“Il professore” se apodera del dinero libio, a la Mussolini

Mario Monti ha demostrado que es ‘algo’ más que un ‘gobierno técnico’: acaba de recibir, junto al presidente Giorgio Napolitano, al presidente del Consejo Nacional de Transición libio, Mustafá Abdul-Jalil, para anunciar la reactivación del tratado de ‘amistad’ entre ambos países, que había sido firmado en 2008 entre Silvio Berlusconi y Muammar Gaddafi y fue suspendido durante el ataque de la Otan.


La mayor parte de los titulares hicieron escuetas referencias a lo que llamaron el desbloqueo de unos 600 millones de euros en activos libios, los que habían sido congelados al inicio de la guerra. Menos difusión tuvo que "el presidente Jalil se comprometió a utilizar los fondos descongelados para pagar deudas a compañías italianas" (Trípoli Post, 16/12) y que el nuevo gobierno libio in-formaba que contribuiría al reforzamiento de capital del quebrado banco UniCredit. El Banco Central libio cuenta con un 7% de las acciones de UniCredit y la Libyan Investment Authority con otro 2,5%: el diario Sole 24 Ore, órgano de la banca italiana, destacó que la decisión de invertir en un aumento de capital de un banco extranjero venía de parte de un país "que necesita dinero en forma desesperada para afrontar la reconstrucción". En resumen, no hay ‘desbloqueo' ni ‘repatriación’ del dinero libio que Gaddafi puso en Italia: se lo queda la banca italiana en una operación de confiscación internacional disimulada. Lo mismo ocurrirá ahora con el dinero de Libia que fue ‘congelado’ en Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña. Según La Repubblica (15/12), el acuerdo también plantea que "Italia también estará en primera línea en la reconstrucción y lista para brindar asistencia en los sectores estratégicos, de la seguridad a la energía e infraestructura".


El objetivo de la agresión de la Otan, votada por la ONU, queda diáfanamente claro: afanarse más de den mil millones de dólares de Libia para usarlos en el rescate del capital internacional.


"Il professore" de la Bocconi y del Vaticano es un cuervo al servicio del imperialismo itálico.