Implantan un Estado policial

En menos de una semana, Hong Kong volverá a ser administrada por el régimen chino en virtud de los acuerdos firmados en 1984 entre Pekín y la Corona británica. La isla es el lazo indispensable entre el mercado mundial y China, es el centro donde la burocracia restauracionista se ha integrado económica y socialmente al capital financiero internacional y a los grandes capitalistas chinos de ‘ultramar’.


Un aspecto fundamental de esta integración es el anuncio de las autoridades designadas a dedo por Pekín —todos ellos, grandes capitalistas— de liquidar un conjunto de libertades políticas y de organización puestas en vigencia en Hong Kong en los últimos años.


El Consejo Legislativo que asumirá el próximo 1º de julio ya dictó leyes que otorgan nuevos y amplios poderes a la policía. Entre ellos, se cuenta el de prohibir las manifestaciones. Toda reunión de más de treinta personas será prohibida; se limitan seriamente los derechos de organización política y sindical. Los nuevos gobernantes, incluso, amenazan con aplicar estas leyes retroactivamente, para evitar que se repitan movilizaciones de masas como las de los últimos días. A mediados de junio, más de 50.000 personas marcharon en Hong Kong en conmemoración de la masacre de Tienanmen.


En resumen, con la ‘partida’ de los imperialistas británicos, volverán a regir en Hong Kong las leyes que estuvieron vigentes durante los 150 años de dominación colonial. El cuadro se completa con la permanencia de la burocracia civil —el ‘civil service’— y judicial, heredada de los ingleses.


Los grandes capitalistas de Hong Kong están a muerte con Pekín; son sus propios hombres los que ocupan los sillones del Consejo Legislativo.


El británico Blair y Madeleine Albright, la secretaria de Estado norteamericana, en cambio, amenazaron con no concurrir a la asunción del nuevo Consejo Legislativo si esas leyes entran en vigencia. La ‘amenaza’ imperialista tiene el mismo nivel de hipocresía que sus ‘repudios’ a la masacre de Tienanmen … mientras las millonarias inversiones imperialistas continuaban inundando China para apropiarse de la cuantiosa plusvalía arrancada a los obreros chinos.


Puede ser que Blair y la Albright no posen en la foto. Pero el imperialismo mundial, desde hace rato, ya ha sacrificado las libertades públicas de Hong Kong en el altar de los ‘negocios’. El ‘lobby chino’ —que integran pulpos como Boeing-McDonell, Lockheed, IBM, Citibank e Intel— organizó una ‘vaquita’ de 4.000 millones de dólares para ‘aceitar’ al Congreso norteamericano e impedir cualquier sanción —por cualquier motivo— contra el régimen chino. Lo mismo puede decirse del imperialismo británico: algunas de las mayores empresas inglesas obtuvieron condiciones privilegiadas de ingreso al mercado chino, una forma de‘aceitar’ la ‘transición’.


Los chisporroteos entre Pekín y Washington-Londres alrededor del régimen político sirven para ocultar el compromiso del imperialismo mundial en la liquidación de las libertades democráticas en Hong Kong.


Denunciamos la liquidación de los derechos democráticos por parte de la burocracia pro-capitalista china, y la complicidad del imperialismo. Defendemos la plena vigencia de esos derechos políticos y de organización, como herramientas para luchar contra la restauración del capitalismo en China.