La burocracia levanta la huelga de los señaleros

Después de tres meses y medio de sistemáticas y efectivas huelgas semanales de 48 horas fue levantado el plan de lucha de los señaleros británicos sin que se alcanzaran las reivindicaciones que motorizaron la huelga.


Aunque la patronal —la empresa estatal ferroviaria— no logró quebrar la huelga e imponer los “convenios individuales” y debió aceptar una reducción de la extensión de la semana laboral, no se quebró la “pauta salarial” (2.5% anual) establecida por el gobierno para los trabajadores estatales, principal reclamo de los huelguistas. Los aumentos acordados por encima de la pauta están subordinados a cláusulas de productividad y de “polifuncionalidad”, es decir a la superexplotación obrera.


La burocracia sindical ejerció un férreo control sobre el movimiento en todas sus etapas; la forma en que fue levantada la huelga es una perfecta pintura de la dominación burocrática. El presidente del sindicato anunció haber arribado, en negociaciones secretas con la patronal, a un “acuerdo excelente” … sin explicar en qué consistía exactamente. Como la legislación británica exige votaciones para convocar y levantar las huelgas, los señaleros fueron invitados por sus dirigentes a través de la TV a expresar su voto … por teléfono.  Sin que nadie pudiera certificarlo, la burocracia anunció que un 60% de los señaleros había votado a favor y un 10% en contra.


Durante el transcurso del plan de lucha, la burocracia se dio como norte mantener el movimiento aislado, movilizando apenas a una pequeña fracción de los ferroviarios, la menos numerosa y concentrada, bloqueando toda posibilidad de llevar a la huelga general a los 120.000 ferroviarios, todos al mismo tiempo, para derrotar al gobierno y a su pauta salarial de miseria y  para enfrentar la inminente privatización.


Precisamente, con la privatización a la vista, con la huelga y, particularmente, con su levantamiento “telefónico”, la burocracia ha logrado “valorizarse” ante los futuros dueños del ferrocarril, demostrando su completo dominio sobre las bases sindicales.


El levantamiento del movimiento de los señaleros, al que hay que agregar el levantamiento del anunciado paro de los subterráneos londinenses, se produjo exactamente en las vísperas del congreso del Partido Laborista, lo que le ha evitado tener que pronunciarse en favor de los huelguistas. El partido de la burocracia de los sindicatos ha querido así demostrar a la burguesía la seriedad de su conversión en “un partido de todos los británicos”.