Gran Bretaña: John Major y una “misión imposible”

El gobierno de John Major ha limitado los aumentos salariales de los trabajadores estatales a un miserable 1,5% para todo el año próximo. Al mismo tiempo, pretende “la abolición de los consejos que garantizan un salario mínimo para los 2,4 millones de británicos que se sitúan más abajo en la escala salarial” y, por ley, “ha limitado considerablemente la deducción automática de las cotizaciones sindicales” (Le Monde, 14/9).


Estos ataques han llevado a la huelga a prácticamente todos los sectores de empleados públicos británicos. En estos momentos se desarrolla una importante huelga en el área de la salud y los 49.000 trabajadores del servicio de bomberos se aprestan a entrar en huelga a principios de noviembre.


Desde hace tres semanas, los trabajadores del London’s University Hospital College (UCH) vienen sosteniendo una huelga indefinida contra la pretensión gubernamental de cerrar el hospital para “fusionarlo” con otro hospital vecino. En el camino quedarían centenares de despedidos y la pérdida de cientos de camas de internación. Como los trabajadores argentinos sabemos por experiencia propia, el ataque a los trabajadores de la salud siempre va de la mano con la destrucción del hospital público.


A pesar de la persecución patronal a los activistas, la contratación de rompehuelgas y hasta la represión policial contra una marcha organizada por los trabajadores del UCH al ministerio de Salud, la huelga se mantiene firme. Cuenta con el apoyo de los pacientes y de los trabajadores del hospital con el cual se pretende “fusionar” al UCH: éstos ya han organizado dos huelgas de 24 horas en solidaridad con sus compañeros.


Desde el comienzo de la huelga, la política de la burocracia fue aislarla. El periódico inglés “Workers Power” (setiembre de 1993) relata que los dirigentes del sindicato de la salud pública “recorrieron los hospitales del sur de Londres llamando a no participar en una demostración local (de apoyo a los huelguistas) porque no era ‘oficial’’”…


La conducta de los dirigentes del gremio de la salud está en línea con la política que viene sosteniendo la burocracia de la central sindical británica frente al gobierno. A pesar de la catarata de ataques al movimiento obrero, John Moks, su recientemente electo secretario general, se declaró partidario de “seguir el diálogo” con el gobierno y las patronales…


Entre la presión de las bases y los ataques patronales y gubernamentales a las condiciones de vida de los explotados, la política de la burocracia va a un callejón sin salida. “Le Monde” (14/9) no duda en calificarla como “una misión imposible”.