Italia, otro “NO” para la Unión Europea


En un marco internacional en el que se profundizan las tendencias a la guerra comercial y en particular la disolución de la zona euro, el triunfo del NO en el referéndum italiano es un duro revés no sólo para su impulsor Matteo Renzi, quien renunció inmediatamente después de conocerse el resultado, sino fundamentalmente para el FMI, la Unión Europea y la Banca Italiana que utilizaron todos los recursos a su alcance en favor del SI.


 


La senilidad del régimen político


 


La base del referéndum apuntaba a acrecentar los atributos del Poder Ejecutivo en detrimento del Parlamento. El cambio más resonante era la reducción de 319 a 100 de los miembros del Senado, además de sustituir la elección directa de los senadores por designaciones a cargo de los gobiernos regionales y los alcaldes. A su vez la reforma concedía al gobierno diferentes poderes para interferir en los tiempos de aprobación y veto de las leyes. Renzi quiso sacar provecho de la imagen altamente negativa del Parlamento, un nido de corrupción y parasitismo, pero no supo ver que el rechazo apunta al régimen político de conjunto.


 


El referéndum fue precedido por la aprobación de una nueva ley electoral, el llamado “Italicum”, que otorga un poder extraordinario al partido que gana las elecciones generales. Lo que se busca es “evitar la fragmentación política”, pero ésta es el producto del descrédito de los partidos que consensuaron una y otra vez las políticas de ajuste impuestas por la Unión Europea y el FMI, las cuales no hicieron más que profundizar la crisis económica y social.


 


Tres años atrás, Giorgio Napolitano, con 88 años, había prolongado su mandato presidencial para pilotear “la fragmentación”. Desde las páginas de Prensa Obrera advertíamos los límites de ese arbitraje definiéndolo como bonapartismo senil, no por la edad del presidente, sino porque el conjunto del régimen político requiere jubilación (Jorge Altamira; "Italia: bonapartismo senil y estado de excepción"). Hoy la crisis política se llevó puesta otra intentona de Bonapartismo, esta vez de forma prematura, jubilando a Matteo Renzi, de apenas 41 años.


 


Un sistema financiero en ruinas


 


Igual que con el Brexit, la denominada “comunidad internacional” fijó una postura aparentemente unánime que terminó derrotada por el referéndum. Merkel, Obama, el JP Morgan, la agencia de calificaciones Fitch, la Confederación General de la Industria Italiana, el Corriere della Sera, la revista Civiltà Cattolica, manifestaron su apoyo a la reforma de Renzi e hicieron advertencias extorsivas para evitar el triunfo del NO. Ahora que el referéndum fracasó la principal preocupación está puesta en los bancos. El resultado del referéndum pone en tela de juicio la capacidad de Monte Dei Paschi di Siena, el tercer banco más grande y frágil de Italia, para llevar a cabo un exitoso aumento de capital de 5.000 millones de euros autorizado por el Banco Central Europeo justo después de la votación (Financial Times, 4/12). Lo del Banco de Sienna es apenas la punta del iceberg, pues gran parte de la banca italiana está en serios aprietos. El 20 por ciento de su cartera de créditos ha pasado a la categoría de “incobrable”.


 


La fragilidad de la economía y la banca italiana es total. La economía viene debilitada y sin ningún tipo de crecimiento desde hace 13 años. Siete años de una profunda recesión acabaron con casi la cuarta parte de la industria. La tasa de desempleo se mantiene por encima del 11 por ciento. Los créditos incobrables se exacerbaron y los cobrables se deterioraron (The New York Times, 3/12). Con una deuda que representa el 130% de su PBI el Estado ya no puede salir en rescate de los bancos. Pero la debilidad de Italia pone de manifiesto la precariedad de toda la Zona Euro y amenaza con colapsar todo el sistema financiero europeo. Si Italia se desvía hacia el default será demasiado grande para rescatarla.


 


El M5E fundado por el comediante Beppe Grillo que se define como anti-político y anti-UE, salió a reclamar elecciones anticipadas y un referéndum para retirar Italia de la Unión Europea. El fantasma del “Italxit” se agita con fuerza. Pero en su corto tiempo de vida, este movimiento demostró su compromiso con la “gobernabilidad” en Italia, recorriendo el camino que ya anduvieron Podemos y Syriza. La alcaldesa de Roma, enrolada en esa formación, viene de sufrir una crisis de gabinete en medio de un desgobierno general. La capital italiana se encuentra envuelta en un verdadero caos con las calles repletas de basura y el transporte público sin funcionar. Los “grillini” han revelado rápidamente su incapacidad de abrir un rumbo alternativo y superador a los partidos tradicionales, lo que ha acelerado la crisis en su propio frente interno.


Es necesaria una salida de los trabajadores para que la crisis la paguen los capitalistas que la generaron.


 


Al salir de votar NO en el referéndum, Fernando Angelaccio, un jubilado de 77 años, declaró a la agencia AFP: “Renzi sólo quiere más poderes, su prioridad es salvar a los bancos no a los jubilados”. La independencia política de la clase obrera italiana aparece como una cuestión vital. La clase obrera debe emerger como alternativa de poder ante la decadencia de un régimen que plantea como horizonte más privaciones y ataques sin precedentes a quienes viven de su trabajo.