Guerrillas en Irak

En el Irak ocupado, ha comenzado a desarrollarse una guerra de guerrillas que ha cobrado la vida de más de treinta soldados imperialistas en unas pocas semanas. Las guerrillas operan en pequeñas unidades, altamente descentralizadas, que han tomado como blanco las patrullas y los convoyes de tropas y los oleoductos a través de los cuales los ocupantes pretenden saquear el petróleo iraquí. Un servicio privado de inteligencia lo define como “una clara guerra de guerrillas (…) una operación sostenida en un amplio espacio geográfico que está creciendo” (Stratfor, despacho del 27/6).


Los destacamentos guerrilleros estarían formados, según la prensa, por elementos del viejo régimen de Saddam, en lo que para algunos sería la aplicación de un plan prestablecido para combatir la ocupación. Pero en la actividad guerrillera, señalan otros, habría también otros componentes como shiítas, islámicos o simplemente patriotas que no quieren ver su país ocupado y sus riquezas nacionales saqueadas.


La resistencia, sin embargo, va mucho más allá de la lucha armada. Los seis soldados británicos que murieron en Majar el Kabir (al sur del país) fueron atacados por una rebelión popular. Según informaciones no desmentidas por el gobierno británico, los soldados murieron después de haber disparado contra una movilización popular en repudio a los allanamientos que realizaba esa patrulla. “Entre dos y cuatro iraquíes habrían muerto como consecuencia de esos disparos, repelidos por armas de fuego por algunos manifestantes. Dos soldados habrían muerto en ese momento; un tercero, en la puerta de una comisaría donde fueron a refugiarse, y los tres restantes fueron acribillados cuando los iraquíes lograron entrar (a la comisaría) después de dos horas de asedio y disparos” (El País, 26/6). “El día anterior a estos incidentes ya la población civil había salido a la calle a protestar por la manera en que las tropas registraban las casas” (ídem).


La hostilidad de la población crece en la misma medida en que los ocupantes se muestran incapaces de asegurar los servicios esenciales mínimos y sólo se preocupan por reanudar la exportación de petróleo. Las montañas de basura se acumulan en las ciudades, aumentando el peligro de pestes y enfermedades; en el sector de la salud, “la ausencia de una autoridad central creó un vacío de poder” (Financial Times, 25/6); la penuria alimentaria crece y la provisión de electricidad no se ha recuperado más que en un 30%. “La Onu y las organizaciones humanitarias enfatizan que ellos no pueden manejar el sistema de salud o alimentar a la población en reemplazo de un gobierno nacional inexistente” (ídem). El fracaso de la ocupación es patente.


¿Dónde fueron a parar los miles de millones de donaciones y los miles de millones de activos iraquíes en el exterior “descongelados” después de la caída de Saddam?, se pregunta un corresponsal (Financial Times, 24/6) ante la evidencia de que no hay plata para los hospitales, para la recolección de residuos o para la reconexión de la energía eléctrica. El mismo corresponsal responde: “A las empresas norteamericanas”, que ganaron fabulosos contratos para la reconstrucción de la infraestructura petrolera, es decir, para poner en marcha el saqueo de la riqueza nacional.


El comienzo de la actividad guerrillera y la resistencia popular plantean un principio de crisis política en Washington. Rumsfeld, el jefe del Pentágono, negó que haya en curso en Irak una guerra de guerrillas, es decir que “niega lo obvio” (Stratfor, despacho del 27/6). “Si tomáramos la palabra de Rumsfeld al pie de la letra, significa que Estados Unidos no tiene estrategia militar frente a la guerrilla” (ídem). La aparición de la actividad guerrillera tomó por sorpresa al Pentágono, ya que “Rumsfeld y la inteligencia norteamericana no esperaban enfrentar una guerra de guerrillas después de la caída de Bagdad, y no hay planes coherentes para enfrentarla (…) Este es un fracaso de inteligencia mucho más serio que cualquier cosa que se haya dicho sobre las armas de destrucción masiva” (ídem).


El ascenso de la resistencia hace imposible el retiro parcial de las tropas que planeaban Bush y Blair. Pero, al mismo tiempo, el aumento de la resistencia fuerza a los imperialistas a sacar las tropas de combate para evitar su desmoralización en el caldero iraquí. El ex enviado de Bush a Medio Oriente, Anthony Zinni, reclamó fervientemente el reemplazo de los marines por tropas de la Onu. Pero lo que no pueden resolver los marines no lo resolverán los mercenarios de Europa del Este bajo la bandera de las Naciones Unidas.


Frente al “fracaso” y la “ausencia de una clara estrategia para enfrentar a la guerrilla” (ídem), el imperialismo ha salido a atacar a la población civil, allanar aldeas, detener a cientos de pobladores; en el curso de las “operaciones”, es común la muerte de decenas de civiles. En Irak se repiten, cuarenta años después, las mismas masacres y barbaries de las tropas imperialistas contra las aldeas vietnamitas.


La mayoría de la población iraquí es shiíta, al igual que la iraní, y existen amplios lazos políticos entre las comunidades shiítas de Irak y el régimen de Irán. En este cuadro, la incapacidad del imperialismo para “pacificar” el territorio ocupado es un incentivo para buscar la “estabilidad” de Irak mediante un “cambio de régimen” e incluso una intervención militar en Irán. Es decir, “estabilizar” Irak desestabilizando todavía más toda la región.


Un alto oficial norteamericano planteó todo el cuadro de situación en pocas palabras: “La situación en el terreno definitivamente se mueve mucho más rápido que nosotros. Se está repitiendo el escenario que enfrentaron los británicos en 1920, cuando la lucha por la independencia se hizo imparable” (Financial Times, 25/6).