Irán sacudida por una crisis monetaria

Teherán

La protesta del miércoles 3 de septiembre, en Teherán, fue el resultado de la crisis monetaria en Irán, que comenzó el año pasado cuando el rial iraní se devaluó a un ritmo acelerado. La diferencia en la tasa de cambio está aumentando cada segundo en estos días. El rial ha caído un 25% la semana pasada y ha perdido más del 80% de su valor desde finales de 2011. En otras palabras, el rial se enfrenta a una verdadera caída libre. Y como consecuencia de esta, las casas de cambio han dejado de funcionar.


Los conservadores tradicionales -principal oposición en el Parlamento- dicen que Ahmadinejad y su gobierno son responsables de esta crisis, sin dar ninguna indicación sobre sus causas. Para Ahmadinejad y para su gobierno, un grupo mafioso conectado con Occidente está controlando el mercado de divisas. La oposición reformista -al igual que los analistas proimperialistas- relacionan esta devaluación con las sanciones de Estados Unidos contra Irán, cuya eficacia probarían. La caída tiene su origen, sin embargo, en las políticas económicas adoptadas por el gobierno, que coincide con el alza casi constante del precio del petróleo desde principio de los años 2000.


Ahmadineyad aprovechó el alza de los precios del petróleo para manejar los problemas provenientes de las sanciones impuestas contra Irán, a raíz del programa nuclear. Las inmensas ganancias petroleras fueron usadas para importar necesidades básicas y cualquier tipo de productos. El remanente se inyectó directamente al mercado, por medio de créditos o del subsidio estatal a las importaciones. En estas condiciones, el aumento de la oferta monetaria en el mercado dio lugar a la inflación, así como a otros problemas sucesivos. Para tratar de mantener su valor, los tenedores de dinero salían a comprar cualquier mercancía que pareciera confiable como reserva. Hace unos años, la tierra y la vivienda eran las inversiones más confiables; hoy lo son las divisas y el oro.


Por otra parte, el creciente volumen anual de importaciones ha arruinado las unidades de producción nacional; en particular, las agrícolas. Se realizaron importaciones de trigo, de arroz, de azúcar y de carne -los productos agrícolas más utilizados en Irán- para competir con la producción nacional. Esto golpeó duro a la agricultura, mientras el país se enfrenta a una crisis alimentaria.


Pero no sólo el aumento de la oferta monetaria causa la caída del rial. También impactan los programas de reformas del FMI, que festeja los esfuerzos del gobierno para eliminar los subsidios a la energía. Siguiendo la sugerencia del FMI, el gobierno iraní, que tiene la principal fuente de divisas en sus manos, fijó un valor para las divisas subsidiadas y dejó libertad al resto del mercado.


Ahmadinejad está poniendo en práctica las reformas iniciadas por Rafsanjani, continuadas por Khatami y sugeridas por el FMI para integrar a Irán al mercado internacional, pero ahora de manera más drástica.


Ahmadinejad asumió en 2005 con el apoyo del líder supremo Jamenei, de la Guardia Revolucionaria (Sepah) y de una amplia gama de los conservadores tradicionales; pero se deshizo de ellos tras su reelección. Como resultado, perdió la mayoría de sus partidarios. Sepah -no tanto como un ejército, sino como una gran empresa- se benefició de las reformas del gobierno. La mayoría de las privatizaciones en la industria o de las finanzas fueron apropiadas por Sepah, por medio de manipulaciones. Sepah también se benefició de la renta económica por las reformas que fueron introducidas por el FMI en el mercado de divisas.


El doble mercado de cambio brinda un gran beneficio. Lo aprovechan organizaciones pertenecientes al régimen -como podría ser Sepah. La importación de algunos productos básicos y el transporte a los países vecinos no registrados como exportaciones son una fuente fundamental de ingresos.


Lo peor aún está por llegar


Si progresa el desorden monetario y la crisis agraria, el escenario más probable es un levantamiento de masas. Esto se manifestó cuando el precio del pollo se elevó en los primeros meses de este año. En Nishapur la población coreó consignas contra el régimen y protestó por la situación económica del país. Esto es lo más importante, puesto que el alza de los precios coloca a la canasta familiar básica por encima de las posibilidades de la mayoría de la población, incluso de la llamada clase media.


Por otro lado, el aumento de las amenazas imperialistas contra Irán -con un probable ataque de Israel o de todas las fuerzas imperialistas- busca desarrollar un contexto que permita remplazar la muy probable sublevación de masas, por una transición controlada por la reacción proimperialista. Las últimas elecciones presidenciales y el levantamiento ulterior ofrecieron una alternativa para las potencias imperialistas.


Las protestas después de las elecciones presidenciales de 2009 significaron un punto de inflexión en la historia de la República Islámica de Irán, porque produjo un colapso de su legitimidad. Las manifestaciones masivas en Teherán, tras la comunicación de los resultados que declaraban la victoria de Mahmoud Ahmadinejad, comenzaron una nueva era en la historia reciente de Irán. Las movilizaciones pacíficas de los primeros días fueron cambiando: desde las protestas mas liberales -“¿dónde está mi voto?"- a la fase drásticamente diferente de "¡Abajo el dictador!" -un ataque directo contra el líder supremo ayatollah Jamenei. La transición también fue muy sangrienta. El gobierno hizo todo lo posible para suprimir la revuelta. Las fuerzas de seguridad, con la ayuda de la milicia Basij y de los grupos de represión, atacaron las manifestaciones y dieron muerte a decenas de personas en cada día de reclamos. Las protestas también fueron modificadas y manipuladas por los líderes de la oposición, Hossein Mousavi y Mehdi Karroubi. Trataron de detener el movimiento radicalizado de las masas, cuya intensidad es capaz de dejar en ruinas a toda la república islámica y a sus representantes clericales; en especial, en el momento de la Ashura -el 10 de Moharram (primer mes del calendario musulmán, en el que se prohíbe luchar).


Mousavi, el primer ministro de la República Islámica durante los ocho años de guerra con Irak, fue destacado como una figura democrática y reformista, a pesar de su papel reaccionario en las protestas y de su rol en los años de opresión y terror a lo largo de los ’80. La falta de una dirección radical o de organizaciones revolucionarias para dirigir las protestas preparó las condiciones para una dirección reformista. Como resultado, las protestas fueron controladas por la República Islámica, que ya había perdido su legitimidad.


Aunque las protestas fueron presentadas como movilizaciones y reivindicaciones de la clase media, la mayoría de los manifestantes eran jóvenes desocupados. La falta de reclamos sobre las condiciones socioeconómicas -la mayor preocupación para la clase obrera- ha sido una de las razones más importantes, además de la falta de una dirección revolucionaria, por la que las protestas no se radicalizaron todavía más.


8 de octubre 2012