Huelga General

Lo han pasado tres meses desde las elecciones del 14 de mayo y hasta los “encuestadores de mercado”  están registrando el derrumbe del “plan económico” y del propio gobierno dentro de la llamada opinión pública. El último informe de Gallup le da a Menem y al “plan” el apoyo de sólo el 30% de los entrevistados. Para los políticos en general y para los de la izquierda en particular, en cambio, el “plan” estaría aún vivito y coleando.


La razón de semejante ceguera es muy clara: no existe ninguna política capitalista alternativa que pueda superar el derrumbe económico y el crecimiento vertiginoso de la desocupación en los tiempos que la gravedad de la crisis lo exige. Este es el único motivo por el que el “plan Cavallo” no ha recibido todavía sepultura oficial.


Semejante incapacidad explica una característica fundamental de la situación actual: el inmovilismo del gobierno y las crecientes manifestaciones de división tanto entre los capitalistas como entre los funcionarios del menemismo. Ejemplo contundente de la parálisis lo constituye el anuncio por enésima vez de un plan de viviendas, para el cual no existe financiación, o la construcción de un aeroparque en una isla que aún no existe. Pero por otro lado se pretende reducir los aportes patronales a las Cajas de Previsión y a las Obras Sociales, compensándolos con impuestos al consumo que agravarían todavía más la recesión económica y la desocupación en masa.


En cuanto a la división de la burguesía, el mejor exponente ha sido Mauricio Macri, quien imputó las suspensiones en la fábrica Cormec a la caída de la venta de motores a Brasil, derrumbando el último argumento de los  defensores  del “plan económico”. Que el “plan Cavallo” continúa, por otra parte, en cesación de pagos, acaba de demostrarlo Alpargatas, que al no poder levantar un pagaré de su deuda externa, tuvo que vender importantes activos de la empresa. Se supo igualmente esta semana que la cartera de préstamos irrecuperables de los bancos ha subido del 20 al 30% del total de los créditos, aunque la cifra con seguridad debe estar llegando ya al 50%.


Pero quien mejor conoce el cuadro de cesación de pagos del “plan Cavallo” es, con certeza, el FMI, quien se opone a cualquier rebaja de los aportes patronales, en un momento en que está cayendo violentamente la recaudación impositiva, porque ello impediría el pago de la deuda externa. Sin embargo, la reducción de esos aportes es la única carta que Cavallo tiene en la manga para “aliviar” la quiebra de una gran parte de la patronal, aunque ello signifique dejar de pagar por completo las jubilaciones, entregar el Pami y provocar la bancarrota de las obras sociales. Los anuncios de una renuncia de Tacchi están reflejando mejor que nada el derrumbe impositivo del “plan”, o para decirlo con las palabras del jefe de la DGI —que el plan está hecho “mierda”.


A la luz de esta situación, el choque entre Cavallo y Duhalde, en torno a los aportes patronales, no parece ser un fuego de artificio, sino el intento de cambiar de política por parte de un sector de la burguesía. El derrumbe del “plan Cavallo” ha llegado a la provincia de Buenos Aires con todo, como lo demuestra lo ocurrido en General Sarmiento, así como la evidencia de que Duhalde deberá, él también, empezar a demorar el pago de sueldos y finalmente hacerlo con bonos.


¡Qué ironía! Argentina debe ser el único lugar del mundo donde se califica como plan de estabilidad a un régimen económico que sobrevive gracias a la creación ilegal de moneda, como está ocurriendo con los bonos provinciales.


Cuando se conjugan todos estos elementos con el ingreso de nuevos contingentes populares a la lucha, como los estatales de San Juan y Entre Ríos, los obreros de Luz y Fuerza, del Smata y del Area Material, en Córdoba, o la ocupación de la comuna de General Sarmiento, resulta claro que el conjunto de la situación nacional ha dado un vuelco. El derrumbe del “plan Cavallo” es la causa que ha provocado todas las luchas desde principios de año y el que, en los dos últimos meses, ha llevado a la calle incluso a los votantes del menemismo. Las idas y vueltas del oficialismo con el tema de las elecciones en la Capital, reflejan que teme, simplemente, un derrumbe electoral.


Esta crisis tiene una salida y pasa por que la paguen ellos, los grandes capitalistas responsables. Empezando por el no pago de la deuda externa.


Pero la propia crisis ha puesto en un primer plano otra reivindicación fundamental: que se abran las cuentas. Porque si todos los gobernadores y todos los capitalistas dicen que no hay plata, corresponde que sepamos adónde se fue esa plata y adónde se está yendo. Sabemos, por ejemplo, que la plata que falta en Córdoba la tienen los pulpos que tomaron prestado del Banco de Córdoba, y la que falta en San Juan la tienen los que vaciaron al Banco de San Juan, empezando por su gobernador. La plata hay que sacársela a esta gente. Lo mismo hay que hacer a nivel nacional e internacional. Para ello, que se abran las cuentas. Es interesante hacer notar que la Legislatura de Córdoba acaba de decidir lo contrario, al vetar la posibilidad de la investigación de la gestión de Angeloz.


Llamamos a todas las fuerzas populares a concretar una campaña nacional en torno a estas dos reivindicaciones. Que se abran las cuentas y el no pago de la deuda externa.


Mientras tanto, los trabajadores no aguantan más. Es la hora de una huelga general para que se deroguen todas las leyes de emergencia y se reincorpore a todos los despedidos. Para que se establezca un seguro al desocupado, igual al salario previo, para los cuatro millones de desempleados. Que se reduzca la jornada laboral a seis horas, sin afectar el salario.


Llamamos a una campaña por la huelga general.