Italia: otro agujero a la Unión Europea

El derrumbe del centro-izquierda y la clase obrera.

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En las vísperas de las elecciones que tuvieron lugar ayer, en Italia, la expectativa de que los resultados no encallaran todavía más a la Unión Europea en otra de las crisis que la van hundiendo en forma inexorable, reposaban en la posibilidad de que surgiera de las urnas un gobierno de coalición entre el gubernamental Partido Democrático y la opositora Forza Italia de Silvio Berlusconi. El PD había nacido de la asociación del partido comunista y una fracción liberal de la Democracia Cristiana, en los años 90. Fue una versión fantasmagórica del diseño estratégico (Compromiso Histórico), con el que el stalinismo pretendía llegar al gobierno mediante un entendimiento con el Vaticano. Más prosaicamente, fue un intento de amnistiar a los políticos clericales de una pesada carga de corrupción, luego de tres décadas ininterrumpidas de gobierno, y de cooptar a la burocracia obrera al estado burgués. La tropa que quedó afuera de este enjuague fue adquirida por el magnate mediático Silvio Berlusconi.


La gestión de Italia, en los últimos treinta años, quedó a cargo, alternativamente, de unos y otros. El gobierno que acaba de ser barrido el domingo se había convertido en un espectro de esa rotación, porque nació de una alianza entre el PD y una fracción que rompió con Forza Italia; sufrió varios golpes de palacio ulteriores; consagró a un primer ministro ‘renovador’, Mateo Renzi, sin pasar por elecciones, y cayó finalmente cuando el ‘renovador’ intentó perpetuarse por medio de un referendo. Los ungidos para salvar a Italia de una crisis que la saque de la UE quedaron, sin embargo, en el tercero y cuarto lugar en una competencia entre cuatro fuerzas mayoritarias – con el 14 y 18 por ciento de los votos. El derrumbe del PD fue calificado como “catastrófico” por la prensa europea. El primer lugar quedó para el ‘euroescéptico’ 5 Stelle (35%9) y el segundo para el nacionalismo reaccionario – la Lega (16%). Como consecuencia de esto, Italia se ha incorporado al pelotón de países que cuestionan, de uno u otro modo, la continuidad de la UE, desde el Brexit a los gobiernos nacionalistas del este de Europa, y a la derecha nacionalista de Francia, Alemania y Austria.


El ascenso espectacular de 5 Stelle, un ‘partido anti-sistema’ carente de principios, expresa el enorme voto de repudio del electorado italiano hacia las fuerzas tradicionales, que ninguna fuerza de izquierda y de las direcciones obreras fue capaz de captar. Potere al Popolo, una coalición encabezada por Rifondaziones Comunista, quedó relegada a la marginalidad. RC había surgida en respuesta a la disolución del partido comunista. El fracaso es entendible: Rifondazione Comunista integró el gobierno del PD y ejecutó su política anti-obrera. Potere al Popolo justifica la política anti-obrera, militarista y pro-Otan del gobierno griego de Syriza, con el cual integra un bloque en el Euro-parlamento. Para Potere al Popolo, la derechización de Syriza constituye “un sacrificio” obligado de su dirección para poder mantener a la izquierda en el gobierno. La tradición ilustre de Italia ha sufrido los estragos de su izquierda ‘anticapitalista’. La dirección del Nuevo Partido Anticapitalista de Francia le dio su total e inútil apoyo completo.


Italia ‘é il malato de Europa”, con crecimiento cero en la última década – que contrasta con casi el 30% de Alemania o el 14% promedio de la UE – lo que da, de todos modos, menos del 2% anual. La desocupación es del 12% promedio – en la juventud llega al 34%. Tiene la deuda pública más alta de Europa – dos billones y medio de euros, que paga una tasa de interés superior a la de sus competidores. Alimenta a los bancos con pagos anuales de 350 mil millones de euros, aunque un tercio de los acreedores son extranjeros. Para salvar a una parte de sus bancos de la bancarrota, se ha visto forzada a violentar la nueva ley de quiebras de la Unión Europea. La apelación a este recurso de emergencia la ha puesto en conflicto con la intención de la Comisión Europea de desarrollar una “unión bancaria” y por lo tanto con un pie afuera del Banco Central Europeo. Los ‘euroescépticos´ y nacionalistas que quedaron al frente en los comicios dan cuenta de esta crisis con el planteo de llamar a un referendo para salir del euro y, potencialmente, de la UE.


Como ocurrió en Gran Bretaña, una de las palancas electorales más importantes de los partidos xenófobos, fue culpabilizar a la inmigración por la ruina social de Italia. El planteo, fuera de lugar en relación a la naturaleza y causa de la crisis, adelanta el pronóstico de que fracasarán en forma miserable si llegan al gobierno. Para atacar a la inmigración, la democracia italiana, mucho antes que los fascistas, ha impuesto el derecho al patrullaje aéreo de Libia y la a injerencia en su política interna y de seguridad, es decir a restablecer una política colonial y militarista. Pero ha sido, precisamente, la reconversión de Libia en colonia de los estados imperialistas, bombardeo e invasión mediante y destrucción de su gobierno y asesinato de sus dirigentes, lo que ha desatado la llamada ‘crisis migratoria’. La crisis política de Italia, como por otra parte la de los Balcanes, el este de Europa y el área euromediterránea, azuza y agrava la crisis política catastrófica del conjunto del Medio Oriente – y en primer lugar de Turquía, primera escala de la fuga de los pueblos afectados por las guerras que manipula el imperialismo.


En medio de la crisis por la que atraviesa el Brexit y las represalias comerciales anunciadas por Trump, los observadores temen que el resultado electoral desate en Italia una fuga de capitales y la consecuente crisis bancaria. En los últimos días se ha visto una crisis de liquidez en Europa (financiamiento de corto plazo), que ha provocado un alza importante en la tasa de interés de referencia, el Libor, lo cual ha encarecido los refinanciamientos de empresas con deudas elevadas. La economía y la política en Europa se encuentran atadas con alambres.


Asistimos a un giro político hacia la derecha en medio de una enorme crisis social y de un agotamiento de las relaciones económicas de Italia con el mercado mundial. El margen de explotación del chovinismo anti-inmigratorio como canal de desvío de la presión de las masas es ultra limitado. Una salida de derecha reclama un cambio de régimen político y este cambio de régimen está condicionado a la capacidad de ofrecer un programa de conjunto. Estos requisitos no están reunidos en Italia, dependiente por sobre todo de Alemania. Europa, en su conjunto, ha entrado en un período de grandes crisis, que es donde van a ponerse a prueba las fuerzas en presencia, y en especial de su poderosa clase obrera. En Francia y Alemania se avecinan e incluso anuncian luchas estratégicas (Macron quiere privatizar el sistema ferroviario francés). Lo que ha quedado claro es que el ‘populismo anti-capitalista” y los partidos “amplios” o “plurales” no son instrumentos de clarificación, de organización, ni de luchas.