¿La bomba atómica?

Un columnista del diario Le Monde (27/3) acaba de recordar que “hace un mes la Casa Blanca había indicado que el empleo de armas químicas o bacteriológicas contra las tropas norteamericanas, en caso de guerra, podría entrañar una respuesta nuclear”. Aunque el secretario yanqui, Rumsfeld, se negó recientemente a reiterar esa amenaza, de ningún modo la negó. El periodista francés la considera casi absurda porque supone que Estados Unidos no le va a tirar una bomba atómica a los cinco millones de habitantes de Bagdad para “liberarlos” de Hussein. Sin embargo, reitera la hipótesis de que el gobernante de Irak pueda utilizar armas químicas como último medio de defensa, lo que nos vuelve al punto inicial de que sería posible atacar con armas nucleares a Irak. “Estos asuntos, dice Le Monde, forman parte de los temas que van a discutir George Bush y Tony Blair” en reuniones que tuvieron lugar la semana pasada.


La amenza nuclear no es nueva, pues ya la ventiló Thatcher contra Argentina cuando temió que la Fuerza Aérea de la dictadura pudiera hundir a la flota que se acercaba a Malvinas. Al pueblo que se quiere liberar ya lo están bombardeando con uranio empobrecido, como lo denuncia Amnistía Internacional, lo que tiene un efecto deformador permanente sobre las personas por un largo período de tiempo. El sentido de la amenaza de Bush tiene que ver con la posibilidad de que algunas de las unidades fundamentales del ejército invasor pudiera ser aniquiladas durante una lucha dentro de Bagdad. El choque diplomático de las últimas horas con Siria hace presagiar que el Eje angloyanqui, pero esta vez con una fuerte intervención sionista, podría extender la invasión a este país, precedida por fuertes ataques aéreos. Una generalización de la guerra a estos extremos hace resurgir el tema del bombardeo nuclear, que podría ser “ejemplificador”, sobre ciudades menores o emplazamientos militares.


La amenaza ya ha sido, de todos modos, proferida.