Golpe petrolero en Bolivia

Con el apoyo de Repsol - Kirchner y Petrobras - Lula


Lo ocurrido en Bolivia en los últimos días no es más que el intento de una contraofensiva final de las grandes petroleras por imponer la ley de hidrocarburos que les garantiza una de las mayores rentas mineras del planeta. Se trata, sin más vueltas, de un golpe petrolero que contó con el respaldo de Kirchner (Repsol), Lula (Petrobras) y naturalmente el conjunto del imperialismo (Total y Panamerican Energy). Según la Folha de Sao Paulo , “Petrobras responde hoy por el 15% del PBI (boliviano) y reporta el 25% de sus impuestos”. Días antes de los episodios desatados por la renuncia, el Congreso boliviano había rechazado el anteproyecto de ley que gravaba la renta petrolera en un 50% (regalías) y aprobado la enmienda que la reducía al 18%. Todo indica que el voto de los parlamentarios fue ‘comprado’ por las petroleras.


 


En la boleada del golpe petrolero entró también el negocio del agua, pues en lugar de rescindir el contrato con la francesa Aguas del Illimani (Suez), como había aceptado hacerlo dos meses atrás, Mesa nombró “superintendente de saneamiento básico a un militante del MNR, relacionado a la concesión” ( Bolpress, 7/3). Se iba, obviamente, a una ratificación del contrato. Cuando Mesa denuncia a los que “bloquean a Bolivia” se está refiriendo a la resistencia popular que desató con estos atropellos y a la resistencia a su golpe de Estado petrolero. Mesa fue muy claro al afirmar que su propósito es sacar una ley de hidrocarburos conforme a los intereses de la ‘comunidad internacional’.


 


 


El enano fascista


 


Cuando en octubre del 2003 las direcciones populares aceptaron que el vicepresidente Mesa sucediera al volteado Sánchez de Lozada, se engañaron con la hipótesis de que manejarían a un presidente ‘débil’. Olvidaban, naturalmente, a las petroleras, los pulpos y hasta a las clases intermedias que no toleran vivir indefinidamente con situaciones de crisis. Ahora esas direcciones declaran su ‘sorpresa’ por lo que califican una “traición”. Es que el ‘tonto’ Mesa aprovechó los recientes levantamientos de Santa Cruz, bajo la dirección de la gran burguesía, para contraponerlos a los movimientos populares. El martes pasado, cuando arengó desde el balcón de la casa de gobierno a sus partidarios, luego del acuerdo que impuso al Congreso, la multitud le respondió al grito de “mano dura”, lo cual retiró el velo a la tendencia fascista de este proceso. Desde la Colonia, una parte de la pequeña burguesía mestiza y católica vive de las migajas de los conquistadores.


 


El pacto firmado en el Congreso no se limita a entregar el gas y el petróleo: modifica todo el planteo que el centroizquierdismo había creído haber impuesto con la convocatoria a una Constituyente. Ocurre que, luego del pacto, la Constituyente estará precedida por “referéndums autonómicos” que definirán el estatuto político de los departamentos, los cuales tendrán a su vez la potestad de refrendar la Constitución que resulte aprobada. En estas condiciones, la Constituyente ha quedado vaciada de contenido y se habrá producido una transferencia de poder hacia las regiones petroleras, o sea que esto es también parte del golpe de la kirchnerista Repsol (aliada a la ‘nac & pop’ Techint en el gasoducto del norte) y de la lulista Petrobras (aliada a Repsol y a Techint en el gasoducto del sur).


 


 


La ‘Triple Alianza’


 


La ‘diplomacia latinoamericana’ ha vuelto a jugar un rol central como correa del imperialismo yanqui en Bolivia y de los intereses de los pulpos petroleros de sus países. Kirchner se gana en esto todos los aplausos, al salir al salvataje del contrato leonino con la misma Aguas Argentinas (Suez), a la cual pretende matonear en Argentina. Los franceses de Aguas le han impuesto su política al santacruceño, no ya en el tribunal arbitral del Ciadi (Banco Mundial) sino en el mucho más decisivo de las concesiones bolivianas. No hay que descartar que el presidente argentino imagine, algo típicamente de un cipayo, que Aguas le retribuirá los servicios que Argentina le prestó en Bolivia. Con el apoyo internacional que también el uruguayo Tabaré Vázquez le dio al fascistizante Mesa tenemos de nuevo en América del Sur una 'Triple Alianza', esta vez contra Bolivia, no contra Paraguay, al servicio de los yanquis –no de los ingleses–. Por qué asombrarse de que el periodista de Miami, Andrés Openheimmer, un gusano irreversible, se felicite en una de sus recientes columnas de La Nación por la emergencia de “gobiernos de izquierda en el 75% de América Latina” (prevé que el centroizquierda ganará también en México).


 


 


El crimen de Evo Morales


 


Evo Morales volvió a rescatar al Estado y al régimen político bolivianos, como lo hiciera, primero, en octubre de 2003, cuando saboteó la insurrección popular, y luego en julio de 2004, cuando apoyó el plebiscito que rechazó la nacionalización del petróleo. Su bancada votó por el rechazo de la renuncia de Mesa, junto a todos los corrompidos partidos pro-imperialistas, incluso cuando quedó claro que Mesa se quedaría en el gobierno con un pacto que entrega las riquezas del país y desnaturaliza por completo la convocatoria de la Constituyente. El pacto derriba los dos puntos fundamentales del programa del MAS, o sea las regalías del 50% a la explotación de petróleo y gas, y una Constituyente que subordine los intereses de los departamentos petroleros. Es muy probable que Evo Morales se haya cavado su propia tumba, o sea que haya dilapidado incluso su negocio electoral para el 2007.


 


Pero Evo estuvo acompañado en esta ‘patriada’ por Hugo Chávez, quien también salió a defender “la democracia boliviana” –contra nadie, fuera de los que hacen los “bloqueos”–. El venezolano, sin embargo, seguirá hablando, como si nada hubiera ocurrido, de su proyecto emancipador de Petrosur.