Huelga general en Bolivia

Una masiva huelga de fabriles –acompañada por mineros, docentes y otros sectores, con piquetes de huelguistas de hambre y movilizaciones en todo el país–  obligó a la oficialista Central Obrera Boliviana a convocar al paro general el martes 4. De hecho, la central obrera ha quedado fracturada. Ahora, los fabriles y el magisterio anuncian que radicalizarán sus medidas en los próximos días.


Junto con el paro, se desarrolló en La Paz una marcha multitudinaria, reprimida por la policía frente al Ministerio de Trabajo: hubo dos heridos y quince trabajadores detenidos.


La medida se tomó en protesta por el aumento general de salarios del 5 por ciento dispuesto por el gobierno de Evo Morales, que no cubre ni aproximadamente el alza del costo de la vida.


“Los fabriles rechazamos el incremento salarial dispuesto por el gobierno y masificaremos los piquetes de huelga de hambre en las próximas horas hasta conseguir un aumento del 12%”, declaró Walter Mamani, ejecutivo de la Federación de Fabriles de La Paz.


Se debe tener en cuenta que, según datos oficiales, el incremento acumulado del costo de la canasta familiar en 2009 trepó al 36 por ciento y el salario promedio de un obrero industrial sólo alcanza a cubrir un 75 por ciento de ese costo. Mientras, Morales ha recordado que los empresarios “no pueden quejarse” porque durante su gobierno las ganancias patronales han aumentado notablemente.


Una particularidad de la huelga es el respaldo que ha encontrado en un sector de la Policía Boliviana, que amenaza adherir a las huelgas por la situación de sus jubilados y por aumentos en sus sueldos. La tropa policial, hasta el rango de cabo, exige un aumento del 25 por ciento, mientras los trabajadores de la salud reclaman el 26,5 por ciento.


Varios sindicatos, además, piden la destitución del ministro de Obras Públicas, el ex dirigente sindical Walter Delgadillo; del titular de Economía, Luis Arce; y de la ministra de Trabajo, Carmen Trujillo, a quienes califican de “traidores a la clase obrera”.


La ruptura


La convocatoria al paro por parte de la COB se decidió en un ampliado de emergencia que, tras fuertes resistencias del comité ejecutivo, votó finalmente ir a la huelga por unanimidad. Sin embargo, la COB anunció que no organizaría movilizaciones callejeras, de modo que se mantuvo al margen de las marchas del martes. Ese mismo ampliado resolvió un plan de lucha que incluye paros escalonados hasta llegar a uno de 72 horas.


El secretario general de los fabriles de La Paz, Wilson Mamani, criticó al secretario ejecutivo de la COB, Pedro Montes, y explicó la ruptura de hecho de la central: “Montes ya no nos representa. El 1° de Mayo ha sido evidente. La COB ha marchado sin la presencia de Montes, pues él no es la COB. Nosotros no hemos desconocido a la institución, sino al dirigente…”.


En definitiva, la situación de relativa quietud en la lucha obrera registrada durante la mayor parte del gobierno del MAS empieza a quebrarse abruptamente. También se quiebran las organizaciones sindicales burocráticas, que hasta hace poco tiempo atrás se proponían “refundar” la COB “sobre nuevas bases programáticas”; esto es, eliminar hasta el espíritu de la Tesis de Pulacayo (1946) que señala el objetivo histórico del gobierno obrero.


Comienza a abrirse una nueva etapa política en Bolivia.