufrió un duro revés: obtuvo el 1,3% de los votos, una caída enorme respecto del 5,72% que había obtenido en 2002. En estas elecciones, Lutte Ouvrière perdió casi 1,2 millón de votos.


La izquierda y el segundo turno


Apresuradamente, en la misma noche de las elecciones, los partidos de la izquierda llamaron a votar por Ségolène Royal en la segunda vuelta.


En el caso del PC y de los verdes no representa una novedad.


Olivier Besancenot (LCR) llamó a “convertir el segundo turno en un referéndum anti-Sarkozy (para) batir a la derecha en la calle y en las urnas”. Royal es, como Sarkozy, un agente político del imperialismo y del gran capital, hostil a los trabajadores, a los inmigrantes, a los pueblos oprimidos. Como Sarkozy, defiende la intervención francesa en Afganistán, y al sionismo contra el pueblo palestino. El voto por Royal liquida todo lo que ha dicho la LCR acerca de “combatir por igual al liberalismo y al social-liberalismo”.


Lutte Ouvrière llama a votar “sin reservas” por Royal. Se trata de una novedad: en 2002 rechazó votar por Chirac, aunque fuera “para impedir que gane la derecha”… el argumento que ahora utiliza para votar por Royal. Llama a votar por Royal “en solidaridad con todos aquellos que en las clases populares declaran preferir a ‘cualquiera menos Sarkozy’…”.


El apresuramiento de los trotskistas franceses por declarar su apoyo a Royal (en la misma noche de las elecciones) es altamente significativo. Llaman a votar a Royal “contra la derecha” sin conocer exactamente en qué condiciones Royal enfrentará a Sarkozy ni qué acuerdos políticos establecerá con Bayrou. Si hay acuerdo Royal-Bayrou estaría llamando a votar por una coalición con la derecha.


“Contra la derecha” (Sarkozy), la izquierda francesa no sólo está dispuesta a votar a un agente “de izquierda” del imperialismo (Royal) sino también a una combinación política que incluya a una parte de esa misma derecha que dice combatir (Bayrou). Aquí, no en los resultados electorales, radica su catástrofe política.