Haití: Terrible represión de las fuerzas de ocupación


La represión de la fuerzas de ocupación de la ONU (Minustah) en los barrios populares de la capital de Haití —con el pretexto de perseguir bandas criminales— se intensifica mientras crecen las manifestaciones contra la ONU y el gobierno de René Preval.


 


Como todo el mundo sabe, esas fuerzas de ocupación las integran, entre otros, soldados enviados por Kirchner, Lula, Tabaré, Bachelet y Evo Morales.


 


El Haití Information Project (HIP) logró filmar la incursión del 22 de diciembre último en Cité Soleil. Esta verdadera “masacre del Mercosur” fue perpetrada por 400 soldados de Brasil, Bolivia, Chile y Uruguay, dirigidos por el general brasileño José Elito Carvalho Siqueira, con el apoyo de helicópteros, blindados y armas pesadas. Entraron a los barrios pobres de Puerto Príncipe, causando por lo menos 70 muertos y cientos de heridos. La represión fue ordenada por el Consejo de Seguridad de la ONU y se impidió el ingreso de la Cruz Roja. Los ataques se repitieron varias noches en Cité Soleil y en Martissat, y el 24 de enero dejaron otro tendal de víctimas, sobre todo niños (El País, 27/1). El ensañamiento con las criaturas ha sido objeto de una denuncia internacional específica: “El terror de la ONU asesina niños haitianos por la noche”. Por si alguien dudaba del carácter de la “reconversión democrática” de los ejércitos de los “gobiernos progresistas”.


 


La Minustah precisó que las muertes fueron “involuntarias” y “en el marco de operaciones para delimitar el terreno de acción de las bandas armadas y criminales”, pero los pobladores denuncian que no hubo tales enfrentamientos y que los helicópteros ametrallaron las casillas mientras dormían. Las fotos de hileras de chicos despedazados no llegan sin embargo a la prensa internacional, que ha hecho suya la versión del “enfrentamiento” con bandas de delincuentes.


 


Sólo esta brutal complicidad explica que nada se informe. Los asesinatos ejecutados cotidianamente son de tal envergadura que el ex embajador norteamericano James Foley advirtió a su gobierno —después de una masacre en Cité Soleil que dejó por lo menos 70 víctimas el 6 de julio de 2005—, sobre “el uso desmedido de la fuerza por parte de la ONU”. Esto surge de un documento desclasificado gracias a la presión de organizaciones de solidaridad con Haití. “Hasta hoy, ni una sola organización de derechos humanos internacional ha emprendido una investigación seria en las acusaciones”, dice HIP.


 


El enviado especial de la ONU en Haití, el guatemalteco Edmundo Mulet, intentó justificar recientemente la masacre de 2005 en un debate en el Centro para Estudios Internacionales y Estratégicos (CSIS), en Washington. Dijo que los “delincuentes” dispararon una ronda de 20.000 municiones por el término de una hora. Mulet se convirtió así en el hazmerreír del público, que le hizo notar que era imposible que un enfrentamiento “de características épicas” hubiera producido sólo seis muertos, como él sostenía.


 


El castigo contra los habitantes de las barriadas va aún más lejos. Los helicópteros han destruido todos los tanques de agua, lo que obliga a los pobladores a caminar varios kilómetros para llenar un balde. Si bien la Minustah tiene camiones cisterna, entregan el agua a especuladores privados que la revenden. “Pero la mayor parte de los 500.000 residentes de Cité Soleil no tiene con qué comprarla” (HIP).


 


La población no se ha dejado amilanar por el terror. Un video de HIP muestra una manifestación el 16/12 en Cite Soleil, en la que “más de 10.000 personas gritan ‘Abajo Preval’, exigen la vuelta de Aristide, el final la ocupación militar y la liberación de los presos políticos”. La Minustah reprimió esa manifestación y las siguientes con artillería pesada. Los activistas de derechos humanos indican que la verdadera razón por la que la Minustah redobló sus incursiones en las barriadas es la cada vez más enérgica respuesta de los pobaldores.


 


La Triple A (haitiana)


 


El fracaso de la Minustah es total. “En Haití reina el caos”, titula Le Monde (27/12). La debacle empieza a generar divergencias entre la Minustah, el gobierno de René Préval y los Estados Unidos.


 


La Minustah —cuya misión, decían, era desarmar a las bandas mafiosas— ha tomado distancia de la estrategia de Preval de negociar con ellas, pero también sugiere que Estados Unidos promueve una variante de total desintegración social: “Entre los secuestradores hay policías corruptos y criminales expulsados de los Estados Unidos. Los americanos dicen querer la paz, dan dinero, pero, bajo cuerda, envían un centenar de criminales por mes, que se pierden en el país sin que ningún expediente llegue al Estado haitiano, dice Edmundo Mulet”.


 


Los activistas de derechos humanos aseguran que “el gobierno y las bandas se tratan como verdaderos socios políticos” (ídem). Preval, sin embargo, dice que los asesinatos son obra de los deportados que envía EEUU y que “la embajadora yanki amenazó al gobierno con cortar la ayuda financiera si pedía el cese o la disminución de las repatriaciones. La embajada contestó que el Primer Ministro es un mentiroso” (www.aporrea 1/1).


 


Lo concreto es que las mafias controlan parte de la capital “y la ONU nada hace por detenerlas”, dice Brian Concannon, del Instituto para la Justicia y la Democracia (IJDH). El ‘escuadrón de la muerte’ llamado Ejército de los Machetes Pequeños “ejecutó la masacre en el partido de fútbol (agosto de 2005) con ayuda de la policía, y cerca de un puesto de observación de la Minustah, que no intervino; asesinó a varios militantes de derechos humanos y, el 24 de enero, mató en su casa a Jean-Rémy Badiau, un periodista que los fotografió. En julio, quemaron vivas más de 40 personas, la mayoría chicos, y en septiembre unas 300 viviendas en Martissats”.


 


La situación es explosiva y excede los límites de la capital, lo que pondrá en problemas a Kirchner, ya que las tropas argentinas están en el interior de la isla. Por otra parte, la complicidad de la ONU y el gobierno con las mafias ha impulsado que comiencen a intervenir sectores medios, víctimas habituales de los secuestros. “El miedo se ha instalado en todas las familias de la capital excepto, por supuesto, en las de los secuestradores “, dice una proclama difundida “para protestar contra la inacción”.


 


Los gobiernos “populares y progresistas” de América latina, que han ido a masacrar al pueblo haitiano dejándole las manos libres a Bush para destruir Afganistán e Irak, pueden leer su futuro en el espejo de su patrón. Y entre ellos estará Evo Morales, que según Andrés Soliz Rada, ex ministro de Hidrocarburos y Energía boliviano, bloqueó todo intento de impedir el envío de tropas bolivianas al Congo y a Haití (Rebanadas de realidad, 19/1).